domingo, 20 de enero de 2008

Casinos en el aire

España - Los monegrinos aguardan, expectantes, al plan que transformará su olvidada tierra para siempre.
«Aquí siempre hemos vivido mirando al cielo, esperando el agua... Cuando no cae, es la ruina. Si la cosecha se criara con cierzo, seríamos los más ricos de España». El viento helador del Norte se cuela entre las casonas de Castejón de Monegros, en el corazón de este desierto vivo de Europa, como rezan los eslóganes publicitarios. Alfonso Sarrate y Juan José Mayoral hablan de su tierra con el cariño que uno amasa hacia los paisajes. Los Monegros, dicen, han sobrevivido gracias a la lotería de las nubes y al azar de los números de un canal de riego que traza una cicatriz de verdura en la blanca tierra salpicada de romero, sisayos y albardín. Ahora, Los Monegros van a cambiar la senda de su destino. En pocos años, dicen, florecerá un híbrido entre Orlando y Las Vegas en esta tierra de secano, blanca de yeso y sal. Pásmense: 17.000 millones de euros de inversión en quince años, 32 casinos, cinco grandes parques temáticos de los que tres (Spyland, el universo de los espías; Aquántica, un gigantesco parque acuático y Space Port, centrado en el espacio) están ya confirmados, 65.000 empleados, 200 restaurantes, tres campos de golf (uno, con su museo, auspiciado nada menos que por la PGA),70 hoteles, una Ópera, un Palacio de Congresos, más de 100.000 visitantes diarios llegados de todo el mundo...
Se llamará Gran Scala, ocupará 2.025 hectáreas (para que se hagan una idea, el cuadrado central tendrá cuatro kilómetros y medio de lado) y, visto desde el aire, el complejo tendrá el aspecto de una ofiura, un organismo marino parecido a las estrellas de mar, pero de brazos más flexibles. «Es un complejo que va a transformar el ocio de Europa, un concepto único en el mundo: casinos y parques de atracciones juntos. Habrá salas de juego de más de 5.000 metros cuadrados», explica desde Biarritz Álex del Moral, responsable de Comunicación de Spyland.
«La verdad es que es un proyecto que asusta», sonríe Arturo Aliaga, consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de Aragón y una de las tres personas que, durante casi dos años, ha negociado en absoluto secreto el aterrizaje en Huesca de un entramado de doce inversores internacionales acogidos bajo la denominación International Leasure Development, con sede en Londres, e integrado, entre otras, por empresas francesas, libanesas, estadounidenses y australianas. «Mire, esto o es grande o no es. Se trata de crear una atracción turística, de crear un destino que será visitado por cientos de millones de personas. La gran ciudad del ocio de Europa. ¿Cuál es el motor de todo esto? Ja, ja. El dinero. ¿Qué otra cosa mueve el mundo?», dice, con la convicción ciega de los financieros, Jaime Riera, accionista minoritario del complejo y coordinador del proyecto Grand Scala. «La elección de Los Monegros no es para nada casual. Aragón es una zona muy activa dentro de Europa. El 80% del PIB de España -Cataluña, Madrid, País Vasco- está a mano de Aragón, una región muy bien comunicada», apunta Álex del Moral.
Al borde de Los Monegros transcurren la autopista AP-68, la N-II, el trazado del AVE Barcelona-Zaragoza (los políticos hablan ya de un ramal que conecte con la estación de Tardienta) y en un área próxima se encuentran los aeropuertos de Zaragoza, Huesca y Lérida. La comarca es atravesada por dos gasoductos, por un canal de riego, por líneas de alta tensión... El consejero Aliaga plantea ya una conexión rápida por carretera con Francia, una autovía de Bujaraloz a Huesca. Se trataría de poner a Los Monegros cerca de todas partes. «Para que los turistas vengan y vayan con comodidad. A esquiar al Pirineo, a comer a San Sebastián o a visitar el Guggenheim, a bañarse a las playas del Mediterráneo o a recorrer las salas de El Prado. ¿Está todo pensado, amigo!», se entusiasma el consejero aragonés. «¿Increíble? Yo pongo un ejemplo. ¿Sabe cómo era la Ribera Alta antes de llegar General Motors? ¿No? Pues hoy se han creado allí 8.000 empleos directos y otros 6.000 indirectos», dice, tajante.
Y hay fechas. La primera piedra de Grand Scala, aseguran sus promotores, se pondrá al día siguiente de la clausura de la Expo de Zaragoza, el 16 de septiembre de este año. Las obras de las primeras fases concluirán en 2011, año en que está prevista la inauguración parcial del complejo.
De Los Monegros, al cielo
«Ahora dicen que de Los Monegros vamos a ir al cielo rápido. ¿Por qué? Porque nos van a poner una 'gran escala'», bromea Susana Germán, vecina de Monegrillo. Allí tiene casa el cineasta Bigas Luna, enamorado de la comarca y que conserva en su jardín, convertidas en asiento metálico, las turmas del toro de Osborne, icono en el 'Jamón, jamón' de Penélope Cruz y Javier Bardem. Bigas Luna ha sido uno de los pocos que ha colocado Los Monegros en el escaparate público. Más grande que Vizcaya con sus 2.764 kilómetros de extensión, en Los Monegros sólo viven 20.000 personas en 98 núcleos de población (apenas 7 por kilómetro cuadrado; eso sí toda la comarca tiene conexión 'wifi' gratuita) y la mayor parte, mayores. Los Monegros es tierra de emigración.
«En el último siglo, esta comarca ha perdido 100.000 habitantes», cabecea en su despacho del Ayuntamiento de Grañén, Manuel Conte, presidente comarcal. Este antiguo comunista y trabajador en la Olivetti barcelonesa radiografía su tierra al detalle: caen menos de 200 litros de agua al año, hay 80.000 hectáreas en regadío artificial, la extensión más grande de Europa, y otras 100.000 hectáreas de zonas protegidas por su interés faunístico y natural, nueve pueblos de colonización fundados en los años 60 para revitalizar la comarca y un pasado de lucha por el agua. Los canalistas, como su abuelo Anselmo Conte, se partieron la cara para reverdecer las yermas fincas. Porque, sostiene Conte, la suya es una tierra de gente sufrida, pero inconformista, organizada y de izquierdas, como atestiguan las trincheras y búnqueres reconvertidos en atractivo turístico. Una ruta bautizada con su nombre recuerda también al escritor George Orwell, que recorrió estos montes de encinas negras y chaparros con el chopo al hombro durante la Guerra Civil. «¿El futuro? No sé. Dicen que en unos años podemos ser el segundo núcleo de población tras Zaragoza. ¿Consecuencias? Mestizaje, y eso es bueno. Y vendrá mucha gente. Somos tierra de emigración ¿cómo vamos a decir que no a los forasteros si yo tengo más familia fuera que en Los Monegros?»
«Más escuelas»
«Se dicen tantas cosas... La incertidumbre es lo que más te desorienta. Estamos todos muy acostumbrados a que nadie se acuerde de Los Monegros», dice Carmen Lacasa, integrante de la muy activa Coordinadora de Mujeres monegrinas. «Se trata de asentar población para tener servicios. Este año, por primera vez en un siglo, ha habido crecimiento vegetativo -explica Margarita Périz- y ha sido por la emigración».
En la escuela de Castejón,Cristina Cuesta y Paquita Buil, maestras, pasan lista mental a los 31 chiquillos. Siete son de origen polaco y uno boliviano. Son los nuevos tiempos. «¿Cómo somos los monegrinos? Hostiles, como la tierra, y te crían así. Te endureces. Hay que tener narices para vivir aquí. Lo más fácil es marcharse», explica Paquita.
«Algo así sería bueno para todo el mundo. Esta zona ha estado muy discriminada», explica en su casa de Castejón Lorenzo Ezquerra, concejal y antiguo emigrante por media España con su cosechadora. Aquí o en los cercanos pueblos de La Almolda, Valfarta y Sena se situará el complejo llamado a ser el rincón europeo del ocio. «Terreno tenemos mucho y bueno. Pero de las 16.643 hectáreas de este pueblo ¿sabe cuánto regamos? (hummm, siempre el agua). Aún no llegan a 800. Dicen que va a haber muchos casinos y hay gente a la que eso no le va bien. Pero mi yerno, que trabaja para la Expo, me ha dicho que, si esto va adelante, se retira aquí», dice. «Aquí Bruselas ha pagado por no sembrar, por dejar la tierra yerma. Y ahora, esto. Sería como darle la vuelta a Los Monegros», se ilusiona el empresario Juan José Escanero.
En la biblioteca municipal, el Grupo de Bolilleras se afana en sus tareas. Consuelo Serrate y Julia Villagrasa hablan del futuro inminente, de sus temores, como dicen otras mujeres, «a las putas y a los jugadores». «Nadie quiere que le pongan nada malo en el portal de su casa», apunta Julia. «Pero, si viene tanta gente, tendrá que haber más colegios, más hospitales... Y vendrán familias normales. Y se irán a Monegrillo a comprarle queso de oveja al pastor», ríe, esperanzada, Susana Germán.
Por: JULIÁN MÉNDEZ - El Correo Digital

No hay comentarios.: