España - Para trabajar en un casino como crupier no es necesario estar familiarizado con el juego. Los propios casinos forman a los aspirantes en cursos de sesenta días.
Hay profesiones que ni se nos pasa por la cabeza desempeñar porque las asociamos a un mundo cual no pertenecemos. Crupier es una de esas profesiones que fuera del cine o de la literatura se nos antojan inaccesibles o, cuando menos, bastante extravagantes.
Pero si los naipes, la ruleta o las fichas de colores sobre un tapiz verde no le dejan indiferente, quizás le interese saber que para esta profesión no necesita experiencia previa, ni poseer un título determinado, tampoco ser un curtido jugador de dudoso pasado y ni siquiera un aficionado a los naipes. Al contrario, conseguir un empleo de crupier en un elegante casino es perfectamente posible para cualquiera.
Rafael Jornet, crupier del Casino de Barcelona, inspector y también profesor en la escuela de Casinos de Catalunya, afirma que tampoco hay que dejarse intimidar por falsos clichés y prejuicios asociados al juego: "Un casino es un lugar con glamour, un espectáculo como otro en el que los crupiers representan una función que ha de ser atractiva para el cliente".
El procedimiento para ser crupier es tan prosaico como enviar un currículum a través de la web de Casinos de Catalunya, responder a las frecuentes demandas de aspirantes que se publican en este diario, igual que si se tratara de cualquier otro trabajo.
La formación, que no requiere conocimientos previos, va a cargo de los casinos y tiene una duración de sesenta días. "El curso no es complicado y permite desenvolverse en la ruleta, el black jack y el póquer caribeño", explica Jornet.
En el casino, el crupier comparte mesa de juego con personas que pierden y ganan dinero, a veces cantidades importantes, por lo que las emociones están a flor de piel. "En este oficio hay que tener mucha sangre fría, humildad y sobre todo discreción", afirma Jornet. Con catorce años de experiencia en la profesión, este veterano del azar piensa que la clave de un buen crupier es que sepa crear un clima de complicidad con el cliente, tanto si gana como si pierde. "Hay que demostrar al cliente que no juegas en su contra, sino a su favor, ya que al final todo depende del azar", recuerda.
El trabajo de crupier es estable y con posibilidades de promoción. El mismo casino tiene una escuela de perfeccionamiento en la que se pueden mejorar las habilidades con las cartas y aprender nuevos juegos. Para Jornet, "esta es una profesión que te engancha y cada vez quieres aprender más y más".
Fuente: La Vanguardia
martes, 18 de diciembre de 2007
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