martes, 8 de julio de 2008

Las luces del Casino del Líbano

Beirut - Desde las gradas del Casino, contemplo la iluminada bahía de Junie con su montaña con el santuario de la virgen de Harisa, sus sedes patriarcales e iglesias, y las mortecinas discotecas y clubes nocturnos de Mamaltein, en la orilla del mar. Edificado en 1959, el Casino encarnó una cierta imagen del Líbano, de un Líbano de deslumbrantes espejismos donde todo era posible. Era la época de la occidentalización de Beirut, emprendida en la segunda mitad del siglo XIX, y de la construcción de sus prestigiosos hoteles como el Phenicie o el Saint Georges.
En sus lujosas salas de juego, monarcas árabes, emires del petróleo, potentados del Irán del Chah, o del entonces pujante Iraq, famosos artistas de todo el mundo como el actor egipcio Omar Charif, hacían sus apuestas. Durante varias décadas el Casino, el mayor de todos los del Oriente Medio, fue reputado como el mejor centro internacional de juego, después del de Montecarlo. Hubo quien quiso, en el tiempo de las guerras, convertir Junie en una suerte de principado de Mónaco, un "cantón" cristiano libanés. El Casino, el festival de Balbeck, la elección de Georgina Rizk como "Miss Mundo " en 1972, fueron brillantes símbolos de aquel Líbano alegre y confiado. Las incesantes, simultaneas, guerras de 1975 a 1990, le forzaron a cerrar sus puertas, y solo fue hasta 1996 que, renovado, volvió a abrirse al público. En la guerra de hace dos veranos entre el Estado judío y el Hizbulah un puente de la carretera, muy próximo a su hermoso recinto sobre el promontorio de Mmaltein, fue bombardeado por la aviación israelí.
Atravesando su suntuoso vestíbulo con su gran escalinata y su magnifica araña de cristal se asciende a la Sala de Embajadores, donde habían sido representadas revistas al estilo de las de Las Vegas, se habían organizado bailes de debutantes de la dorada juventud beirutí, y al teatro, inaugurado por la "Comedie française", que contó con un patio de mil quinientas butacas. Recuerdo, en su escenario , fascinantes espectáculos como aquel en el que participaban elefantes y blancos caballos, mientras por el foro, convertido en canal de agua, bogaba una pequeña embarcación de vapor. Duc Ellington, Juliette Greco, Johnny Holiday, el gran cantante egipcio Farid el Atrache, Dalida, actuaron en el Casino. La famosa cotilla internacional, la cronista Elsa Mxwell escribió elogiosas columnas en el 'New York Times' sobre sus representaciones. En 1960, su director consiguió que se celebrase en sus relucientes salones de concurso de Miss Europa haciendo valer la mítica leyenda de Europa, la princesa de Tiro raptada por Zeus metamorfoseado en toro ante las costas de la ciudad fenicia.
Junto a las escalinatas hay las salas de la ruleta, del bacarrá, del blak jack. Antaño su acceso estaba prohibido a funcionarios públicos, altos empleados de banca, militares, y los libaneses debían acreditar que contaban con elevados ingresos mensuales para penetrar en este "sancta sanctorum" de los juegos de azar, por cierto, puestos en entredicho en el Corán. En una vasta sala lateral siempre atestada de una masa " municipal y espesa" de usuarios hay trescientas maquinas maquinas tragaperras adquiridas en Las Vegas. Perdura un conflicto latente entre el Estado y la Compañía explotadora por la distribución de sus ganancias. El Casino que obtuvo el monopolio de los juegos de azar en El Líbano por un periodo de treinta años, pertenece a una sociedad mixta en la que el Estado cuanta el cincuenta y uno por ciento de acciones, y el resto esta en manos privadas. Los notables de la mafia local manipulan, a veces, sus arcas.
El Casino del Líbano que sigue frecuentado por jugadores y noctámbulos, con sus, cada vez mas espaciosos estacionamientos de automóviles, ha perdido el fulgor de antaño. Sus actuaciones, incluidas las de compañías folclóricas de baile flamenco, no conmueven a los espectadores , salvo la de Haifa Whebe, la popular cantante libanesa, convertida en sex symbol de los árabes, en una inolvidable fiesta de Fin de año. Pero sus luces, continúan brillando en uno de los paisajes más hermoso del Líbano, al norte de Beirut.
Fuente: lavanguardia - Tomás Alcoverro

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