Uruguay - Se presentó "La Mano en la Lata", escrito por los periodistas Pablo Alfano y Fabián Werner, crónica de la corrupción en los casinos municipales. "Si te metes con gente que tiene un poco de poder, terminás pagando", dijo Alfano a Montevideo Portal.
Con motivo de la presentación de este libro, el periodista Pablo Alfano habló con Montevideo Portal sobre las dificultades que encontró durante la investigación.
El libro "La mano en la lata" recopila todas las notas publicadas en el semanario Brecha, en una investigación en la que participaron en distintas etapas Alfano, Werner y Pernas.
Alfano explicó que el libro trata de explicar los detalles de cómo fue la investigación, como lentamente fue evolucionando hasta lo que terminó con el mayor escándalo descubierto durante el gobierno frenteamplista.
Por otra parte tendrá publicados documentos que nunca han salido al público, que fueron conseguidos en unas de las tantas reuniones y encuentros que los periodistas tuvieron en remotos lugares de Montevideo.
"El libro cuenta cómo nos fuimos enterando, cómo fueron los encuentros, porque muchos por miedo a perder el laburo, te citaban de noche, de madrugada en boliches, o lugares insólitos, fue un trabajo de hormiga", señaló el periodista que aclaró que comenzaron a investigar por voluntad propia y que mientras tanto mantenían el trabajo cotidiano en el semanario Brecha.
"Y después el asombro de partir de aquella sospecha de que había un déficit de 4 millones de dólares, y cómo nos fuimos sorprendiendo a medida que hablábamos con ediles y sindicatos del juego", agregó.
Alfano afirmó que si bien no creen en la objetividad, dada nuestra condición de sujetos, trataron de hacer un trabajo de información dura en la que en ningún momento se da opinión sobre las eventuales responsabilidades.
Al ser consultado justamente sobre ese punto, en relación a la participación de Mariano Arana y Maria Julia Muñoz, Alfano afirmó que realmente no tiene elementos para determinar su culpabilidad.
"No lo tengo muy claro, tiene una responsabilidad moral, pero penal no sé. No sabemos cómo era la relación entre Muñoz, Arana y Bengoa y no voy a dar una opinión desde el punto de vista político como la están haciendo los blancos. Yo no tengo elementos para asegurar que tanto Arana como Muñoz estaban al tanto de todo, se supone que tenían que estarlo, pero son jerarcas que firman 25 mil cosas por día.", afirmó Alfano.
En relación a las agresiones verbales existentes entre el abogado de Bengoa y María Julia Muñoz, Alfano destacó que Muñoz se conocen "de toda una vida " y que tenía una relación de confianza, pero que es lógico que el que está preso quiera que vayan presos sus superiores y que el superior no quiera ir preso.
En cuanto a las relaciones de Bengoa y sus asesores, Alfano destacó que existe una lista de nombres que se repiten constantemente, entre los que se encuentra por ejemplo, el ex secretario del intendente Arana, Mario Areán.
"Hay todo un entorno de amigos y allegados a Bengoa. Hay una lista de nombres que están involucrados, yo no digo penalmente, pero si en la historia y tratamos de reflejar eso. Bengoa es solo una parte de toda esta historia", agregó.
Bajo el título de "la red" la publicación da detalles de cada una de las empresas, para qué se fundieron, quién era el testaferro y todo el entramado de empresas.
"Adentro de Brecha lo que se dieron fueron debates, porque es un colectivo de gente que tiene visiones muy distintas, se debatió sobre la pertinencia y relevancia de por ejemplo publicar algunos nombres, no porque nos pueda perjudicar ni nada de eso", señaló Alfano al ser consultado si había recibido presiones o algún tipo de censura desde adentro del medio.
"Si te metes con gente que tiene un poco de poder terminás pagando; que te pare un tipo por la calle y que te diga que te va a matar, si empezás a sospechar que te están siguiendo, si te das cuenta que hay filtraciones porque salen cosas antes de que sean publicadas, si sospechas que te están escuchando, no laburás cómodo no te sentís contento y eso en cierta forma nos pasó. Yo no puedo decir de dónde vino pero alguien o algunos estaban muy interesados en algunos movimientos nuestros, sobre todo en la última etapa", afirmó el periodista.
Alfano habló de las dificultades y características del trabajo: Alfano aclaró que advertencias explicitas solo tuvo una pero no tuvo ninguna implicancia física: "Me pararon en un lugar y me dieron a entender que conocían algunos de los movimientos que hacíamos con Fabian".
Fragmentos de "La mano en la lata"
Fue en uno de esos sofocantes días de fines del verano de 2006. La cita había sido pactada en un lugar neutral. El sitio estaba bastante mal iluminado y el golpeteo del desvencijado ventilador de techo sonaba monótonamente produciendo una sensación casi hipnótica. Ese aleteo metálico era levemente interrumpido por el sonido de la bombilla cuando ya no queda más agua en el mate. Frente a los periodistas un numeroso grupo de personas comenzaba a esbozar, en forma desordenada, los primeros indicios de lo que luego se convertiría en una larga investigación que demandó mucho más que tiempo.
A medida que contaban detalles de la historia (que luego debieron ser trabajosamente comprobados) la temperatura corporal aumentaba. Y en particular la de uno de los informantes que, desesperado porque el ventilador de techo no soplaba en su dirección, pidió un vaso de agua y se sacó la camisa. La situación era rara y al mismo tiempo cómica: no es frecuente conversar con una fuente brindando información tan delicada con el torso desnudo y en bermudas. Por suerte las risas descomprimieron un poco la situación.
Quienes hablaban sabían que toda la información que estaban trasmitiendo era de extrema gravedad (aunque en ese momento los periodistas apenas imaginaban las repercusiones periodísticas, políticas y judiciales que su divulgación iba a tener), y querían ser precavidos.
Por esa razón, y desde el inicio del proceso de chequear cada uno de los detalles conversados, lo primero que hicieron los periodistas fue bautizar con diferentes apodos a cada uno de estos informantes y a los otros que fueron apareciendo en el devenir de la investigación. Al principio por pura precaución. Luego quedaría claro que la identidad de esas personas sería un motivo de particular interés para mucha gente involucrada en el caso, pero también para otros que no lo estaban tanto. Era una cuestión de seguridad, para las fuentes y los periodistas.
Unos cuantos litros de mate después y pese a la densa humareda que habían dejado decenas y decenas de cigarrillos, el panorama comenzaba a quedar claro: en el déficit de los casinos municipales que desde 2000 a 2005 llegó a los 16 millones de dólares estuvieron involucrados varios empresarios, ex jerarcas municipales, familiares y amigos. Directa o indirectamente.
Mientras uno de los informantes intentaba darle más potencia al destartalado ventilador, otro sudoroso defendía apasionadamente sus sospechas. El contador Juan Carlos Bengoa, dirigente de Asamblea Uruguay (AU), había sido director de los casinos municipales durante la última gestión del intendente Mariano Arana (2000-2005) y con la llegada del gobierno progresista se convirtió en titular de la Dirección General de Casinos (DGC), que depende del Ministerio de Economía y Finanzas, comandado por el líder de ese grupo, Danilo Astori. Por eso, los informantes no vacilaban en llamarlo el contador de Danilo , por su profesión, y porque tanto en las salas de juego municipales como en las que administró mientras estuvo al frente de la DGC su misión fue una sola: recaudar.
El relato comenzaba a encajar pieza por pieza: Bengoa y dos de sus más estrechos colaboradores, Orestes González Braida (luego ascendido o premiado junto con Bengoa al frente de la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas) y José Luis Antúnez de Oliveira, tomaron decisiones que beneficiaron a un complejo entramado de empresas que vendió o arrendó máquinas tragamonedas (slots) a la IMM.
El ventilador hacía volar de la mesa algunas de las hojas que probaban, parcialmente, que en varias de esas empresas trabajaban familiares directos y amigos de González y de Antúnez. Pocos meses después se confirmaría que también había un familiar de Bengoa (...) Gracias a charlas posteriores con otras fuentes (sin conexión entre sí) a los periodistas también les había quedado claro que en las altas esferas del gobierno nacional y departamental se conocía al dedillo una parte de esta historia, pero por motivos todavía desconocidos no había progresos en la investigación.
(...) En conversaciones anteriores a esa, confesarían luego, estuvieron varias veces tentados de brindar los datos que poseían. Pero el temor a ser identificados por cualquier tipo de filtración había sido más fuerte. Hasta ese día.
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La noticia ocupó muy poco espacio y pasó inadvertida. El 16 de mayo de 2006 el ministro Astori y el intendente de Canelones, Marcos Carámbula, firmaron un convenio como paso previo a un llamado a licitación pública internacional para la concesión del hipódromo de Las Piedras.
Según el esbozo de aquel plan para revitalizar el viejo escenario hípico, el adjudicatario podría disponer además de hasta cinco salas de máquinas tragamonedas, cuatro en el Interior y una en Montevideo, aunque esto no implicaba necesariamente la apertura de nuevos locales.
Pero la difusión pública de este acuerdo se realizó recién en junio de 2006 y derivó en un nuevo capítulo de la sorda batalla que ya libraba la IMM con la DGC por la suerte de las salas de apuestas en la capital. Eso sin contar que Bengoa estaba molesto porque había comenzado a andar la auditoría interna, ordenada por el intendente para investigar su gestión.
Ehrlich se encontraba en su despacho trabajando con algunos colaboradores, cuando uno de ellos recibió la llamada de un periodista. Le estaban consultando qué pensaba del anuncio que habían hecho Carámbula y Astori, que incluía la apertura de una nueva sala de slots en Montevideo. El asesor se sorprendió, y dijo no estar al tanto del asunto. Así fue que le trasladó la pregunta al jefe comunal, quien tuvo un inusual episodio de furia que lo llevó a golpear repetidamente su puño contra la mesa. El principal objetivo de su molestia era Bengoa.
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El dato de que Bengoa, González y Antúnez se conocían mucho antes de que el azar los juntara para comandar el destino de los casinos municipales flotaba en el ambiente. Esa información había llegado de buenas fuentes. Había que chequearla.
(...) Luego vendrían las pruebas de que González había trabajado en la cooperativa de taxímetros Coprata desde 1985 hasta marzo de 1997, fecha en que fue despedido. Bengoa, por su lado, fue contador general de Coprata entre 1993 y 1996 (...) Había quedado establecido que Bengoa y González habían trabajado juntos, sólo faltaba saber si Antúnez era conocido de los dos también mucho antes de entrar a la IMM.
Pocos meses después de ser despedido de la quebrada Coprata, González ingresó en 1997 a la automotora Antra SA. Allí figuró ante el Banco de Previsión Social (BPS) durante casi dos años como director de la empresa, pero sin remuneración. Luego la automotora, al igual que Coprata, se fundió.
Antúnez también trabajó en Antra SA, exactamente en los mismos años que González, entre 1997 y 1999. Y renunció un mes después de que González Braida dejara su puesto de director. A esa altura sería imposible pensar que en una automotora tan pequeña ellos dos trabajaran juntos y no se conocieran. En realidad la pesquisa revelaría que, muy por el contrario, habían trabado una relación amistosa muchos años antes, y en circunstancias bien diferentes.
La historia remite a sus años de militancia en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN).
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Después de seis meses de que se conociera la existencia de una red de empresas que se beneficiaba del negocio de los casinos municipales, y de numerosas instancias judiciales para echar luz sobre el oscuro asunto, a finales de agosto la situación del principal involucrado, Bengoa, sufrió un cambio sustancial.
(...) Hasta ese momento Bengoa aparecía como el responsable de las políticas institucionales, e ideólogo de una gestión que había resultado notoriamente perjudicial para la IMM desde el punto de vista económico. Pero su situación empeoró aun más.
En el correr del mes de julio varias fuentes que nunca quisieron identificarse se comunicaron telefónicamente con los periodistas que habían llevado adelante la investigación sobre los casinos municipales, para aportar datos que hasta ese momento se desconocían. En medio de la gran cantidad de informaciones agregadas había una que llamaba particularmente la atención, y era la presencia de un familiar de Bengoa en una de las empresas arrendadoras de máquinas tragamonedas.
El dato tardó en confirmarse. Finalmente, las averiguaciones dieron sus frutos: la empresa en cuestión era Folway SA, y el nombre del familiar era Javier Dibitonto, hermano de Andrea, la pareja de Bengoa.
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Una vez más la realidad demuestra que la corrupción no es una cuestión de partidos. Anteayer fueron los blancos, ayer los colorados, hoy el gobierno es del Frente Amplio. El comportamiento permisivo, y más aun, el espaldarazo a funcionarios que dañaron económicamente al Estado en beneficio de particulares mediante maniobras dolosas, significan una afrenta al contribuyente.
A los gobernantes no les alcanzó saber los pormenores de una seductora colecta en pos de los dulces dineros públicos, ni de las relaciones flagrantes de los familiares de los jerarcas, ahora presos, con las empresas que se beneficiaron a costillas de la Intendencia de Montevideo en el nefasto arrendamiento de máquinas tragamonedas.
Este libro repasa toda la historia de la gran maniobra, desde el plan delictivo hasta el fallo de la jueza Fanny Canessa. Y está aderezado con los documentos que resultaron fundamentales para la investigación periodística y la indagatoria judicial que determinó los procesamientos con prisión.
Fuente: Montevideo Portal
martes, 19 de febrero de 2008
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