lunes, 3 de diciembre de 2007

El otro lado de la mesa

Una crupier cuenta cómo se percibe la enfermedad de un apostador al lado de la ruleta. Una situación que conjuga cantidades similares de violencia, pesar y suerte.
Supongamos que hay una chica, y que tiene entre 20 y 30 años, trabaja en un casino, en mesas de ruleta y Black Jack. Es, como se conoce a los que eligen este oficio, una crupier. Supongamos también que la misma chica accede a dar una entrevista para hablar de su trabajo. De las cosas que le pasan, de qué se encuentra en una mesa, de la psicología de los jugadores, de cómo la tratan, de cómo se desvanecen de hambre, del acotado registro que tienen del decurso del tiempo, de las lágrimas, la euforia y la enfermedad, ¿se puede hacer trampa en una mesa? Ahora tengamos la certeza de que ella comienza a hablar de todo esto, y como sabe que le puede traer "problemas laborales", le da miedo. Y entonces decide llamarse Soledad. Está sentada en el living de su departamento, junto a una amiga que alguna vez también fue crupier. Más tranquila Soledad empieza el mate y quiere saber cuáles son las preguntas.
¿Quiénes van al casino?
La gente es casi siempre la misma. Van rotando entre los dos casinos. Pero hay un grupo que es siempre el mismo. Excepto los fines de semana, cuando se ven caras nuevas, muchas.
¿Y cómo son los jugadores?
Nosotros lo que recibimos es mucha mala onda. Hablo de quienes trabajan en las mesas, cuando te encontrás con el estado de ánimo de la gente que pierde, que es la mayoría. Por ahí van ganando, pero se quedan hasta que pierden todo. Te das cuenta de que los que se retiran cuando ganan son los que no van seguido. Las apuestas fuertes se hacen de día, con pocas personas. A la tarde, durante la semana, se arman partidas impresionantes.
Pareciera que el juego puede sacar lo peor de la gente...
Es que se obsesionan. Vos los ves y hasta ni piensan. Están como nublados, enfermos. El casino está lleno de enfermos. No lo digo despectivamente. Describo lo que veo y me da pena, porque a mí me pagan el sueldo.
¿Y cómo se percibe la enfermedad en una mesa?
Y... por ejemplo, cuando pierden la noción del tiempo. No saben si es de día o de noche. A veces te toca un punto (un cliente) en una mesa de cartas, un lugar en el que hay más trato mientras barajás, que te pregunta: "¿qué hora es?", y vos le decís: "las seis", y te vuelve a preguntar si de la tarde o la mañana, y de qué día. Otros te dicen "yo vine ayer, a las diez de la noche", y te lo están contando a las tres de la tarde.
¿Y qué sentís ahí?
Y nada..., quiero que se vaya. Digo: "que se vaya este tipo". Eso pienso mayormente. Pero no se lo puedo decir, por supuesto.
Pero ¿te enseñan a tratar con los clientes?
No mucho. Sobre todo te enseñan a calcular. Tenés que estar lo más lejos posible de todo el mundo. El trato lo adquirís mirando a tus compañeros. Lo que no se puede aprender nunca es a ser maltratado. Eso está todos los días. Al principio es muy chocante. Algunos puntos llegan a tirarte las fichas. Hay hombres que se olvidan de que están tratando con una mujer. Para ellos, vos le robaste la plata. Vos los hiciste perder. Y en realidad el juego es puro azar. No hay un "secretito" de "tirame un número". De a momentos te aman y de a momentos te odian. Es difícil canalizar esa energía.
¿Y cómo manejás esto?
Hay que hacer otras cosas. Trabajar en el casino y tener gastritis es de manual. Buena parte de los empleados van al psicólogo. Otros presentan certificados médicos por problemas cardíacos. Palpitaciones, arritmias, problemas cervicales, este tipo de cosas. Algunos consiguen otros horarios. Por lo general a la tarde, que es más tranquila.
¿Vos jugás?
No. A mí me gusta jugar a las máquinas. Pero más de diez pesos ni loca. Sería absurdo. Vivo de esto, y la plata me la llevo puesta. Prefiero vivir, caminar, andar.
¿Hay formas de hacer ganar a alguien?
La verdad, es puro azar. Hablo de un casino serio. Por ejemplo, con la ruleta las cosas varían mucho. Son casi todas distintas. Aunque quisieras hay que ver si la ruleta está más o menos gastada, las bolas no pesan todas igual, y deberías calcular la fuerza para que caiga en tal o cual sector. Vas cambiando de mesa. Es prácticamente imposible.
¿Qué es lo que más vicio provoca en el casino?
Las máquinas, el sector donde está la ganancia del casino. Antes, cuando cerraba el casino entre las ocho y las doce, en la reapertura había jugadores que entraban corriendo con el termo y el mate a buscar la misma máquina que al cerrar el casino habían dejado.
¿Qué es lo más impactante que viste en una sala?
La gente que se descompone por pasar tanto tiempo sin comer ahí adentro, se olvidan de hacerlo. Están realmente enfermos. Se desmayan, literalmente. Otros se esconden de la familia, pero esto todo el mundo lo sabe.
¿De qué hablan los jugadores?
Hay mucha gente que va porque está sola. El jugador se queda solo. Es un círculo vicioso. Otros se quedan llorando porque perdieron el sueldo. Pierden casas, autos, propiedades, estaciones de servicio. Primero se esconden para ir, y después la familia los deja solos. Pero vuelven, y te dicen: "tengo que recuperar tanto". No te dicen "tengo que ganar". Se trata, casi siempre, de recuperar.
¿Los jugadores son todos iguales?
La situación es un tanto animal, por decirlo así. Va todo tipo de gente, pero yo creo que ahí son todos iguales. Unos con más plata y otros con menos. Pero en esencia, todos son muy parecidos.
¿Hay clientes que eligen jugar con vos?
Sí. Son muy cabuleros. Vuelven a tu mesa porque les fue bien. Otros van, se tocan de determinada forma las joyas, se atan a cada rato los zapatos, se los desatan, según como les vaya. Tocan una pared y vuelven a jugar. Y están los que ponen dientes de ajo en los vasos para las monedas de las máquinas. Las cajeras vuelcan las monedas, y caen los dientes de ajo.
¿Hay un momento en el que te prendés a jugar, no tan automáticamente?
Sí. Cuando hay clientes que juegan para los empleados. Los que ganan y te dejan fichas. La caja de empleados es nuestro kiosquito. Es nuestra ganancia. Con el sueldo, nos dan otro recibo por esta caja. Es la suma que nos repartimos por antigüedad y por puesto. Cuando te dejan unas fichas, festejas y querés que sigan ganando.
¿Quiénes apuestan más, hombres o mujeres?
En las máquinas, las mujeres quizás apuesten más que los hombres. En las mesas, más los hombres.
¿Y te dan ganas de que un tipo se vaya, que deje de perder? ¿O ya ni te importa de ver tanta gente?
Sí que me pasa. Por ahí estás tirando bola en ruleta, y el tipo apuesta y pierde, y pierde, y vos por dentro diciendo: "que se vaya, por favor que se vaya", y hasta con ganas de decírselo, o gritárselo, o que se caiga, que pase algo, pero que pase ya, pero nada...
... el tipo no se va.
No, el tipo no se va.
Por: Fernando Castro

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