USA - A los estafadores, tramposos y otros delincuentes les encantan los casinos. Con millones de dólares que cada día pasan por las manos de empleados falibles, un casino es como un banco pero sin los controles ni la burocracia.
El año pasado fue uno de los peores que se conozca en lo que a robos por empleados se refiere, de acuerdo con los organizadores de la Conferencia Mundial de Protección del Juego, que celebró su reunión anual en Las Vegas. Ello incluye un fraude mediante el que tres empleados del casino Orleans de Boyd Gaming en Las Vegas presuntamente robaron más de $1 millón.
Los casinos solían depender de las cámaras de vigilancia y de los supervisores del piso de juego para vigilar la conducta de los jugadores. Ahora han recurrido a tecnología más nueva para ayudar a parar a los tramposos.
Idealmente, los casinos nuevos tienen sistemas que funcionan así: según los clientes pasan por la puerta, cámaras conectadas a programas informáticos de reconocimiento facial los identifican y los clasifican como un apostador que regresa o un jugador nuevo.
De ahí en adelante, todo lo que hacen es vigilado. Si se sientan en la mesa de veintiuna, su ganancia y pérdida se registra, como también cuán bien jugaron en comparación con una ''estrategia perfecta''. Los pedidos de bebidas y sándwiches también se registran, para que el personal pueda preguntarles si quieren lo mismo.
El software de rastreo sobre las mesas alerta al casino sobre patrones estadísticos inusuales para que los administradores puedan intervenir antes de que se haya perdido una cantidad grande de dinero. Previamente, si alguien lograba introducir un mazo de naipes ya mezclado en un juego de veintinua o de bacará, eso solamente se detectaba tras haberse perdido cientos de miles de dólares y tras mirar las cintas de vigilancia por horas.
Los programas informáticos también les permiten a los casinos impedir que la gente ponga apuestas sobre la mesa de ruleta después de que la bola se ha detenido en un número, porque pueden detectar cuándo se ha colocado una ficha.
Los casinos nuevos también usan fichas de identificación por radiofrecuencia, las cuales les permiten rastrear cuánto dinero está llevando un jugador. Si un apostador se sienta en una mesa de bacará y pone fichas por valor de $2,000 sobre la mesa, el escáner de identificación de radiofrecuencia automáticamente las registra. El mismo escáner puede detectar que el jugador tiene otros $8,000 en el bolsillo y alertar al supervisor del piso de juego de que podría valer la pena convencer a este cliente de que se quede en la mesa.
Estas fichas también son difíciles de falsificar. Las fichas falsas han sido un problema para los casinos en todo el mundo y recientemente se las ha encontrado en juego en casinos de Malasia y de Las Vegas. La tecnología facilita escanear a los empleados para detectar fichas birladas.
Las máquinas tragamonedas ahora son casi por completo electrónicas y pagan cupones que pueden canjearse por dinero en la caja del casino. Esto reduce la cantidad de efectivo que está flotando por el casino y crea una huella electrónica de todas las transacciones.
Sin duda tales avances tecnológicos han dificultado mucho más las trampas. No obstante, hay aún muchos casinos que no pueden costear estos controles, lo cual los deja expuestos a los viejos métodos de estafa.
Los jefes de casinos también admiten que la tecnología hace que los empleados se descuiden: si dan por sentado que una computadora ya vigila a los clientes, es menos probable que lo hagan ellos.
La tecnología también puede ser usada por tramposos y ladrones.
Fuente: elnuevoherald
lunes, 3 de marzo de 2008
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