España - Las expectativas de que puedan rebajarse los rátings de las aseguradoras de bonos (monoline) representan precisamente el último episodio inquietante en la escena de la crisis que estalló el pasado verano, con un alcance todavía impredecible. Desde que Fitch bajó la nota a Ambac, la segunda del mercado, hace dos meses, el mercado mira con lupa a estas compañías, que son el colchón de los mercados pues garantizan tanto deuda púbilca como privada.
Según los expertos, la reducción de su calificación podría colapsar el sistema, ya que estas firmas aseguran 2,4 billones de dólares. “Una rebaja del ráting de las monoline podría producir un recorte en cascada de los rátings de otras compañías”, señala Juan Ramón Caridad, socio director de Atlas Capital. Según este experto, si esto llega a suceder, se empezarán a ver problemas graves en el acceso al crédito y los costes de financiación de las empresas no financieras, algo que, por el momento, no está sucediendo.
¿Qué implica una rebaja de ráting?
El ráting que aplica una agencia de calificación crediticia da pistas sobre la solvencia de una compañía y las dificultades que tiene para hacer frente al pago de la deuda que ha emitido. Cuando se produce un empeoramiento de la calidad crediticia, la compañía tiene que pagar un interés mayor en sus bonos porque el inversor asume un riesgo más elevado y, por lo tanto, se encarece su financiación.
“Lo que ocurre cuando a una empresa le bajan el ráting es que tiene que reestructurar su balance para aumentar su liquidez, de forma que ésta se sitúe acorde al crédito que tiene contraído. Se puede hacer de dos formas, bien vendiendo deuda de buena calidad, o bien vendiendo activos de renta variable”, explica Caridad. Es decir que un recorte de la calificación de la calidad crediticia de una compañía implica dificultades para la empresa. También es cierto que el impacto depende del nivel de la rebaja.
Las agencias de calificación adjudican códigos para indicar la mejor o peor calidad de crédito, desde el AAA, que indica la mejor calidad, hasta el D, que supone la bancarrota, en el caso de firmas Standard & Poor’s y Fitch, y los equivalentes Aaa y C, de Moody’s (ver cuadro) No es lo mismo bajar de A3 a Baa1, tomando por ejemplo la clasificación de Moody’s, que de Baa3 a Ba1. En el segundo caso, el incremento de la rentabilidad que la compañía en revisión tendría que pagar por sus bonos puede suponer cuatro veces más que cuando, tras el recorte, el ráting se mantiene en un grado de calidad relativamente alto, como es Baa1.
En un contexto como el actual de gran incertidumbre sobre la marcha de la economía y el impacto en los resultados de las empresas, el mercado está anticipando un deterioro significativo de la calidad crediticia. Mientras los spreads (diferencial de la rentabilidad que pagan las empresas en sus emisiones de renta fija frente a la que ofrece la deuda del estado) de los bonos corporativos se han ampliado, pero moderadamente, los indicadores Itraxx, índices que miden la cobertura de riesgos en renta fija privada, se han disparado en las últimas semanas en todas las calidades crediticias (ver gráficos). “Esto refleja el miedo que hay entre los inversores”, apunta Caridad.
Bonos corportativos
“Los bonos corporativos han sufrido mucho, como cabía esperar, como consecuencia de la crisis crediticia y de liquidez que comenzó el pasado verano. De hecho, los spreads se han multiplicado por tres, más o menos, dependiendo del nivel de ráting, plazo, sector y divisa”, dice Santiago Churruca, director de inversión de Private Wealth Management de Deutsche Bank.
Lo cierto es que la tasa de impagos a nivel global ha repuntado en enero por segundo mes consecutivo. “Los impagos ya han subido sustancialmente, aunque desde niveles históricamenente bajos. Es previsible que aumenten aún mucho más conforme ciertos agentes tengan que hacer frente a obligaciones y se encuentren sin liquidez. Los sectores más expuestos son, obviamente, los más apalancados, destacando el inmobiliario y, por supuesto, el bancario”, afirma Churruca.
Con todo, éste no es un problema que parezca que pueda afectar, en principio, a las empresas españolas, que cuentan con un nivel de solvencia medio bastante elevado. Sólo las compañías dedicadas al sector del juego Codere y Cirsa se encuentran con una calificación de riesgo, según las agencias de ráting.
Precisamente destacan las buenas calificaciones de las entidades financieras, un sector bajo extrema vigilancia en todos los mercados internacionales. “Los bancos españoles tienen en general un perfil financiero muy fuerte, con un nivel de solvencia y calidad de activos muy buenos, y bastantes reservas de partida para hacer frente a lo que pueda venir ahora. Cuentan como fortalezas con cuotas de mercado elevadas en los mercados en los que operan, y buena diversificación en el plano de los clientes”, comenta Jesús Martínez, analista de Standard & Poor’s.
Bajo vigilancia
Con todo, Martinez advierte que “venimos de un periodo muy expansivo, para adentrarnos en un entorno menos favorable para las entidades”. Esto no significa, según Martínez, que haya riesgo inminente de bajadas de ráting, que están calificados como “estables”. Pero este experto reconoce que la agencia “va a vigilar de cerca la marcha de una serie de variables que pueden acabar produciendo algunos desequilibrios en las cuentas de los bancos: el desempleo, variable clave en la evolución de la morosidad; el sector de la promoción inmobiliaria, cuya debilidad también puede aumentar la morosidad, y la situación del mercado respecto al acceso a la liquidez”.
Fuente: Expansión
domingo, 2 de marzo de 2008
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