jueves, 6 de marzo de 2008

Los vínculos de Kirchner con el "rey de los casinos"

Argentina - Un decreto de Kirchner le permitió multiplicar los millones que gana su amigo Cristóbal López con su imperio del juego. Uno a uno los favores políticos que abonaron un negocio fabuloso, ya extendido por decreto K hasta el año 2032.
Néstor Kirchner tiene una debilidad por los casinos. Su devoción por el juego ya era evidente cuando gobernaba Santa Cruz. La leyenda cuenta que cada vez que viajaba a Caleta Olivia, cruzaba la frontera de la provincia y se quedaba a dormir en Comodoro Rivadavia para jugar unas fichas en el casino de esa ciudad. A esa casa de la manejaba un humilde hombre llamado Cristóbal López, transformado hoy en uno de los máximos exponentes de los empresarios (y la riqueza) K.
En el camino de la construcción de su imperio del juego denominado Casino Club SA, López no sólo recibió la invalorable ayuda del entonces gobernador santacruceño. Recorrió ese camino de la mano de un grupo de socios de antecedentes oscuros y polémicos.
Héctor Cruz, un ex militar que fue interventor del Casino de Neuquén durante la época del Proceso y que realizó tareas de inteligencia en el Ejército. Ricardo Benedicto, un apostador crónico y esposo de la dueña de una constructora acusada de corrupción. Y Juan Castellanos Bonillo, un empresario hotelero de su misma ciudad que López convocó para no perder influencia en la sociedad a manos de Cruz y Benedicto.
Con estos acompañantes logró transformar en sólo 15 años un emprendimiento que a principios de los 90 sólo contaba con una sala de juegos en Comodoro Rivadavia, en un gigante hoy con 13 casinos y unas 6.360 máquinas tragamonedas distribuidas en 9 provincias.
Sus ganancias anuales se miden en miles de millones de pesos. Y su ganancia se va a ampliar aún mucho más a partir del escandaloso decreto que firmó Kirchner antes de dejar el poder, que le "exige" a Casino club aumentar de 3.000 a 5.100 el número de maquinitas en el Hipódromo de Palermo.
Cristóbal López gana millones de dólares con los casinos, pero la idea de meterse en ese negocio no se le ocurrió a él. El amigo que lo convenció para que entrara al mundo del juego se llama Ricardo Benedicto, uno de los socios desconocidos del imperio Casino Club.
Ambos se conocieron de pura casualidad. López es oriundo de Comodoro Rivadavia, la ciudad del sur considerada “capital argentina del petróleo”. Como muchos de la zona, aprovechó la bendición del oro negro para ganar dinero. Sus primeros billetes importantes los hizo en la década del ochenta, gracias a contratos con las compañías petroleras. Arrancó transportando agua industrial a los yacimientos en grandes camiones. Y los camiones fueron la clave para su próximo negocio: la recolección de residuos urbanos de Comodoro Rivadavia. Su firma Clear SA creció hasta convertirse en una prestadora de múltiples servicios a las petroleras.
La competencia más fuerte de Cristóbal López en esos años estaba encarnada en la empresa Burgwardt SA. El gerente general de esa firma no era otro que el mismísimo Ricardo Oscar Benedicto. Empresario y gerente competían en licitaciones millonarias, pero con el tiempo se hicieron buenos amigos.
Ya en ese momento Benedicto tenía devoción por los juegos de azar. Cuando llegaron los años noventa, se abrió la licitación para el Casino de Comodoro Rivadavia y él vio la oportunidad de cumplir su sueño. Como le faltaba un socio que invirtiera, lo sumó al proyecto a su amigo Cristóbal, que al principio no estaba del todo convencido. Y así fue como en julio de 1992 abrieron la primera sala de juegos, la misma que después visitaría de manera frecuente el gobernador Néstor Kirchner.
Ingeniero de profesión, Benedicto no dudó en renunciar ese mismo año a la compañía en la que estaba trabajando. Todavía estaba casado con Myriam Elisabet Costilla, socia de la constructora patagónica Kank y Costilla. La compañía realizaba y aún realiza muchas obras públicas en el sur y estuvo involucrada en una causa judicial en donde se mencionaban coimas a las autoridades de Santa Cruz.
“Benedicto es el socio que más sabe sobre casinos, es un genio en temas de juego”, comenta un empresario del rubro que lo conoce bien. “Se tomó el trabajo de viajar varias veces a Las Vegas, para aprender cómo funcionan las salas de primer nivel”, agrega.
El ex ingeniero también tiene devoción por las carreras de caballos y se convirtió en todo un especialista. Es dueño del stud de potrillos “Rubio B”, considerado uno de los más importantes del país. Tiene animales pura sangre que corren en hipódromos locales y del exterior.
López es quien maneja la relación clave con Kirchner. Pero Benedicto no sería ajeno a los contactos con funcionarios. Fuentes vinculadas a la política porteña señalan que este socio mantiene línea directa con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en especial en los temas vinculados con los negocios que regentean en la ciudad de Buenos Aires, como los tragamonedas del Hipódromo de Palermo y el casino flotante de Puerto Madero.
Fuente: Perfil - diariopanorama

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