Argentina - El obispo auxiliar de La Plata, monseñor Antonio Marino, aseguró que la Iglesia mantiene “una postura constante” frente a la proliferación de los juegos de azar, y advirtió que “cuando el juego, donde se hacen apuestas por dinero, excede el marco del entretenimiento familiar y se legaliza, el poder político puede volverse cómplice de un grave desorden moral”.
Tras considerar que no se puede ignorar “el efecto devastador que puede tener el juego por dinero sobre los individuos y las familias”, pidió recordar casos cercanos de “familias de buen pasar que han sido llevadas a la ruina por la adicción al juego de uno de sus miembros”.
“Desde hace un tiempo nos hemos familiarizado con la palabra ludopatía que indica una dolorosa realidad: se trata de la adicción compulsiva al juego, que puede ser tan dañina y destructora como la drogadicción, el alcoholismo o el tabaquismo”, explicó en un artículo publicado en el diario El Día, de la capital provincial, con el título “Juegos de azar y bien común”.
El prelado preguntó si “es coherente hacer campaña pública de salud contra el tabaco, poner cada vez mayores restricciones a los fumadores, para proteger a los no fumadores, y por otra parte fomentar el juego de azar, permitiendo la multiplicación de tragamonedas permitidas”, “La diferencia está -puntualizó- en que ahora en tiempos de crisis económica, cuando las cuentas no cierran tan bien, se espera recaudar una importante suma de dinero de esta proliferación del juego. El Estado aumentaría en forma significativa sus ingresos que, a su vez le servirían, según se dice, para invertir en obras públicas”.
Si bien dijo “no ponemos en duda las intenciones”, reconoció que “la pregunta obvia que nos hacemos (los obispos) es si consideramos que para lograr un fin bueno (supuesto que el dinero no sufra desvíos) podemos echar mano de cualquier recurso”, y reiteró que “este medio está reñido con la moral y que, de concretarse la medida, el Estado estaría brindando un mal ejemplo al resto de la sociedad”.
“El problema en toda su complejidad debería ser más ampliamente debatido. La incorporación de otras perspectivas podría aportar mayor luz en este problema. Nosotros tenemos la convicción de que éste no puede ser el camino para solucionar el problema de los hospitales públicos. No se trata de frenar medidas a favor del bien común, sino al contrario, de defender el bien común de la sociedad desde premisas de objetividad”, concluyó monseñor Marino.
Fuente: aica
lunes, 29 de diciembre de 2008
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