USA - Pese a que el lujo se mantiene, ya hay signos de que la actividad de la capital del juego se ha desacelerado en los últimos meses.
En apariencias, no hay en esta ciudad de brillo escenográfico señales que permitan entrever los efectos de una crisis financiera global que ya ha cobrado víctimas en todos lados. En apariencias, el paraíso del juego y del dinero fácil sigue siendo un oasis al norte del desierto de Arizona con calles repletas de coches deportivos, hoteles lujosos y visitantes ávidos de apostar sus dólares al azar. Pero esto sólo son apariencias.
En Las Vegas, conocida como ciudad del pecado, la crisis deambula maquillada. Casi nadie lo dice; casi todos forman parte de la misma performance, para no contaminar el mito, y lograr que este lugar siga siendo un parque de diversiones para los adultos, donde relajarse y dejarse llevar por el show siga siendo la principal actividad del lugar.
Pero si la crisis financiera se desbordó desde los Estados Unidos a todo el mundo, sería difícil pensar que este rincón de la geografía americana logró huir a la debacle económica que se cobró ya varios de los bancos más importante del planeta.
"¿What crisis? [Qué crisis]", se sorprendió Kurt, el encargado del bar Orchid ubicado en el corazón de un casino, ante la atípica pregunta de LA NACION. Fueron unos pocos minutos los que duró el disimulo; luego el hombre terminó por asumirlo: "La situación es terrible; parece no haber nadie aquí", dijo, mirando las sillas vacías que dejaban relucir su tapizado blanco.
"Por eso, hemos cerrado las cuentas de los clientes y vendemos tragos más baratos desde las 21 hasta las 9 del día siguiente. Además, se puede entrar al sector exclusivo (vip) gratis, cuando antes se pagaba", detalló Kurt, quien lleva 30 años trabajando en distintos bares de esta ciudad de los más variados placeres.
Abebe es cajero en un mini mercado dentro del Mandalay Bay hotel, al sur de Las Vegas Boulevard, la arteria principal de la ciudad.
"En el verano [entre junio y septiembre] se llega a facturar de 10.000 a 12.000 dólares diarios, y últimamente estamos vendiendo cerca de 2000", confesó, ocultando por primera vez su sonrisa.
El dato de este etiope radicado en los Estados Unidos coincide con lo que la mayoría de los consultados señaló: la baja de la temporada se combina este año con una importante merma de visitantes y, por lo tanto, de ingresos para la ciudad y el circuito de entretenimiento.
A Lalo, un panameño que hace girar una de las ruletas del Luxor hotel, un particular casino en forma de pirámide, la crisis lo toca de cerca. "En mi turno, le dieron una suerte de licencia a seis compañeros. Es decir, no los despidieron formalmente, pero los dejaron sin trabajo y con la promesa de llamarlos, pero eso no suele pasar. Esto no ocurría desde el 11 de septiembre de 2001 [cuando derribaron las Torres Gemelas ", relató.
"Escuché que la comisión de casinos, que regula la actividad aquí, hizo lo mismo con 600 personas", agregó en voz baja, refugiándose bajo el repiqueteo de la bola en la ruleta.
En este casino, como en otros, el monto mínimo para aportar en algunas mesas de ruleta era de 15 dólares. "Ahora bajó a 10 dólares ¡e incluso hay mesas de cinco dólares! -exclamó Lalo-. Eso lo hacen para incentivar a la gente, porque pasaban largos ratos sin que nadie se acercara".
En julio, cuando la crisis era todavía un horizonte oscuro, 40 distribuidores de la sala de poker del casino Excallibur fueron "despedidos o reubicados", según contó Alan, el manager del área.
Ahora, en su lugar hay máquinas que agilizan el juego y, por lo tanto, las ganancias para la casa, un claro ejemplo de modernización y efectivización de los procesos para hacer más rentable el negocio.
Devy caminaba por el sector con su bandeja y su falda diminuta. "Las propinas no han disminuido, pero escuché que van a retirar a las camareras que están desde 1990", dijo, y se alejó contoneando su cadera.
Las lujosas tiendas en los corredores de los hoteles tampoco pudieron escapar a la crisis.
Las compras allí, dicen aquí en Las Vegas, han caído más de lo esperado por la baja estacional.
"De los 4000 dólares diarios que solíamos vender hoy vendemos una cuarta parte. Hacíamos dos pedidos semanales para reponer mercadería, y el último mes hicimos dos en total", comentó una vendedora.
Caen las ventas
La caída de las ventas es evidente", dijo Cristina Vázquez, una mejicana encargada de una tienda de indumentaria femenina. Cristina suspendió un viaje a la Argentina recientemente.
Prefirió quedarse para hacer buena letra. "Antes éramos tres empleadas en este local y ahora quedamos dos, y lo mismo hicieron en otras sucursales de la marca dispersas por la ciudad: en cada uno, echaron a una o dos personas", precisó.
El vendedor de The art of music , donde se venden cuadros y objetos relacionados con la música, esperó que se despejara su local para dar su diagnóstico. "No importa lo que digan, el negocio está muy mal y va a estar peor. Esto se extenderá por mucho tiempo", auguró. Después, recuperó el gesto amable y salió disparado a atender a un hombre que había ingresado por la puerta de vidrio.
Otro de los negocios golpeados por la crisis es el de las convenciones empresariales. La infraestructura de esta ciudad posibilita el desarrollo de esa actividad subyacente a la del juego y del ocio, que aporta un importante caudal de inversiones y visitantes. LA NACION estuvo en esta ciudad participando en uno de estos eventos, organizado por la empresa IBM, y pudo palpar la nueva realidad.
Los recortes que las grandes compañías proyectan en sus presupuestos para el año próximo tendrán efecto negativo aquí. Un gerente del hotel Mandalay Bay, que posee uno de los centros de convenciones más grandes de la ciudad, comentó que en 2009 el ingreso por esa actividad se reducirá considerablemente en varios millones de dólares.
Fuente: lanacion
domingo, 21 de diciembre de 2008
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