miércoles, 17 de diciembre de 2008

Del bar a la ruina

España - ENTREVISTA A LA DOCTORA EXPERTA EN JUEGO PATÓLOGICO SUSANA JIMÉNEZ.
Los estudios epidemiológicos de población general hablan de que sólo una minoría de los afectados por la adicción al juego o juego patológico, entre un 7 y un 10%, llegan a tratamiento, pero la sociedad está plagada de casos que quizá nunca lleguen a consulta. Son hombres que empezaron a jugar a los 18-20 años y mujeres que les doblan la edad, que seis y dos años después de empezar a coquetear con las máquinas tragaperras, respectivamente, se han dejado consumir por ellas perdiendo toda libertad de decisión. Algunos de ellos arruinaron su vida y duermen en la calle, otros, detectaron a tiempo su enfermedad y a día de hoy siguen luchando contra sus impulsos.
En todos los casos, no hay una única causa que les llevara a caer en el abismo del juego. La coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital Universitario de Bellvitge de L Hospitalet Susana Jiménez ha explicado a El Confidencial que los pacientes adictos al juego, convierten su problema en trastorno al converger en ellos “factores individuales y medioambientales. Nunca un motivo aislado desencadena la adicción patológica”.
El actual momento de crisis que estamos viviendo es un factor de riesgo para muchas personas. Las jubilaciones anticipadas y las personas abocadas al desempleo son un blanco fácil para la adicción al juego. “Las personas en paro, con menos ingresos y obsesionados con la necesidad de buscar un trabajo juegan más frecuentemente y sus apuestas son mayores, igual que las pérdidas”, explica la experta. “Hay acontecimientos vitales estresantes como la pérdida del cónyuge, la pérdida del empleo... que precipitan incluso la jubilación en algunas personas. Vemos a personas mayores que han jugado desde siempre y en cambio, al jubilarse y tenerse que adaptar a su nueva situación vital y disponer de muchas horas libres, precipitan la conducta adictiva. La impulsividad y el gusto por el riesgo también es un factor precipitante. La introducción de un nuevo juego también puede ser un factor de riesgo social implicado en el curso de la enfermedad”.
Tras arruinar su estabilidad económica, destrozan la familia. Antes eran los familiares quienes llevaban a estos enfermos a unidades de tratamiento específicas, pero ahora, gracias a la información facilitada por los medios de comunicación, son ellos quienes acuden por su propio pie. “En la primera entrevista los pacientes vienen muy afectados, con intensos sentimientos de vergüenza y culpabilidad. Tienen oscilaciones del estado de ánimo, están preocupados e inquietos, cuentan que mienten... Hay muchos factores de vulnerabilidad que desarrollan el problema”, cuenta Susana Jiménez.
“El perfil del paciente es el de un hombre de clase media entre los 30 y 40 años con estudios primarios o secundarios. Sólo un tercio son mujeres y llegan menos a consulta. De todos ellos, el 80% gana y pierde su dinero en las máquinas tragaperras. Se ha notado que en el último año hay casos que provienen del juego en Internet, pero son los menos. Los juegos potencialmente más adictivos son los activos, que generan una mayor ansiedad: los del resultado instantáneo”, explica. Si bien es cierto que en Navidad, estos pacientes gastan mucho dinero en Lotería, ésta no es la desencadenante de la adicción. “La Lotería es pasiva. Si el jugador nunca ha jugado, la Navidad no hará que comience a hacerlo”.
Se puede salir del túnel: tres de cada cuatro lo consiguen
Aunque es uno de los trastornos en los que existe el fenómeno de ‘recuperación espontánea’, para los casos más graves se requiere tratamiento. La coordinadora de juego patológico cuenta que “los estudios hablan de que sólo un 7%-10% acude a tratamiento, cuando el juego patológico afecta al 1´6-2% de la población general. Si hablamos de juego problemático, las cifras son mucho más altas. Quienes padecían trastornos más leves, mediante estrategias, han conseguido controlar el trastorno controlando su dinero y las situaciones de riesgo”.
Para los trastornos graves “el tratamiento está orientado a que el paciente recupere el autocontrol sobre esta conducta. Se trabaja con la abstinencia definitiva sobre cualquier tipo de juego con apuesta e interviene la familia. Son 16 sesiones psicológicas intensivas en cuatro meses que preceden un seguimiento de dos años por el importante riesgo de recaída. Cuando hay otros trastornos asociados, psicopatología importante y cuadros primarios de estrés y ansiedad que existían antes del juego y estos síntomas emocionales fueron su detonante, el tratamiento, psicológico y psicofarmacológico, es individual y se requieren tratamientos mucho más extensos de hasta 30 sesiones. Es un trastorno que suele responder bien al tratamiento. El 70-75% de los pacientes lo resuelven, pero el riesgo de recaída oscila entre el 30-35%, no teniendo mayor importancia un ‘resbalón’ aislado. La caída mantenida es lo grave. Por ello se trabaja con técnicas para la prevención de recaídas, se les enseñan recursos alternativos al juego y tanto ellos como sus familias tienen consignas de cómo actuar ante la recaída si no están ya vinculados al tratamiento”.
Actualmente, el del juego es un trastorno adictivo clasificado en los manuales diagnósticos junto a la piromanía, cleptomanía, la compra compulsiva o las adicciones tecnológicas en el apartado de trastornos del control del impulso, que se debería adscribir en el apartado de adicciones comportamentales, dada la similitud que tiene con la adicción a sustancias, con la que la única diferencia es del deseo de recuperar las pérdidas jugando. Según la experta, el acceso fácil y la oferta de juego son los mayores factores de riesgo y la mayoría de pacientes desearía que las máquinas desaparecieran de los bares. Algo muy difícil dadas las ganancias millonarias que aporta este lucrativo y adictivo negocio a operadores y dueños de locales.
Fuente: Sandra Remón - elconfidencial

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