España - El juego de cartas más famoso del mundo cambia sus reglas para adaptarse a internet, donde decenas de valencianos prueban suerte.
Las Vegas, hogar de los sueños de riqueza de centenares de personas que buscan en sus casinos la promesa que Hollywood les hizo de dinero fácil. Millonarios que apuestan su patrimonio, y su vida, en un golpe de azar. Miles de dólares en premios navegan por océanos de barajas de naipes. Una película americana que poco tiene que ver con la realidad del siglo XXI. Internet se ha convertido en el escenario donde actúan miles de casas de apuestas. La nueva generación de jugadores de póquer rechaza la influencia de la suerte y aplica la lógica matemática para conseguir verdaderas fortunas.
Millones de internautas de todos los puntos del planeta participan a diario en partidas de cartas en red. La mayoría juega por diversión, la minoría -miles de personas- han hecho del póquer su forma de vida. "Los naipes son el único juego de casino donde se puede ganar dinero. ¿Por qué? Sencillo, no buscas desplumar a la banca, sino al resto de jugadores. En el juego sólo existe un axioma, la casa nunca pierde", explica el valenciano de 24 años Raúl Mestre, jugador profesional considerado por los entendidos como el mejor español de los tapetes on line.
La historia de Mestre no es un hecho aislado. El prototipo de jugador americano de copa y puro ha quedado obsoleto. La nueva generación de "ciberjugadores" se caracteriza por ser veinteañeros con capacidad para los números y la estadística. "Empecé a jugar con 19 años, como la mayoría de mis compañeros. En un artículo leí que un tío había ganado miles de dólares en mesas de internet. La curiosidad me pudo y empecé a investigar y buscar libros sobre póquer, ahí empezó mi carrera", comenta Mestre, que explica como dejó los estudios para dedicarse "exclusivamente a las cartas".
La imagen de grandes millonarios arriesgando sus fortunas a una sola mano queda relegada a noches puntuales en los grandes casinos. La realidad diaria muestra un abanico de profesionales y aficionados que no entienden de cuenta bancaria. El número infinito de mesas y manos en juego hace accesible este mundo a todos los públicos. "En mi primera partida invertí 80 euros. Hoy en día es complicado cuantificar el total de mi crédito. Tengo cuentas en infinidad de casas de apuestas on line de todo el mundo", asevera Mestre que comenta como en la red "existen tantos jugadores que se puede encontrar mesas con apuestas de 10 euros hasta miles de dólares".
Las partidas en vivo parecen relegadas al disfrute de viejos jugadores románticos que añoran las timbas de habano y coñac. En los grandes torneos de póquer se barajan cantidades de dinero exorbitantes, pero en ellas, ganan unos pocos y pierden demasiados. "Internet es el presente y futuro del juego porque es donde está el dinero. Nadie puede vivir de jugar sólo los grandes torneos off line. Mi tiempo es demasiado valioso para perderlo en jugarme mis ganancias en el azar de una mesa en vivo", afirma Diego Pérez, compañero de juego de Mestre.
La lógica guía todos los planteamientos vitales de los ciberjugadores profesionales. Una cuidada estrategia matemática es la llave para conseguir el éxito en esta disciplina. "Cuando llevas jugadas 100.000 manos seguidas el azar desaparece. Ganar una partida puede ser cuestión de suerte, hacerlo en miles implica algo más complejo".
"En los grandes eventos te encuentras con los grandes nombres del póquer. Pero si eres el número 10 del mundo y te enfrentas a los nueve mejores, ¿quién es el primo de la mesa?", explica Diego, que matiza que la clave del juego "no está en ser el número uno, sino en ser el mejor en tu mesa".
El gran atractivo que tiene el póquer on line para los profesionales estriba en la gran cantidad de partidas en las que se puede jugar al mismo tiempo. Esta circunstancia multiplica las manos que se reparten en una hora, aumentando proporcionalmente la cuantía de premios en liza. "Normalmente participo en una media de 12 mesas al mismo tiempo. La idea es rentabilizar al máximo la hora de juego", expone Mestre, que explica como tiene instalados en su habitación cuatro monitores de ordenador para poder visionar el mayor número de partidas posible.
Jornada laboral de 12 horas
Grandes fortunas en poco tiempo. Dinero fácil con sólo aplicar una estrategia matemática a un juego. El atractivo de los ríos de champagne y la cama llena de billetes de 100 dólares esconde una realidad muy distinta. Los jugadores de póquer profesionales se entregan a maratonianas jornadas de juego y estudio que no bajan de las 12 horas ininterrumpidas. Adaptan su reloj biológico al horario de los casinos estadounidenses, lo que implica, en muchas ocasiones, no ver la luz del sol en días.
"No soy profeta del póquer. Son miles de horas de dedicación, hasta que alcanzas nivel, y cuando lo logras, sigues investigando para no quedarte obsoleto. Vives exclusivamente para el juego y sus entresijos. Si tienes una familia, un sueldo estable, eres feliz en tu trabajo no entiendo para que vas a sacrificarlo todo por una promesa de dinero", asevera Mestre, que matiza que se puede disfrutar del póquer on line "como hobby, pero para nosotros es un trabajo del cual quiero jubilarme en tres o cuatro años porque es realmente duro".
La seguridad de la que hacen gala los ciberjugadores ofrece una visión de ensueño del juego. Ganar grandes cantidades de dinero moviendo un ratón de ordenador es el anhelo de miles de personas. Pero hay algo fundamental en todo juego. "Para que unos ganen otros han de perder". ¿Se plantan o quieren carta?
domingo, 2 de marzo de 2008
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