Argentina - Los hoteles son en la actualidad lo que fueron los shoppings en los noventa.
En la era menemista, toda estructura espléndida y bien ubicada, siempre de valor patrimonial, tuvo como destino interiores refrigerados, con mucho vidrio, mármol y dorado, rematados por el infaltable despliegue democrático del patio de comidas. Las Galerías Pacífico, el Abasto, el Patio Bullrich, el Spinetto y hasta la "escuela shopping" de los tiempos de Carlos Grosso ganaron visibilidad pública al pasar a integrar el collar de centros urbanos de consumo.
El siglo que debutó con el fin de la convertibilidad trajo también su pan bajo el brazo. Además de la bendición sojera, llegó el turismo global, atraído por la ecuación oferta cultural, bife y tango, que en la Argentina del 3 por 1 cerraba perfecto la relación costo-beneficio. Las divisas que ingresaron los turistas alentaron a los inversores dispuestos a enriquecer, desde Purmamarca al Calafate, una infraestructura hotelera francamente deficitaria. El nuevo frenesí tiene la forma de un hotel, llámese boutique , cadena cinco estrellas, gay friendly , superspa, megaresort o estancia relais .
En esta carrera, uno de los blancos más preciados han sido edificios monumentales, por el valor agregado de la noble arquitectura, con ejemplos cumbre como los palacios Alzaga Unzué y Duhau.
Hoy, la ola expansiva alcanza nuevos objetivos: la arquitectura escolar del La Salle y el ex Club Tigre. Gracias a los cruzados del patrimonio de la asociación Basta de demoler , encabezada por Santiago Pusso, un director de coros con apasionado compromiso ciudadano, estos temas ya no son materia de debate de especialistas. Toman estado público e inspiran abrazos proteccionistas.
En Tigre, el intendente Sergio Massa, de carrera meteórica y para muchos el delfín del matrimonio Kirchner, deberá mediar en el destino de la que fue la quinta Cobo Anchorena. El grupo inversor quiere tirar la casa y levantar un hotel, casi una réplica del viejo Tigre Hotel que, hasta su demolición, escoltaba el Casino de Tigre en el que funciona un magnífico museo.
Aunque la piqueta va más rápido que los argumentos, los cruzados de Basta de demoler no piensan quedarse con los brazos cruzados.
Fuente: La Nación - Alicia de Arteaga
miércoles, 30 de enero de 2008
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