España - Al poner el pie en Las Vegas, todavía abrumado por esa cascada de luces destellantes que pierden todo su hipnotismo al clarear el día, una de las primeras cosas que escuchas de los recepcionistas de hotel o de los porteros de los clubs de estriptís es el código no escrito de la ciudad: Whatever happens in Vegas, stays in Vegas (todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas). Durante muchos años, miles de israelís han ocultado su afición al juego recurriendo a ese mismo código de discreción. Pero la actitud ha cambiado. Son tantos los que pierden la cabeza por los dados y la ruleta que las agencias de viaje han empezado a ofertar sin complejos vacaciones con al menos una parada en un casino.
En Israel el juego está prohibido, excepto la lotería nacional y las quinielas de fútbol. Pero la afición es desmedida. Según un informe de la policía enviado a una comisión parlamentaria encargada de estudiar una propuesta del Ministerio de Turismo para abrir el primer casino de Israel a orillas del mar Rojo, "cientos de miles de israelís son adictos a las apuestas ilegales". A este número habría que añadir a todos los que juegan a la lotería y las quinielas y a los que dedican sus vacaciones a hacer malabarismos con su dinero en los casinos o a bordo de cruceros.
Otro dato, este del fiscal general de Tel-Aviv: el 20% de los casos de bancarrota están relacionados con deudas acumuladas en el juego.
Hasta principios de la segunda Intifada, unos 3.000 israelís llenaban los fines de semana el casino de Jericó. En solo media hora se plantaban en el Hotel Intercontinental desde Jerusalén. Pero el estallido de la violencia convirtió el viaje en autobús hasta Jericó en un ejercicio tan osado como la más cara de las apuestas. Ahora los templos del juego más cercanos están en Taba y Sharm el Sheij, ambos en las playas cristalinas del Sinaí egipcio. "Tenemos una enorme presencia comparada a nuestra reducida población --decía a la prensa local un veterano israelí de los casinos del mundo--. Somos fáciles de identificar: somos ruidosos y desconsiderados".
Huyendo de juicios morales, las agencias de viaje han decidido satisfacer la demanda y empiezan a sacar tajada de esta querencia casi suicida por el juego. Los israelís prefieren destinos cercanos, más baratos y accesibles que Las Vegas. Bulgaria, Chipre, Croacia y Hungría son los predilectos, aunque crece la demanda de viajes a la excolonia portuguesa de Macao, hoy integrada con un régimen especial en la República Popular China. La estancia allí es relativamente económica y además los israelís no requieren visado.
En el 2002, la afición de este país por el juego traspasó las fronteras. Corrían los días más sangrientos de la Intifada y algunos lunáticos lo aprovecharon para convertir la muerte en un lucrativo juego. La apuesta consistía en acertar el lugar del próximo atentado suicida palestino.
Seis años después, el proyecto para construir el primer casino en Israel ha echado a andar. Se levantará en la ciudad balneario de Eilat. Con él las autoridades pretenden que se reduzca el negocio de las apuestas ilegales y la criminalidad asociada a este turbio submundo.
Fuente: elperiodico
sábado, 29 de marzo de 2008
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