viernes, 21 de marzo de 2008

Hotel Sevilla , entre dos siglos.

Cuba - ¿Ha pensado usted en dormir en una habitación donde lo hizo Al Capone o en la que, más acá en el tiempo, usó ese otro personaje de la mafia que fue Santos Trafficante?
¿O las que utilizaron Josephine Baker, Imperio Argentina o Libertad Lamarque? ¿Lola Flores, Tongolele, Tin Tan, Pérez Prado? ¿Hugo del Carril o Jorge Negrete? ¿El pintor David Alfaro Siqueiros o el astro del ajedrez José Raúl Capablanca…? Todas esas posibilidades existen en el Hotel Sevilla. Allí transcurre parte de la trama de Nuestro hombre en La Habana, una de las novelas más conocidas de Graham Greene, que fue también huésped de la instalación, como lo fueron Georges Simenon, el creador del detective inspector Maigret, y Ernest Hemingway, que comenzó a escribir en una de sus habitaciones Por quien doblan las campanas. En este hotel, se alojaron asimismo Caruso y Rubén Darío, y también Mary Pickford, por eso el cóctel emblema de la casa lleva el nombre de “La Novia de América” dado que en uno de sus bares se elaboró esta bebida especialmente para ella.
En atención a los famosos que usaron de sus instalaciones, el Sevilla es un hotel con historia. Lo es, además, por lo dilatado de su existencia. Pronto se cumplirán cien años de su apertura. Fue el primer gran hotel de lujo con que contó la Isla, y hoy, con categoría de cuatro estrellas, por su confort y la excelencia de sus servicios, sigue ranqueado entre los preferidos. Contribuyen a esa preferencia su bellísima arquitectura, que remeda la entrada del Patio de los Leones del Alhambra de Granada, con arcadas, columnas y profusión de mosaicos. Y su excelente ubicación, a la vera del mítico Paseo del Prado y a escasos cientos de metros del Malecón habanero; en la frontera con La Habana Vieja, a la entrada del Centro Histórico de la ciudad, y a pocos pasos de grandes museos y acreditados bares, terrazas y restaurantes.
Por varias etapas transitó este hotel desde su fundación. Sus propietarios originales, españoles, lo vendieron en 1924 a una compañía norteamericana que también administraba el Hipódromo y el Casino Nacional y se empeñó en hacer de La Habana el Montecarlo de América. En 1939, quedó en manos de Amleto Battisti, uruguayo de origen italiano, cabeza de una de las cuatro familias del imperio mafioso de La Habana, quien lo convirtió en uno de los paraísos habaneros de los juegos de azar.
Don Amleto, que controlaba el tráfico de heroína hacia Estados Unidos, abandonó su hotel el mismo día del triunfo de la Revolución, 1 de enero de 1959, para refugiarse en la embajada uruguaya. Como equipaje llevaba varias maletas grandes cargadas de “sus ahorros”.
El Sevilla entonces se destinó en exclusiva al turismo nacional hasta 1989, cuando cerró sus puertas para una remodelación capital. Reabrió en 1993 con el esplendor que siempre lo caracterizó, pero modernizado.
Pertenece al grupo hotelero cubano Gran Caribe y lo opera, desde 1995, el grupo Accor, de Francia, una cadena que, con 4 000 hoteles en el mundo, sabe encontrar respuesta a todas las expectativas y deseos de darse una escapada hacia un lugar distinto.
Hoy la clientela del hotel es, en lo esencial, europea. Viajeros de Francia, Gran Bretaña y España, entre otras naciones, hacen allí realidad sus sueños y deseos en La Habana. Al confort de la instalación se une la calidad de su cocina y la amplia gama de cócteles de la que se disfruta en sus bares, así como sus propuestas culturales, que incluyen la presentación de artistas cubanos y un programa de cine silente en que los viejos filmes, como en los tiempos iniciales del cinematógrafo, se acompañan al piano. Su sala de reuniones La Cartuja brinda facilidades a un cliente más específico. El restaurante Roof Garden Torres del Oro, que corona el edificio de nueve pisos, impacta por su suntuosidad y regala una panorámica urbana que corta el aliento. La piscina resulta insoslayable.
Un hotel entre dos siglos. La concepción del servicio hotelero internacional en un ambiente que remonta al encanto de las primeras décadas del siglo XX y que coloca en manos del huésped la decisión de dejarse arrastrar, magia y sortilegio, por una vida exterior animada y movida.
FACILIDADES
Cuatro Estrellas. 178 habitaciones con aire acondicionado individual, teléfono, radio, TV por satélite, caja fuerte, minibar, cuarto de baño con secador del cabello.
Restaurantes
Torre del Oro. Cocina francesa e internacional en el Roof Garden, noveno piso. Desayuno, buffet y cena a la carta.
La Giralda / Restaurante buffet / Cena.
Bares
El Patio Sevillano. Servicio las 24 horas en un agradable patio con fuente / Bar Habana, noveno piso / Bar-Piscina
Servicios
Recogida de maletas. Servicio de habitaciones* las 24 horas. Galería comercial con tiendas.
Alquiler de coches**. Oficina de Cambio* y Farmacia. Acceso a Internet*. Servicios médicos. Se aceptan tarjetas bancarias Visa y MasterCard.
Zonas de Esparcimiento
Piscina exterior. Toallas. Tumbonas. Sauna y masajes*
Deportes/Ocio
Gimnasio. Veladas Temáticas. Orquestas.
Niños
Posibilidad de cuna para bebés (hasta 2 años) y una cama de niño en las habitaciones. Sillas para niños.
Convenciones
Sala de reuniones de 60 metros cuadrados; capacidad para 50 personas.
* Con suplemento.
** Actividades y servicios de pago independientes del hotel.
Fuente: solysonmagazine - Ciro Bianchi Ross

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