martes, 22 de enero de 2008

Una dinastía marcada a fuego por la ruleta

Sergio Brunini, un marplatense de 53 años, pertenece al mundo críptico de quienes trabajan en los casinos. Es croupier. Hace 31 años, decide involuntariamente en cada bola que arroja si la suerte de los que apuestan en su mesa de ruleta será buena o mala. Y es uno de los pocos, porque no arriesga —salvo las propinas de los "generosos" afortunados que aciertan— que no lo consume la ansiedad por saber cuál será el casillero donde el azar, caprichoso e indescifrable, selecciona a ganadores y perdedores.
Pero Brunini, además de su extensa trayectoria como croupier, posee otra curiosidad. "Casi toda mi familia trabaja o trabajó en casinos", relata a La Razón. Enumera: "Mi abuelo, en 1909, fue croupier en el primer casino que se inauguró en Mar del Plata: el Bristol Center". Su hijo, Sergio tiene 28 años y también adquirió el oficio, como su padre, varios tíos, primos y hermanos. "Serán unos 43", dice simulando contarlos con los dedos de una mano.
VOS LA TENES CLARA.
Para Brunini, la ruleta no tiene misterios más allá de lo que la suerte disponga. Sin embargo, los apostadores piensan lo contrario. "La gente está convencida de que nosotros sabemos qué número va a salir. A veces te piden uno. Y si sale... se creen que sos mago". Al igual que muchos de sus colegas, Brunini es víctima de una leyenda que da por seguro que los croupier pueden ubicar la bola en número o en un sector del cilindro.
"Es imposible. La bola rebota en tantos lugares que nadie puede predeterminar dónde va a caer". Y para no dejar dudas argumenta: "Si supiéramos hacer eso, arreglaríamos con otro que apueste ¿o no?".
Su debut, lo recuerda hasta el mínimo detalle. Fue el 2 de enero del 71, "a la tarde, como ayudante". Dice que estaba muy nervioso pese a que fue aconsejado por su padre, otro de los miembros de la dinastía "casinera". El, precisamente, fue quien lo entrenó utilizando fichas de nácar, muy valiosas, que pertenecieron a su abuelo. "Para nosotros, el casino es nuestra segunda casa", expresa sin ocultar un pellizco de emoción.
RACHAS.
De su larga trayectoria en el casino de Mar del Plata recuerda una de sus rachas más asombrosas. Brunini atendía una mesa en el sector "especial", que es donde van los que apuestan fuerte. "Recibí una gran ovación de la gente cuando tiré cinco veces, en forma consecutiva, el once". Dice que nunca repitió una racha igual. "Se da, a veces, que un número se repita en una mesa varias veces en una noche. Pero en forma consecutiva... ¡Nunca!".
Ante una consulta, Brunini se anima a dar algunos consejos para los apostadores ocasionales. "Hay lógicas, pero no existe una fórmula para ganar", dice como develando algún secreto inconfesable. "Hay que ser controlado. Conviene jugar a chances y esperar que salgan dos o tres tiros seguidos a una chance, por ejemplo el negro. Ahí, entonces, hay que apostar al rojo". Sin embargo, Brunini sabe, avalado por los pergaminos que posee, que nada es seguro.
POR: DAMIAN KANTOR - larazon.com

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