domingo, 27 de enero de 2008

Maestros del engaño

España - Son jóvenes y, gracias a Internet, sobradamente preparados. El póquer se ha convertido para ellos en una forma de vida, muy alejada de las viejas timbas.
TODOS señalan a Chris Moneymaker como el hombre que lo cambió todo. El apellido de esta moderna Cenicienta no es un seudónimo, sino un anticipo del destino. Moneymaker demostró que con algo de suerte cualquiera puede hacer de su cuenta algo no tan corriente. Este antiguo contable de Atlanta, nacido hace 32 años, se ganó el derecho a participar en las Series Mundiales de 2003 tras imponerse en un torneo de Internet cuya inscripción costaba 39 dólares. En su primera competición en vivo, el 'fabricante de dinero' se llevó dos millones y medio de dólares y dio de comer faroles memorables a los mejores profesionales. Humberto Brenes, el hispano más laureado junto al español Carlos Mortensen, fue una de sus víctimas: «Tal vez fuera bueno que me ganara aquella mano», admite el costarricense, «porque gracias a él el póquer da ahora mucho más dinero».
En la PokerStars Caribbean Adventure (PCA), celebrada en las Bahamas a principios de enero, también con más de dos millones de dólares para el primero, sentarse junto a Moneymaker era sentirse un pececito en una piscina infestada de tiburones. Como sentencia Matt Damon en la película 'Rounders', «si en media hora no puedes detectar al primo de la mesa, entonces es que el primo eres tú».
El perfil del profesional, no obstante, ha sufrido una cirugía brutal en la última década, no digamos desde los tiempos de 'El jugador' que con tanto conocimiento retrató Dostoyevski. Ahora cualquiera (de nuevo la palabra mágica) tiene derecho a enseñar los dientes, respaldado o no por las mejores cartas. Se ha impuesto la moda de las gafas de sol, gorras y capuchas de diverso pelaje, además del imprescindible reproductor de música. La posibilidad de jugar en Internet más horas de las que tiene el día ha criado una generación de profesionales casi adolescentes, con más facilidad para los números que para las relaciones sociales. En su mayoría desdeñan el tradicional ambiente de whisky, copa y puro, y se toman el juego como una profesión cercana a las ciencias o el ajedrez, pero con más dinero.
El dinero está en la Red
El español Raúl Mestre, uno de los mejores del mundo con un ratón de por medio, ha instalado cuatro pantallas en su ordenador para jugar con comodidad en una docena de mesas a la vez. Él es de los que piensan que no tiene sentido jugar en vivo porque «el dinero está en Internet». En la Red se pueden jugar muchísimas más manos a la hora y, además, seleccionar antes las mesas en busca de «donantes».
Brenes confiesa que él sí ha vivido el tiempo de las tres 'P', «parranda, póquer y putas, además de los tramposos», pero asegura que es cosa del pasado. «El juego se ha vuelto más legal y abierto, todo está reglamentado y hay muchos mecanismos para evitar las trampas».
El ganador de la PCA en las Bahamas, el francés Bertrand Gospellier, alias 'ElkY', era un profesional del videojuego de estrategia StarCraft, algo que, aunque parezca increíble, es posible en Corea. Hace siete años empezó a aplicar sus habilidades en el póquer y, con el estilo agresivo característico de la Red, ha demostrado que las mesas en vivo tampoco se le resisten. Sólo en los torneos del European Poker Tour ha ganado más de cuatro millones. Cuando un rival dice de él que es «un bastardo sin alma», lo está elogiando.
Cinco de sus siete rivales en la mesa final procedían de Internet, auténtica fábrica de profesionales, donde un jugador puede deducir pautas de comportamiento pero no leer los 'cantes' o tells de sus contrincantes. El único finalista veterano, más avezado en la lucha psicológica, era el estadounidense de origen vietnamita David Pham. 'El Dragón' fue uno de los 46 supervivientes, de 145 pasajeros, que llegaron a las costas del sueño americano hace ahora 24 años, cuando él tenía sólo 17. Una vez allí aprendió el juego de un primo suyo que tenía un negocio de limpieza y ya se había labrado cierta reputación en Las Vegas. Dos brazaletes de las Series Mundiales demuestran que no sólo es un hombre con suerte.
El circuito es un mundo por lo general masculino, aunque la noruega Annette Obrestad, de 19 años, dio la campanada al ganar las Series Mundiales (WSOP, por sus siglas en inglés) la primera vez que estas salían de Las Vegas. Fue en Londres, el pasado septiembre. En Internet ya era temida bajo el pseudónimo de 'Annette_15'.
La espectacular Vanessa Rousso, la primera mujer que llegó a una mesa final de las WSOP, no cree que sea un mundo machista, aunque confiesa que en sus comienzos se aprovechaba de su aspecto: «Al ver a una mujer se relajaban. Además, casi siempre pensaban: 'rubia y joven, tiene que ser estúpida y sin experiencia'. En cuanto empecé a salir en televisión aquella ventaja se esfumó».
En España, los jugadores son pocos y por lo general mal avenidos, divididos entre los presenciales y los virtuales, pero ya hay figuras en ambas especialidades. La gran estrella es Carlos Mortensen, quien, apadrinado por Gonzalo García Pelayo (que en los 90 sembró el pánico en los casinos), ganó el Mundial en Las Vegas hace siete años.
Un alcalde con suerte
En los torneos por Internet causa furor Juan Maceiras, médico y alcalde de Miño también conocido como 'Vietcong'. Él no juega con dinero, sino que participa en torneos cuya inscripción a menudo es inferior a diez euros. En muy poco tiempo ha ganado cientos de miles en las competiciones más importantes y es una figura mundial, con un estilo de juego que ni él mismo sabe (o quiere) explicar. No falta quien asegura que no tiene ni idea de póquer. Sus defensores aducen que la casualidad no puede explicar todo lo que ha ganado; sería como llevarse el premio gordo de la lotería varias semanas seguidas.
Viendo jugar a los profesionales parece que ganan un dinero muy sencillo, pero también es verdad que se entregan en maratonianas jornadas de diez, doce o incluso más de catorce horas diarias. Para soportarlas, los jugadores reciben masajes incluso durante las partidas. Otra forma de relajarse es hablar entre ellos, aunque sólo pueden hacerlo en inglés, por mucho que en la mesa haya tres españoles o cuatro suecos.
Tampoco faltan los juguetes rotos, ganadores de torneos que se dejan el botín en una noche de casino, 'gamblers' empedernidos que se juegan algo más que la camisa. La familia Brenes juega desde hace generaciones. Mientras Humberto sufría en las mesas de la PCA, sus dos hijos, de 18 y 20 años, «saqueaban» a sus rivales en cuanto torneo paralelo se inscribían. El padre tiene muy claro que primero está la Universidad y luego «que hagan lo que quieran». «Sólo un grupo pequeño y privilegiado puede vivir de esto. En el póquer el azar no existe», sentencia.
Fuente: diariosur

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