El borrador -del que han trascendido ya algunos detalles- contemplaría la habilitación de ocho nuevas salas de juego -que se sumarían a las 46 existentes- y sus respectivas máquinas tragamonedas y eliminaría algunas restricciones que limitan la multiplicación de este tipo de emprendimientos en la Provincia. Por ejemplo, no exigiría (como sí lo marca la actual legislación) la obligación de tener un empleado por cada máquina tragamonedas (slots).
Tampoco mencionaría el texto la relación obligatoria entre el número de sillas de las salas de juego y la cantidad de máquinas tragamonedas, que figura en la actual ley bajo la premisa de que el bingo es una modalidad menos adictiva que la de los slots.
Otro de los puntos centrales de la reforma que impulsaría el Ejecutivo provincial sería la eliminación del límite que existe en el número de salas que se puede abrir por distrito. De esta manera, quedaría allanado el terreno para que en los distritos con mayor poder adquisitivo, como San Isidro y Vicente López, o los más poblados, como La Matanza, se multiplique la oferta de juego legal.
Además, habilitaría al Ejecutivo provincial para trasladar los diez casinos que funcionan en territorio bonaerense a otros partidos, ya sea en forma temporaria o permanente.
También se daría vía libre al negocio de las apuestas deportivas. En este caso, la captación de las apuestas podría hacerse por medio de máquinas instaladas en locales o a través de internet.
CRITICAS
La propuesta generó el rechazo de la Iglesia que, como ya lo había hecho en otras ocasiones, denunció los fuertes lazos entre el poder económico del juego y el poder político y calificó a los casinos, bingos y tragamonedas como "destructores de vidas y fuentes de ruina de muchas familias".
El obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto, salió al cruce de la posibilidad de que algunas de las salas se instale en el territorio de su diócesis y dijo que "el poder económico de los grandes empresarios del juego y sus alianzas con los poderes políticos son enormes". Agregó que "la compra de voluntades y de apoyos no reconoce límites".
Casaretto es una de las voces más enérgicas de la Iglesia contra la industria del juego. El mes pasado difundió una carta pastoral en la que transmitió su preocupación por "la proliferación de casas de juego que han favorecido en la sociedad conductas adictivas, con consecuencias fatales para muchas familias".
Fuente: notibonaerense
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