España - La bella Otero Sin ninguna educación artística, la valguesa fue una danzarina intuitiva y es que, como dijo Borobó: "Había nacido artista, como otras nacen santas o hacendosas".
De vivir en una humilde chabola a hospedarse en los más lujosos hoteles del mundo. De vestir sucios harapos a lucir las más deslumbrantes joyas. De sufrir una afrentosa violación siendo niña a tener como amantes a los hombres más poderosos de su tiempo. Toda esa escala vital la recorrió una valguesa universal: Carolina Otero.
Fue la reina de Europa. Encarnó como nadie a la Belle Époque. Banqueros, artistas, nobles, reyes... todos a sus pies y todos ofreciendo valiosísimos regalos: una mansión en la Costa Azul, un yate, un collar que había pertenecido a la guillotinada María Antonieta, otro que había lucido la emperatriz Eugenia. Por cierto que, en ocasiones, Carolina dijo ser hija ilegítima de la Montijo, cosa imposible conociendo a la emperatriz granadina. Quizá lo hiciera para borrar su terrible pasado. Comenzando por su horrorosa infancia.
La futura cortesana nació en una pobre casa de la parroquia de San Miguel de Valga (Pontevedra), el 19 de diciembre de 1868, a pesar de que ella dijera que fue el 4 de noviembre. Quizá fuera por eso por lo que tomó el nombre del santo del día, Carolina, aunque fuera bautizada como Agustina. Su madre era una indigente, Carmen Otero, y su padre... en su partida de bautismo figura como "desconocido". Ya famosa, esa paternidad tuvo varios candidatos pero el imprescindible Borobó apunta que el padre bien pudiera ser un tal Francisco Barreiros, un joven natural de Ponte Valga.
La niña, y aunque su madre permaneciera soltera, tuvo cinco hermanos más, posiblemente todos de distinto padre.
La noche del 6 de julio de 1879 se produjo un terrible suceso que marcó la vida de la pequeña valguesa. En un camino solitario de un pinar cerca de Pontecesures sufrió una brutal violación. Tenía 10 años. En su declaración ante el juez la niña dijo ser "pordiosera". El culpable nunca fue encontrado. Venancio Romero, un zapatero de 25 años, fue el sospechoso de la felonía ya que, citado por el juez, no se presentó al juicio y huyó, posiblemente al extranjero.
Dos días después de la agresión y en grave estado, ya que la niña no dejaba de sangrar, fue llevada al Real Hospital de Santiago, donde se recuperó, aunque la dejara una tremenda secuela: quedó estéril.
De vuelta a casa, la niña vuelve a su quehacer diario: recogida de piñas de cualquier pinar cercano para venderlas en Valga. Nada de colegio aunque, eso sí, la pequeña no dejaba de cantar ni de bailar. Sin ninguna educación artística, la valguesa fue una danzarina intuitiva y es que, como dejó escrito Borobó: "Había nacido artista, como otras nacen santas o hacendosas".
Con 13 ó 14 años, Agustina sale de Valga y marcha a Santiago, donde durante una temporada sirve como criada. Poco después, acompañada por un artista francés, da el salto a Francia. Luego a la fama. Y más tarde a la inmortalidad.
¿Cómo se mantuvo hasta 1889, bailaba o se prostituía? Las dos cosas posiblemente. Pero aquel año, un agente y empresario, Ernest Jurgens, queda prendado de aquella joven que ni cantaba ni bailaba bien pero cuyo cuerpo desprendía una extraña, pero desbordante y poderosa sexualidad.
En 1990, tras una formidable, pero falsa, publicidad, la ya Carolina Otero debuta en Nueva York. Dos años después regresa a Europa y el éxito de la ya Bella Otero, es apoteósico: París, Viena, Londres, Bruselas, San Peters- burgo... La fama de la Bella es colosal y a ello colabora su disparatada vida, que lo mismo "reta a duelo a una rival que baila encima de la mesa de un restaurante en presencia de dos reyes". También actúa en fiestas particulares muy generosamente pagadas.
Cientos de amantes
La Otero tiene cientos de amantes. Aparte de otros de segunda fila, citemos al millonario William K. Vanderbilt, al poeta D'Annuncio, a Alberto I de Mónaco, a Leopoldo de Bélgica, al príncipe de Gales (futuro Eduardo VII), al káiser Guillermo, al zar Nicolás II y se habla incluso de Alfonso XIII. Y surge la gran pregunta: ¿Estuvo Carolina Otero enamorada alguna vez? Es uno de los misterios del mito. En una de sus frases puede estar la respuesta: "Sólo tuve dos pasiones, una ganar, la otra perder".
Y perdió. Perdió ingentes cantidades de dinero. En los casinos se dejó unos 40 millones de dólares de la época. Vendió joyas, residencias, un yate, propiedades... todo.
La muerte de su inventor
Otros perdieron más. A causa de Carolina, en 1896 se suicidó Ernest Jurgens, el hombre que, según Carmen Posadas, inventó a la Bella Otero. Pero ya antes habían hecho lo mismo dos jóvenes italianos, un conde polaco, un aristócrata francés, un explorador apellidado Payen, un estudiante de arte...
En 1914, a los 47 años, se retira para que nadie la viese envejecer. Empezó a morir la Bella Otero y a nacer el mito. Vive en una gran residencia de la Costa Azul y, cosas del juego, terminó en una pequeña habitación de una pensión. Mensualmente recibía de forma anónima algo de dinero. Murió en abril de 1965. Tenía 96 años.
Fuente: elcorreogallego - HILARIO FERNÁNDEZ
"En la sección Jugadores Famosos, encontraran mas información sobre La Bella Otero".
martes, 8 de julio de 2008
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