Paraguay - La proliferación de mini casinos clandestinos en Asunción es una preocupación creciente para los vecinos de varios barrios periféricos, sobre todo por la presencia de menores de edad, principalmente estudiantes, que faltan a clases para dedicarse a las apuestas.
Se estima que solo en la zona de Viñas Cue, Zeballos Cue, y Puerto Botánico existen al menos siete locales, que bajo la fachada de almacenes o bares con mesas de pool esconden máquinas tragamonedas, a disposición de todo el público.
Estos locales funcionan sin ningún tipo de control por parte de las autoridades competentes, que es la Comisión Nacional de Juegos de Azar (Conajzar). Están abiertos durante casi todo el día, pero es al final de la tarde y los fines de semana donde concentran la mayor cantidad de jóvenes clientes, que están dispuestos a gastarse los pocos guaraníes de la merienda a la suerte esquiva de las máquinas tragamonedas.
La Ley 1.016/97, que establece “la explotación de los juegos de suerte o de azar”, señala que todos los locales de juegos de azar deben funcionar con permiso de la Conajzar.
La legislación categoriza a los tragamonedas como juegos de azar, que sólo pueden funcionar dentro de los casinos legalmente habilitados, a donde está prohibido el ingreso de menores de edad.
En el barrio Santa Rosa de Puerto Botánico funciona un local que se dedica al expendio de bebidas, pero tiene dos máquinas tragamonedas. Este mini casino está ubicado a nada más que una cuadra de la escuela Fe y Alegría, sobre la calle Epopeya Nacional, a pesar de que la Ordenanza Municipal Nº. 84/98, “que regula la explotación de casas de juegos de azar”, prohíbe la instalación de este tipo de locales a menos de 300 metros de una institución educativa.
Victorino Prieto, miembro de la comisión vecinal San Antonio, contó que a este local acceden jóvenes uniformados que no asisten a clases para ir a probar suerte en los tragamonedas.
“La mayoría de los bares en esta zona ponen mesas de pool y pronto instalan una maquinita que funciona con monedas”, contó el poblador, quien presentó numerosas solicitudes a la Municipalidad de Asunción para que tome cartas en el asunto.
Otros dos locales sobre la calle Teniente Claudio Acosta también cuentan con estas máquinas, uno dentro de un local de expendio de bebidas y el segundo en lo que al parecer es una despensa con una mesa de pool, que a los costados tiene cinco tragamonedas.
Otro local más sobre la calle Primer Presidente, al costado del Jardín Botánico, tiene otras tres máquinas.
Los vecinos de la zona exigen a las autoridades la intervención ante estos hechos, ya que según relatan, los propios oficiales del Sistema 911 de la Policía Nacional muchas veces amanecen jugando en los locales con la patrullera estacionada en frente.
El suboficial David Villar, del 911, que el viernes a la noche estaba patrullando la zona se excusó alegando que hasta el momento no recibieron quejas de ninguno de los locales.
TEMOR
En la noche del viernes, La Nación intentó hacer tomas fotográficas del casino clandestino ubicado frente a la parada de la línea 6, en Zeballos Cue, aunque no pudo ser posible ya que los encargados del lugar, al percatarse del logotipo del móvil, salieron a la calle en tono amenazante. En un segundo intento, la persiana del local ya estaba cerrada.
La Junta Municipal de Asunción solicitó a la intendenta Evanhy de Gallegos, que inspeccione la zona de Puerto Botánico, Viñas Cue y Zeballos Cue tras recibir innumerables denuncias de los vecinos molestos con la situación.
El concejal Silvino Riveros, presidente de la Comisión de la Niñez y la Adolescencia de la Junta, solicitó la semana pasada informes sobre la situación legal de estos locales, pero la Intendencia hasta ahora no contestó el pedido.
“Mucha gente vino y llamó a pedir que estos locales se cierren porque las criaturas se pasan el día jugando y eso está totalmente prohibido por ley y por ordenanzas municipales”, indicó.
El concejal contó que tiene la información de que son alrededor de siete los mini casinos clandestinos que operan en esa zona. Los principales clientes son menores de edad.
“Los niños no están para eso, es muy grave lo que está pasando”, dijo Riveros. “Es una pena, porque ya son pobres y en vez de comer una empanada se van a gastar ahí todo su dinero”, agregó.
Fuente: lanacion
martes, 29 de julio de 2008
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