jueves, 20 de marzo de 2008

El reino de Cristóbal

Argentina - Cristóbal López es patagónico, zar del juego, dueño de empresas de recolección de basura, petroleras, medios de comunicación y un barrio de 37 hectáreas frente al mar. Pero su emporio se construyó con poco ruido en el sur del país. Un enviado de Crítica de la Argentina cuenta esa historia poco conocida, que incluye versiones cruzadas sobre su renguera.
Es el único lugar en el que Cristobal López no es sinónimo de Néstor Kirchner. En Comodoro Rivadavia, ese hombre que prefiere ocultar su rostro, tiene múltiples caras, la de sus negocios. Aun sin dejarse ver, sobresale. El empresario que saltó a la escena nacional con la llegada de Kirchner al poder central conserva su base en esta ciudad ubicada 1.850 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires y aparece por todos lados.
Aquí reside el corazón del emporio que edificó y sus cartas están sobre la mesa. Tiene dos casinos y tres salas de tragamonedas en 10 kilómetros a la redonda, crece en el negocio del petróleo, recoge la basura, compra campos, dispone de una radio que ya ni recuerda que posee y está construyendo incluso su propio barrio de 37 hectáreas en la entrada de Rada Tilly, la villa turística con playas de arena frente al Atlántico en la que también vive.
En los bares, en las calles, en las oficinas, todos se refieren en voz baja al zar del juego K. La leyenda repite que el origen de su fortuna lleva la marca de la traición. Y que por eso, un día el ex custodio de Alfredo Yabrán, Carlos “Coco” Mouriño, fue a “La Nicolasa” (el campo de López que está ubicado a veinte kilómetros de la ciudad) y le pegó un tiró en una pierna en nombre de Diego Ibáñez, el cacique del sindicato petrolero con el que López entabló una temprana relación.
La versión familiar que explica la renguera suena bastante más edulcorada: afirma que López estaba haciendo rafting en el Lago Buenos Aires y se torció un pie. Desde entonces, su historia aparece asociada a la del empresario postal que se suicidó en 1997. Aquí, las comparaciones (que niegan o afirman) entre ambos son inevitables.
Para la mayoría de los vecinos de Comodoro, su cara es un enigma o un recuerdo difuso. Aquí no existe una persona que lo critique con el grabador encendido. Se lo señala como un hombre peligroso y se lo elogia porque hasta no hace mucho tiempo seguía tomando café en el mismo lugar de siempre.
Es envidiado y admirado: se le reconoce su habilidad, pero se le cuestiona su voracidad y su disposición para llevarse bien siempre con el gobierno de turno. Se admite que tiene audacia, que arriesga siempre y que casi nunca se equivoca. Pero algo es seguro. Este hijo de andaluces que quedó huérfano a los 18 años es muy probablemente el único empresario que no se irá de Comodoro cuando el boom del petróleo que convierte a esta ciudad en un emirato se evapore. “Cuenta con una virtud que lo hizo crecer: asocia a sus empleados al resultado de su proyecto”, dice un alto funcionario kirchnerista que tiene trato habitual con él. “Está lleno de juicios laborales. No le paga las cargas sociales a los trabajadores de menor escala”, replica un abogado laboralista.
Desde hace casi veinte años, López representa la gran posibilidad de acceder al trabajo para los habitantes de esta ciudad y la amenaza de una represalia para el que se anime a manchar su reputación. Tiene domicilio en Rada Tilly, pero su flota privada lo habilita para volar directamente hacia la cordillera y el lago La Plata, en Alto Río Senguer, donde se quedó con 4 mil hectáreas de bosques nativos, ríos y espejos de agua que le costaron 44 pesos con 53 centavos cada una.
El intendente del PJ, Martín Buzzi, asumió hace tres meses y ya le prorrogó el contrato de la recolección de basura. Cristóbal conoce al ex ministro de Producción de Mario Das Neves desde hace años cuando juntos integraban el llamado Grupo Productivo.
La basura es el primer gran negocio que consiguió en Comodoro, con su compañía Clear SRL. La manera en que lo obtuvo alecciona sobre sus dotes para las apuestas. En 1991, López enfrentó a la empresa Malvinas, que tenía la concesión de la recolección de residuos. Como para demostrar que él podía hacerse cargo de ese servicio, un día estacionó 50 camiones Scania (es el dueño de la concesionaria local a través de su firma Feadar) en la puerta de la municipalidad. Lo mismo hizo a principios de 2000, cuando pretendió quedarse con el transporte público en la ciudad. Ese recurso, que ahora se le critica a Hugo Moyano, fue suficiente para que López se quedara con el contrato que quería. Clear es una empresa que se expandió y diversificó de manera sorprendente, hasta abarcar varios rubros del negocio de la logística y de la explotación petrolera. Los camiones con el logo de Clear se pueden ver en Cerro Dragón, el yacimiento petrolero más grande del país, que opera Pan American Energy, la sociedad de British Petroleum con Bridas, del grupo Bulgheroni.
Clear explota otros yacimientos menores junto a Petrominera, la petrolera estatal de Chubut que preside Nestor Di Pierro, un verdadero guardián de los intereses de López. Di Pierro, junto con Gustavo Lupiano y los hermanos Fabián y Daniel De Souza, integra el núcleo de sus colaboradores más estrechos.
Antes y después de K. López siempre tuvo una llegada preferencial al gobierno de Chubut. Pero en los ‘90 comenzó a extenderse en todo el territorio nacional. Su relación con el gobernador radical Carlos Maestro entre 1991 y 1999 fue inmejorable. En La Pampa desembarcó con los casinos de la mano de Rubén Marín y en Catamarca afincó Olivares del Sol con el guiño de Arnoldo y Oscar Castillo. Por eso, se incomoda cuando lo señalan como un invento kirchnerista y se enfurece cuando lo tratan como testaferro del ex presidente. Pero hay algo que no puede negar: la dimensión de sus negocios se multiplicó desde que el santacruceño llegó a la Casa Rosada. El último día de 2006, Clear recibió 12.170.000 pesos del ministerio de Planificación que conduce Julio De Vido para instalar en un año una planta de tratamiento de residuos. Crítica de la Argentina estuvo en los terrenos en los que debía construirse la planta, al sudoeste de la ciudad. Catorce meses después, la obra situada donde se agota el parque industrial, a metros de la Ruta 3, recién está comenzando.
En sus definiciones, López muestra un alineamiento incondicional con el kirchnerato. Edificó su fortuna sobre un axioma principal: “el negocio es reinvertir”. Pero con los pingüinos, adoptó nuevas máximas como “en este gobierno no hay lobby”, tomada del arsenal filosófico del secretario de Legal y Técnica, Carlos “Chino” Zannini, con quien López siempre tuvo un trato privilegiado.
Cristóbal se defiende, afirma que no es amigo del ex presidente y que ni siquiera es habitual que salgan a cenar. Como prueba aporta una frase concluyente: “Kirchner no tiene amigos”. Por eso, siempre que puede, ingresa a un negocio sin alertar al santacruceño. “Prefiero no avisarle. O se me queda con el negocio o me dice que no entre”, desliza a su círculo íntimo.
López reivindica que empezó desde muy abajo y recuerda que estudió en la escuela técnica “Domingo Savio” que dirigía el “cura gaucho” Juan Corti y estaba ubicada en La Loma, un barrio de la periferia de Comodoro Rivadavia. Su novia, Muriel Lucía Sosa, iba al Colegio Perito Moreno, el lugar elegido por la clase alta. Con los años se convertiría en su esposa y juntos tendrían dos hijos. La madre de Muriel, Doly Acevedo, es hermana del padre del ex gobernador de Santa Cruz Sergio Acevedo.
A los 19 años, Cristóbal ya trabajaba en una forrajería y en una pollería para sostener a su familia. “Cuando nosotros volvíamos de joda, a las 5 ó 6 de la mañana, él iba a trabajar. Tenía dos camiones de gas licuado y abastecía a las localidades vecinas”, recuerda un funcionario de Comodoro Rivadavia. Más tarde, fue parte de la infinidad de contratistas que tuvo la estatal YPF.
La primera empresa de López para el negocio del petróleo tuvo una breve existencia pero todavía hoy le trae dolores de cabeza. La Cámara Federal de Comodoro Rivadavia acaba de citarlo a indagatoria por la importación irregular de maquinaria proveniente de Perú. López decidió llamar Almería Austral a su perforadora de petróleo, por la provincia andaluza en la que nacieron sus padres. López no la quiso vender cuando el barril estaba a 9 dólares y demostró una vez más su sentido de la oportunidad. La mutinacional Pride se la compró en el momento justo en que empezaba a revalorizarse gracias al boom petrolero.
Ahora, el zar del juego y propietario de Casino Club –con 28 locales de casinos y tragamonedas en todo el país– pone fichas en Oil MyS, una firma que pasó de ser una empresa de servicios petroleros a ser operadora en algunas áreas secundarias (Mata Magallanes, Cerro Negro y Anticlinar Funes) en sintonía con la llegada de Kirchner al poder. “Oil nació en Santa Cruz cuando la provincia no sabía cómo parar la desocupación. La inventó el estado santacruceño en el tiempo de Sergio Acevedo con desempleados que son los que hoy tienen el conflicto en Caleta Olivia”, dice el jefe del sindicato de petroleros privados de Chubut, Mario Mansilla.
Su primer casino en Comodoro Rivadavia abrió en 1992. Hoy es un edificio de tres pisos y más de 2.000 metros cuadrados que tiene seis ruletas y 168 tragamonedas. Pero no es el único. López construyó otros dos casinos y dos tragamonedas entre Comodoro y Rada Tilly. En una ciudad que casi no tiene lugares de esparcimiento cerrados, sus casinos no paran de recibir gente. Desde aquí, las localidades del norte de Santa Cruz se perciben como parte de una misma provincia y el kirchnerismo es desde hace veinte años el nombre del poder. Por eso, casi sin darse cuenta, Cristóbal puso un pie en la provincia de los K en 2001. Ganó una licitación de casinos por 20 años, un negocio de 20 millones de dólares. Instaló casinos en Pico Truncado, Las Heras, Caleta Olivia, Río Gallegos y El Calafate.
Su último emprendimiento es un barrio de 37 hectáreas que está construyendo en la entrada de Rada Tilly. Se llama Solares del Marqués y está ubicado sobre el cerro de Punta Piedras, con vista al océano Atlántico. López pagó un millón de dólares por esos terrenos. Son 273 lotes con superficies mínimas de 600 metros cuadrados, a un costado de la ruta 3. El barrio de Cristóbal tendrá boulevard parquizado, cortina forestal de protección contra el viento, espacios verdes recreativos y un centro cívico comercial.
El dueño de Casino Club vive en Rada Tilly, frente al mar, en una casa de dos plantas, vidriada, de estilo racionalista. Ambientes grandes, seis habitaciones en la planta superior y paredes revestidas en cuero. Desde la pileta de natación cubierta y climatizada, Cristóbal se acostumbró a mirar el mar y pensar en el futuro.
También quiso incursionar en el negocio de los medios: en los 90 compró el 51 por ciento de las acciones del diario El Patagónico –que solía criticarlo en sus tapas– aunque al poco tiempo lo dejó abandonado y más tarde se desprendió del problema.
No todo son negocios en la vida del señor Tragamonedas. Le fascina el campo y la cría de caballos criollos. Por eso, participa habitualmente de las competencias con los equinos que cría en La Begonia, otro de sus establecimientos.
Allí, se dedica a la inseminación artificial y a la producción de la lana merino y de ahí proviene su vínculo con otro empresario emblema del menemismo, maltratado también por los medios de comunicación: Raúl Moneta. Disfruta de los buenos vinos y piensa invertir en el rubro. Un pingüino que lo visitó en su casa de Rada Tilly le contó a este diario que Cristóbal tiene entre sus preferidos al vino tinto Patrón Santiago, de las bodegas mendocinas Manuel López López. El propietario de Clear estudia incluso la posibilidad de hacer una oferta por esos viñedos que tanto lo deleitan.
Crítica de la Argentina intentó hablar con Cristóbal López para consultarlo sobre estos temas. Uno de los hombres de su entorno prometió un reportaje con fecha y hora: el sábado 16 de febrero a las 11 de la mañana, en las oficinas de Oil MyS en Comodoro Rivadavia.
A la cita acudió su socio Fabián De Souza, que dialogó informalmente con este cronista durante 40 minutos. Recién entonces informó: “López no viene. Tuvo un problema con el avión. Va a llegar esta tarde en vuelo privado porque hoy cumple 50 años uno de sus socios en Feadar, la concesionaria de Scania. Pero me dijo que te va a recibir. Siempre cumple con su palabra”.
Este diario pudo averiguar que, a esa misma hora, mientras transcurría la charla amable con De Souza, López estaba en Comodoro Rivadavia. El zar del juego estaba tomando un café con el socio K Lázaro Báez en el lobby del Hotel Lucania, el sitio que reúne a toda la clase dirigente de Comodoro. Cristóbal llevaba puesto un jogging negro y una chomba rosa. Una guardia de seguridad los escoltaba.
Sus hijos y su mujer, en el directorio de las empresas
Cristóbal López es un hombre muy familiero. Respalda la pasión de sus hijos por el Turismo Carretera y pone sus empresas a nombre de su esposa y de sus herederos. Cristóbal Nazareno, de 23 años, es presidente de tres sociedades. Desde el 4 de enero de este año, “Naza”, como le gusta que le digan, es socio de su padre en Lejano Sur SRL, una empresa dedicada a la fabricación y venta de indumentaria deportiva que además podrá comercializar mercaderías bajo el régimen de franquicias y uso de licencias. La representación estará a cargo de Nazareno. Es socio de su madre, Muriel Lucía Sosa, en Naem SRL, una firma de compraventa y alquiler de equipos, accesorios e indumentaria deportiva relacionada con todos los deportes, actividades aeróbicas y disciplinas afines. Y es socio de su mamá y su papá en More SRL, el sello bajo el cual la esposa de Cristóbal se concentrará en la explotación de gimnasios, que además puede dedicarse a la compraventa y explotación de inmuebles. También figura en Ganadera Santa Elena junto a su padre. Bajo ese rótulo incluye establecimientos ganaderos para la cría e invernada de ganado de todo tipo y especie, la comercialización de hacienda, cueros y frutos.
En el directorio de OIL M&S está su hijo Cristóbal Nazareno, su esposa y los hermanos Fabián y Osvaldo De Souza. El más chico de la familia, Emiliano, tiene 20 años y todavía no fue incluido en ningún emprendimiento. El año pasado ganó por primera vez la carrera que tantas veces había presenciado desde las gradas. Cristóbal grande espera con ansiedad que cumpla la mayoría de edad.
Los vínculos con Lázaro Báez, el otro preferido
Los nombres de Cristóbal Manuel López y Lázaro Antonio Báez se confunden cada vez más seguido. Forman parte de la nueva burguesía nacional que reeditó el kirchnerismo, muy a su manera. Sin embargo, algo los distingue del resto del pelotón. Son patagónicos, conocen a Kirchner desde hace muchos años y a nadie le sorprendería que aparecieran incluso asociados con el ex presidente en algún emprendimiento. Cerca de Cristóbal enfurecen cuando escuchan que los comparan. Es que López sentó las bases de su fortuna incluso antes de escuchar el nombre del santacruceño. “No se enriqueció de la noche a la mañana. No era cadete de un banco, hace años que es empresario y nunca quiso meterse de lleno en la obra pública”, dicen los hombres que rodean al dueño de Casino Club. Nadie niega que Cristóbal y Lázaro se conocen bien.
En 2007, entre los dos se alzaron con 14 de las 15 áreas secundarias que licitó la provincia de Santa Cruz. Los dos son candidatos firmes a la hora de imaginar una nueva compra de acciones de YPF por parte de capitales nacionales. Pero en los últimos tiempos, Lázaro dejó trascender cierto descontento por el trato predilecto que le otorgan a López, quien estaría incluido en todas las ofertas petroleras que hacen los empresarios K. Según cuentan los pingüinos, Enrique Eskenazi escuchó en su quinta de Don Torcuato los lamentos de uno de los hombres de negocios que hizo una oferta por la petrolera Esso. “Julio nos pidió que metiéramos a Cristóbal”, le dijo. “No te preocupes. A nosotros también”, le habría respondido el dueño de Petersen Energía.
Fuente: Diario Crítica

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