Argentina - El avance que está teniendo el juego de azar en todo el país, y desde hace tiempo, es notable, y a la vez preocupante por los nocivos efectos que causa en la población.
Es que más allá de toda estadística, existe una evaluación muy certera que dice que "cuando mayor pobreza hay en un país, más crece el juego", con lo cual se desprende que suele convertirse -al menos para muchos- en un motivo de desesperación, algo así como la difícil y remota posibilidad de poder aumentar la disponibilidad de sus escasos dineros.
Aquí en la provincia de Santa Fe, hemos visto en los últimos años - durante el último mandato de Jorge Obeid- cómo se procedió a la instalación de varios casinos, con lo cual fue derribada la última barrera de contención que le quedaba al juego, mediante la justificación que todas las provincias limítrofes disponían de casinos en cercanías del límite -casos precisos de Paraná, Mar Chiquita y Selva-, con lo cual los santafesinos se iban hacia allí para jugar su dinero, en lugar de hacerlo en su propio territorio, con la posibilidad de incrementar la disponibilidad para asistencia social.
Consignamos justamente el caso de la provincia de Santa Fe, siendo la última que resistía la instalación de casinos, por el hecho que la más fuerte oposición provenía de la Iglesia, hasta que finalmente fue superada.
Precisamente, la polémica se ha renovado ahora en la provincia de Buenos Aires, siendo la Iglesia a través de diversas manifestaciones entre las cuales se destaca la de monseñor Jorge Casaretto, quien reclama un amplio debate antes de la aprobación de leyes que permitan la proliferación del juego en ese ámbito. Marcó su presencia en tal sentido con una carta dirigida a los presidentes de bloques de la Legislatura bonaerense, pidiendo "una amplia discusión" del tema, en la cual se incluya a la Iglesia.
"Nosotros, como pastores de la mayoría de los habitantes de esta provincia (por Buenos Aires), deseamos ser consultados", recordando que la preocupación que está alcanzando la proliferación del juego fue expuesta por los obispos en forma reiterada al gobernador Daniel Scioli.
La situación es que en 2009 en el ámbito bonaerense se producirá el vencimiento de las licencias de los 46 bingos con sus tragamonedas y el sistema de apuestas on line, cuyas adjudicaciones se vinieron haciendo por decreto, confiándose en que esta vez se pueda implementar una ley para resolver la situación, incluso limitando esas instalaciones.
Incluso en esta ocasión, con esta posibilidad de avance del juego sobre la mayor Provincia del país, además del efecto nocivo que eso podría provocar en la población, tal como lo manifiesta la Iglesia, existen además motivaciones políticas muy fuertes en torno a la cuestión.
Es que, apareció en escena al empresario del juego Cristóbal López, uno de los más poderosos del país -cuya posición se afianzó fuertemente en estos últimos años-, a quien se lo identifica como estrechamente ligado al ex presidente Néstor Kirchner, quien sobre el filo de la conclusión de su mandato mediante un polémico decreto autorizó a López a aumentar de 1.500 a 3.000 máquinas tragamonedas en el hipódromo de Palermo, además de extenderle la concesión hasta el año 2032.
En el mes de marzo pasado, monseñor Casaretto había denunciado que "funcionarios honestos soportaron enormes presiones desde estratos del poder para votar leyes o autorizar concesiones que faciliten el enriquecimiento desmedido de unos pocos a costa de la degradación de muchos, aludiendo además a la "compra de voluntades" por parte de empresarios del juego.
El juego en sí mismo puede ser entendido como diversión, pero en cambio para la mayoría se transforma en un elemento que llega a la desesperación de quienes recurren a él impulsados por la necesidad. Una historia tan antigua como el juego mismo.
Fuente: laopinion-rafaela
domingo, 28 de diciembre de 2008
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