España - La industria del juego se expande cada vez con mayor fluidez, por caso, en lugares como Vietnam, Filipinas, Singapur y kazakhstan. Los gobiernos de Taiwán, Tailandia y Japón están considerando legalizar los casinos. Los trabajadores de la salud mental temen que la ludopatía alcance proporciones epidémicas en años venideros.
Una decena de personas se reunieron en el modesto centro comunitario de la Asociación Evangelista Industrial en Macao, donde el reverendo Jimmy Tan toca la guitarra y entona canciones cristianas junto al grupo. Algunos llegan bien pasadas las 9.30, hora de inicio de la reunión, pero a nadie parece importarle: muchos tienen varios trabajos y horarios complicados. Sentados en un semicírculo de sillas de plástico, ingenieros, policías, trabajadores de la salud y empleados de casinos tienen algo en común: todos son adictos al juego.
El grupo se reúne una vez por semana para escuchar hablar a Tan, y para compartir sus historias con esposas enojadas, usureros y reincidentes. Una enfermera joven que no había apostado durante seis meses admite haber vuelto a jugar cuatro días atrás luego de una pelea con su marido. "El quería dinero para otorgarme el divorcio", dice esta madre de dos hijos. Perdió 515 dólares al bacarat.
Un ingeniero bien vestido cuenta que hasta pensó en raptar chicos para, con el rescate, poder pagar su deuda de juego de U$S 500.000. Tan ya escuchó estas historias antes. Escucha con paciencia y muestra una presentación en PowerPoint sobre la forma de enfrentar una adicción. "No lean las revistas de carreras y no lleven consigo mucho dinero. Y no entren a casinos", advierte.
Desde ya que es más fácil decirlo que hacerlo. Para llegar a casa después de las reuniones, estos adictos deben atravesar un laberinto de casas de juego en Macao, con tentadoras luces de neón y un ambiente cuidadosamente calculado para alentar las apuestas. La tentación está por todas partes. Desde que la ciudad comenzó a otorgar nuevas licencias de juego hace cinco años, el número de casinos se duplicó a 27, impulsando el turismo y las inversiones y revitalizando la economía de Macao (la industria del juego de la ciudad recaudó 6.950 millones de dólares en 2006, con lo que Macao superó a Las Vegas como ciudad con ganancias anuales más altas procedentes de las apuestas). Pero para una pequeña proporción de residentes como los que participaron de la reunión de Tan, el boom de las apuestas resultó una maldición que alimentó su adicción. Para los jugadores habituales y para aquellos proclives a desarrollar el hábito, "Macao es realmente peligroso hoy en día," afirma Ava Chan, ex asesora del Centro de Asesoramiento a Apostadores Patológicos de Macao. "Al lado de una casa hay máquinas tragamonedas. Enfrente, casinos. La sociedad no percibe el problema. Sólo piensan: Crecimiento económico, no hay problema."
RAPIDA EXPANSION
Pero Asia tiene un problema de juego: y como la industria se está expandiendo con rapidez por la región, los trabajadores de la salud mental e investigadores temen que la ludopatía alcance proporciones epidémicas en años venideros. En Vietnam, se inaugurará en 2009 un resort de juegos de lujo (se invirtieron U$S 4.000 millones) al lado de Ciudad Ho Chi Minh. Ya se ha avanzado en las negociaciones para instalar un par de complejos de casinos en Singapur. El gobierno filipino planea inaugurar en Manila Bay un complejo de juegos que dará empleo a 40.000 filipinos. Para atraer a apostadores chinos del otro lado de la frontera, Kazakhstán está creando la denominada "Las Vegas de las estepas" en Kapchagai y Shchuchinsk. Los gobiernos de Taiwán, Tailandia y Japón están considerando la legalización de los casinos. Según la consultora Merrill Lynch, se espera que las empresas de juego de azar inviertan 71.000 millones de dólares en Asia en los próximos cuatro años.
Es imposible predecir cuántos asiáticos se volverán adictos a medida que aumente su acceso a las apuestas, pero "serán víctimas", asegura Rachel Volberg, socióloga y experta en adicción al juego, que en 1999 fue una de los coautores de un estudio que examinaba el impacto del juego de apuestas en Estados Unidos y que determinó que la presencia de casinos e hipódromos en el país del norte duplica la presencia de ludopatías en un radio de 80 km. En todo el mundo, según Volverg, la introducción del juego típicamente triplica o cuadruplica la tasa de adicciones en los primeros cinco años.
El juego de azar está arraigado en la cultura de la región y los asiáticos podrían ser más vulnerables si el juego es habitual. Hong Kong -que prohíbe los casinos pero tiene una industria del juego de 13.000 millones de dólares con sus hipódromos, su lotería y las apuestas deportivas- posee uno de los promedios más altos del mundo de apuestas per cápita (casi 2.000 dólares anuales), según cifras del Hong Kong Jockey Club. Y las tasas de adicción parecen ser más altas. Un estudio realizado en 2004 por la Universidad de Queensland (Australia) determinó que los chinos tenían casi 50% más de probabilidades de desarrollar una adicción al juego que los caucásicos.
JUEGO Y RELIGION
Aunque el partido comunista chino consideró a las apuestas uno de "los seis males" (junto a las drogas ilícitas, el tráfico de seres humanos, la pornografía, la prostitución y la superstición), las religiones orientales como el budismo y el taoismo no condenan estrictamente al juego por dinero. "Las apuestas son consideradas una forma moralmente aceptada de ganar dinero," explica Peter Ong, presidente del Grupo de Hospitales Tung Wah, que supervisa el programa de adicción al juego del centro Even de Hong Kong.
En Asia, las apuestas son consideradas un juego inocuo. Los torneos de mah-jongg (juego de mesa que tiene cierto parecido con el rummy ya que su objetivo es formar grupos de fichas, como escaleras de números consecutivos de un mismo palo o bien tres o cuatro fichas iguales) en los que corren apuestas bajas son una costumbre en toda reunión familiar china, incluso en los funerales.
Según los analistas, uno de los motivos por los que esta región no esté preparada para una oleada de nuevos adictos es la reticencia y la vergüenza que se siente en Asia frente al tratamiento psicológico. E incluso quienes reconozcan la necesidad de ayuda psicológica pueden tener dificultad para encontrarla, dado que existen pocos programas de ayuda a los jugadores compulsivos y poca ayuda económica para crear nuevos programas.
En Macao, el centro de la Asociación Evangélica Industrial es una de las apenas tres organizaciones que ofrecen asesoramiento al creciente número de adictos de la ciudad. La única organización pagada por el gobierno, el Resilience Centre, se inició hace dos años y emplea sólo tres consejeros. En 2006, Recovery Circle, una clínica para adictos a drogas de Manila, empezó a ofrecer reuniones semanales de Apostadores Anónimos. Cuenta con seis asesores pero sólo 10 o 15 asistentes. La clínica depende del arancel que pagan los pacientes que no alcanza a cubrir el presupuesto, por lo que hay aporte del personal.
EFECTOS NO DESEADOS
El efecto nefasto que esta adicción tiene en la comunidad, sostienen los expertos, quizás obligue a las ciudades volcadas a las apuestas a establecer y financiar programas de tratamiento. Un jugador en problemas puede afectar negativamente a 10 a 17 personas al pedir dinero, no desempeñar bien su trabajo, resentir las relaciones familiares, robar y suicidarse, según Casino Watch, un grupo estadounidense en contra del juego de azar. Un estudio que se llevó a cabo en 2003 en el centro de investigación y prevención del suicidio de la Universidad de Hong Kong determinó que los problemas económicos relacionados con las apuestas incidían en más de uno de cada cuatro de los suidicios ocurridos precisamente en Hong Kong.
En este marco, los programas de tratamiento ayudan. Cuando en 1988 se introdujeron en Nueva Zelanda máquinas tragamonedas y de póker computarizadas, los operadores de juego financiaron una línea telefónica nacional de emergencias de juego, centros de asesoramiento, campañas de concientización e investigación. Como resultado, las tasas de adicción al juego cayeron de 7% en 1991 a 3% en 1999.
Algunos líderes asiáticos parecen reconocer la necesidad de tomar medidas para proteger a los más vulnerables. En julio de 2007, el Consejo nacional de problemas del juego de Singapur presentó un código de práctica de juego responsable, solicitando a los casinos la exhibición de números de líneas directas nacionales para contener a los adictos y la capacitación de personal para ayudar a los jugadores en problemas. Para que los residentes de Singapur que no pueden darse el lujo de perder dinero se mantengan lejos de los dos nuevos casinos que abrirán en 2009, se les pedirá a los residentes que paguen un depósito de 68 dólares tan solo para trasponer la puerta.
Fuente: eldia.com
martes, 29 de enero de 2008
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