USA - El Johnny White's, en Nueva Orleans. siempre está abierto. Sirvió de refugio a sus parroquianos durante el 'Katrina' y también lo hace ahora con 'Gustav'.
La barra de madera del bar Johnny White's en Nueva Orleans está completa, el lugar es pequeño y sin mesas, y varios parroquianos acostumbrados a huracanes esperan parados que una mujer rubia, que se ve agotada, les entregue su trago.
Dos hombres entran contentos, casi celebrando por estar en el único bar que queda abierto en la ciudad, y que se ha hecho famoso por no escuchar las órdenes de evacuación, recibir como sea a sus fieles clientes y desafiar los huracanes. "Nosotros nunca cerramos", reza orgulloso un cartel pegado en la pared.
El lugar, ubicado en una esquina de la turística Bourbon street, también se ha preparado para recibir el paso del huracán Gustav. Tiene todas sus puertas tapiadas con maderas, pero una de las entradas queda abierta y por allí entran quienes ya saben de este refugio, que no es precisamente para evacuados.
"The hole in the wall", el agujero en la pared, dice un cartel en el frente del bar, que deja en claro que hay una escape para quienes no quieren saber de toques de queda, y mucho menos de interrumpir la vida noctámbula.
El Johnny White´s se mantuvo abierto durante el huracán Katrina, y a pesar del caos de muerte y tragedia en que se había convertido la ciudad, sin agua y sin electricidad, siguió trabajando.
Stephanie Blake, la rubia que atiende en la barra, dice que el domingo atendió a unas 2.000 personas mientras el huracán Gustav se aproximaba a la ciudad, tras tocar tierra este lunes como huracán categoría 2.
"Todo el mundo vino contento, de buen humor y con actitud positiva", dijo Blake. "Parece que estuviéramos en Mardi Gras", dice irónica, en referencia al famoso carnaval de Nueva Orleans, cuando la ciudad se llena de turistas, fiestas y los bares están repletos.
Kelly es un antiguo cliente del Johnny White's. Durante el huracán Katrina también fue al bar y paso toda la noche allí. "Esto nunca se inunda", dice Kelly. "Esta es la zona más alta, por eso los edificios más antiguos se construyeron aquí".
"Cuando el Katrina estuvimos aquí dentro y fue divertido, luego hubo que irse porque había muchos problemas, y tragedias por todos lados", recuerda. "No hay problema, aquí estamos a salvo", dice Mark, que parece llevar horas sentado en la barra, con campera militar, sombrero y un pequeño perro sobre sus piernas, que no deja de acariciar.
En un costado hay un mural de Cassius Clay, dólares falsos ilustran el fondo de la barra, y fotos de clientes y amigos están pegadas, extrañamente, en el techo. Hay un par de máquinas tragaperras en los rincones, pero es la de póker la que más apuestas recibe. Chelsea Leighton toma su trago y mete monedas sin parar. Asegura que seguirá allí pase lo que pase. "Si vienes mañana aquí estaré", afirma. "Creo que puedo morir, así que mejor gasto mi dinero antes", dice cuando le preguntan si tiene miedo del huracán.
Fuente: europasur
lunes, 1 de septiembre de 2008
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