España - (Parte 1). Permitidme que esta semana y la que viene me aleje del mundo del poker para acabar hablando de las fabulosas historias que se dan cita en Las Vegas. Alrededor de un café me contaban estos días que había detenido a un ciudadano chino por hacer trampas en las máquinas tragaperras; el sujeto en cuestión ponía un tinte a las monedas de manera que no eran detectadas en el cajetín, y escupía monedas sin parar vaciando la máquina. Incluso me explican de allegados propietarios de bares que han vetado a ciudadanos chinos jugar en las máquinas tragaperras porque "ponen el móvil encima de la máquina, y no se sabe qué hacen, que se llevan el premio grande, la vacían".
Como servidor es curioso, se puso a buscar en los periódicos más información al respecto, porque eso de tintar las monedas me parecía de lo más extraño. Y parece que la noticia se había hecho eco en infinidad de medios. Según explicaban los responsables de la policía respecto al agujero de seguridad encontrado por los tramposos: "la máquina detecta las monedas que se introducen en la misma por un sensor de aleación, pero cuando da monedas por premio, las detecta por un sensor de luz, por lo que las monedas tintadas son detectadas al entrar, pero no al salir".
Lo que hacía nuestro amigo del dinero fácil es lo siguiente: llegaba a la máquina como si de un cliente más se tratase, y se ponía a meter todas las monedas con tinte que podía admitir. Cuando ya habían entrado en el cajon, apretaba el botón de devolución sin jugar ninguna partida, y la máquina empezaba a devolver monedas pero sin tintar.Y así hasta que emepezaban a caer las monedas trucadas. Entonces el estafador empezaba a jugar, o sea, cuando ya en el cajón sólo quedaban monedas con tinte. Algo realmente ingenioso. Llegó hasta tal punto su descaro, que reclamaba a los dueños de los bares el dinero pendiente de los premios y que la máquina no había entregado (por supuesto la máquina los había entregado, pero recordad que las monedas tintadas no eran detectadas).
Pocos días antes habían detenido a un grupo de personas con una táctica un tanto más agresiva en unas tragaperras multijugador de estilo ruleta. Disimulado en una cajetilla de tabaco que tenía un orificio, un ingenioso ciudadano chino derramaba un ácido corrosivo en la ranura de la máquina, alteraba el circuito de control del monedero, y la máquina detectaba una cantidad de monedas mucho superior a la realmente introducida. En definitiva, la máquina se volvía loca. Como ocurre en muchas ocasiones, la avaricia rompe el saco, y empezaron a despertar sospechas cuando empezaron a reclamar premios superiores a los que las máquinas están programadas para dar.
¿Y qué hay de los teléfonos móviles que colocaban encima de la máquina? Bien, de momento parece todo una leyenda urbana. Según parece es del todo imposible que un teléfono pueda alterar el comportamiento de la máquina a la hora de dar premios, aunque si tan imposible es, ¿por qué los fabricantes han blindado determinadas partes de sus circuitos a las ondas telefónicas?
Cuando el río suena...
Para acabar con el tema de la comunidad china en España y su afición por las tragaperras, os explicaré dos de sus métodos legales para ganar en las tragaperras:
Método 1: no os hagais ilusiones, porque ya es imposible de aplicar. Hasta hace unos años, las máquinas tragaperras en España tenían una secuencia fija. Es decir, del 70%, que la máquina tenía que devolver en premios (creo que el mínimo legal es ese), lo hacía en una secuencia fija. Por poner un ejemplo rápido: si la máquina había hecho una recaudación de 100 euros, tendría que devolver 70. Supongamos que el premio "gordo" es de 50 euros. Pues lo devolvía en una secuencia de premios de 1-1-3-10-5-50 euros. Alguien que conociera esta secuencia sabía que estando alerta, cuando diese el premio de 5 euros, el próximo que saldría sería el de 50 euros.
Era cuestión de estudiar minuciosamente la secuencia de la máquina para saber cuándo invertir unas monedas y así sacar el premio grande. Por aquella época no era extraño ver a ciudadanos chinos con papelitos llenos de símbolos delante de una máquina y sacando cuantiosos premios con una mínima inversión, por no hablar de los propios dueños de los establecimientos o los camareros, que conociendo ya la secuencia de la máquina, podían hacer un extra jugando en el momento justo. Seguro que esto último lo habreis visto más de una vez.
Pero esto se acabó hace unos años: para hacer el juego más "justo", de manera que no se llevaran el premio la mayoría de las veces aquellos que conocían la secuencia, se programaron las máquinas (para los curiosos, la programación del RND en este tipo de máquinas, se hace en C habitualmente) de manera que al devolver el % legal en premios, lo hiciera en una secuencia totalmente aleatoria. Se acabaron las combinaciones del tipo "cuando hayan dos fresas y la máquina te dé dos avances quedan 7 jugadas para dar el premio grande". Los habituales tuvieron que buscar otras alternativas.
Método 2: el que me parece más increíble de todos: usan el oído. Puede parecer cosa de risa, pero usan su oído para saber cuándo la máquina está en disposición de dar premios. Las máquinas tragaperras disponen de dos cajas donde almacenan las monedas, y en función de en cuál de las dos cajas caiga la moneda al introducirla en la máquina, hace un ruido diferente. Pues es en función del ruido que haga, en concreto al caer en una plataforma interior, que estos profesionales saben si la máquina está en disposición de dar un premio o no. Se me hace complicado imaginar cómo pueden distinguir un sonido de otro en un salón recreativo o en un casino, donde normalmente uno no es capaz de oír ni sus pensamientos, pero ya sabéis, si queréis poneros al tema, oído y atención.
Hasta aquí lo que se cuece en España (si la gente de latinoamérica puede contar algo del tema en su país, sería estupendo, porque no he encontrado apenas información al respecto). La semana que viene nos trasladamos a Las Vegas, y os explicaré las fascinantes historias de Tommy Carmichael y Ronald Harris, cómo aplicaron sus técnicas y llenaron sus bolsillos en la ciudad del juego.
(Parte 2).
Retomamos el tema iniciado la semana pasada para hablar de dos auténticos cracks en el terreno de las tragaperras en Las Vegas: Tommy Carmichael y Ronald Harris. Son dos auténticas leyendas en América, y de hecho han protagonizado ya algún que otro programa y documental de televisión, aunque de calle, el más popular es Tommy, y es que, aunque suene mal, tienen mucho más merito sus métodos que los de Ronald (os contaré la historia la semana que viene), y más adelante veréis por qué.
Nos trasladamos en el tiempo a principios de los años 80: música disco, pantalones de campana, y la MTV y ET a punto de llegar. Nuestro amigo Tommy tiene un negocio de reparación de televisores en Tulsa, en estado de Oklahoma, relativamente cerca de Nevada. Un buen día apareció un viejo amigo suyo, llamado Ray Ming, que estaba realmente entusiasmado por enseñarle algo. Llevó a Tommy hasta su coche, abrió el maletero, y allí había... ¡¿un pedazo de metal?! ¡Y una máquina tragaperras! El pedazo de metal, en el argot de los tramposos era conocido como "top-bottom joint", y en seguida Tommy y Ray fueron a probarlo. Éxito absoluto. Un nuevo mundo se abrió ante los ojos de nuestro protagonista, una oportunidad para dar un cambio en su vida.
Dicho y hecho. Carmichael cierra su tienda de reparación de televisores, abandona a la que era ya su cuarta esposa, y pone rumbo a Las Vegas. Una vez allí, se fija su primer objetivo: una tragaperras de monedas de 5 centavos en un casino cercano a la avenida principal. Y bingo, su primer botín: en apenas unos minutos, sale de allí con los bolsillos llenos, unos 35 dólares en monedas de 5 centavos. Dinero fácil.
Y ese ritual, con mayor o menor teatro, usando a más gente para disimular la manipulación de máquinas, trabajando en equipo cuando la ocasión lo requería, se alargó por un periodo de 5 años. Pero las cosas cada vez estaban más difíciles para Carmichael, encontrar una máquina a la que trampear se estaba convirtiendo en una odisea. Los fabricantes de máquinas tragaperras estaban poniendo cada vez más trabas a las tretas de los tramposos, Bally e International Game Technology, los dos líderes de la industria, habían empezado a introducir la electrónica en las mismas, con lo cual los métodos "tradicionales" se habían quedado obsoletos. De manera que Tommy tenía que buscar máquinas con "tecnología" antigua para poder subsistir, normalmente emplazadas en bares o supermercados, fuera ya de los casinos.
Eran las 3 de la mañana del 4 de Julio de 1985, y Tommy estaba en un restaurante de la cadena Denny's, al oeste de Las Vegas Strip, y prácticamente vacío. Tomó una taza de café, empezó a jugar. De repente un policía lo empujó contra la pared y le registró. Cuando encontró su "herramienta de trabajo", Tommy en seguida dijo que "lo usaba para arrancar el coche". MEEEEEEEC. Respuesta incorrecta, y dos años de prisión de premio, debido en gran parte en antecedentes por posesión de drogas.
Esos dos años de prisión le sirvieron para conocer a Mike Balsamo, otro conocido tramposo dedicado al campo de las tragaperras. Intercambiaron experiencias, ideas y proyectos mientras estuvieron juntos en la cárcel, y acordaron en encontrarse fuera para formar una banda una vez libres.
En mayo de 1987 Carmichael salió libre, pero lo que se encontró le iba a hacer replantearse su futuro como experto en trampear las tragaperras: las máquinas habían pasado por completo de ser unos dispositivos meramente físicos a máquinas de videojuegos, donde la electrónica primaba. Con sus trucos, era un dinosaurio en aquel nuevo mundo. Tuvo que dedicarse a otras cosas, pero siempre con la mente en el desafío que suponían esas nuevas máquinas. En 1990, volvió a Las Vegas, y con sus ahorros compró una máquina de la International Game Techonoly, llamada Fortune One Video Poker, haciéndose pasar por propietario de un casino.
Durante 6 meses se encerró en su taller, desmontó la máquina, y la estudió minuciosamente buscando puntos débiles. Y lo encontró. Diseñó un sencillo dispositivo, consistente en una lámina de metal con una cuerda de guitarra de extremo a extremo, al que se llamó "slider" o "monkey paw". El dispositivo se introducía por el orificio donde la máquina hacía los pagos, accionaba un dispositivo interno con la cuerda, la caja que contenía las monedas de los pagos era engañada, de manera que soltaba el premio. Gracias al dispositivo, Tommy y su socio Mike Balsamo ganaban más de 1000 dólares a la hora.
Pero todo ataque tiene su contraataque, así que de nuevo la industria se puso manos a la obra, y en el año 1991 su dispositivo se había quedado obsoleto. No quedaba más remedio que investigar, y en una feria de la International Game Technology en Las Vegas, Carmichael se acercó como un potencial comprador y allí mismo un vendedor... ¡le respondió a todas sus preguntas! Le dejó abrir una de las máquinas, inspeccionarla y le dio minuciosos detalles de su funcionamiento. En ese momento, nuestro protagonista vio que tenía posibilidades de ingeniar un dispositivo que le permitiera hacerse con el botín de monedas, así que en cuestión de días, compró una máquina de ese modelo y se puso manos a la obra. Había en esa máquina un sensor que era el que hacía el recuento de monedas, así que Tommy diseñó un dispositivo con una pequeña bombilla que lo bloqueaba, así que la máquina no sabía que estaba realizando pagos. Algo tan simple como un led y una pila. Algo tan grande como beneficios de 10.000 dólares diarios.
A partir de ahí, su vida fue un torbellino. Vendía su dispositivo a otros tramposos, y ganaba miles de dólares con ello. Ya no se limitaba a actuar en casinos de Las Vegas, y lo hizo por todo Estados Unidos. En el espacio de 6 meses, realizó 7 cruceros. ¿Cruceros de placer? No. Desvalijaba las máquinas tragaperras de los barcos, ganaba miles de dólares al día, y cuando el barco hacía la correspondiente escala, las víctimas eran los casinos locales: St. Thomas, Nassau, San Juan o Aruba sufrieron su asalto. De vuelta a tierra, con Balsamo y un nuevo socio, Ramón Pereira, formaron un trío del terror. Contrataron "bloqueadores" u "ocultadores", que se llevaban el 20% del botín mientras ellos desvalijaban máquinas. Aquello era ya una organización en toda regla.
Pero todo tiene su fin. Arrestado tres veces de 1996 a 1998, con un seguimiento milimetrado por parte de los equipos de seguridad de los casinos donde actuaban, la organización dio finalmente al traste tras la intervención del FBI. Carmichael y 7 miembros de su banda fueron detenidos. Por aquella época Carmichael y Pereira estaban diseñando un dispositivo que hacía creer a las máquinas de 25 centavos que se estaban introduciendo 35 créditos por segundo. Ya lo estaban perfeccionando para usarlo en las máquinas de 5 dólares.
Carmichael fue sentenciado en 2001 a 326 días de trabajo comunitario y 3 años de libertad vigilada. Perdió sus dos casas y toda la fortuna amasada durante su carrera. Actualmente, se dedica al diseño de dispositivos anti-trampas para las tragaperras. Sin duda, una historia digna de Hollywood.
La semana que viene os contaré la historia de Ronald Harris, sin duda uno de los mayores golpes bajos para la Comisión de Juego de Nevada en toda su historia.
(Parte 3).
Concluimos esta semana con la serie de "Tragaperras y Tramposos" explicando la historia de Ronald Harris, quien atacó el sistema "desde dentro", y que fue descubierto por una simple falta de planificación. Esta vez empezaremos desde el final, desde el punto de vista de la policía, quien estirando del hilo encontró una organización delictiva de estar por casa.
Algo huele mal con este tipo...
Eso debía pensar la empleada del casino Bally's Park Place en Atlanta cuando se le acercó Reid McNeal. Aquel sábado por la tarde, Reid había comprado 10 boletos de keno de 10 dólares cada uno, y en uno de ellos había acertado un pleno de ocho números, lo cual le daba un sustancioso premio. Nada más y nada menos que 100.000 dólares. La empleada no salía de su asombro, de hecho era el premio más grande jamás pagado en Atlantic City, y las odds que tenía Reid para acertar eran de 230.000 a 1. Reid estaba nervioso, muy nervioso, y no hacía más que insistir en que quería cobrar en efectivo.
Algo huele mal con este tipo... La empleada le pidió una documentación para identificarle, y Reid no llevaba nada encima. Siguiendo el procedimiento del estado de New Jersey, que dice que cualquier premio de más de 35.000 dólares debe ser verificado por la División de Juego del estado, avisó a sus supervisores, y estos fueron hacia allá acompañados de un par de policías. Cuando llegaron al casino, acompañaron a McNeal a la habitación de su hotel para buscar su documentación, y allí encontraron a un amigo suyo, Ronald Harris. No le dieron importancia a la presencia de Harris, y se llevaron a McNeal aparte para hacerle algunas preguntas rutinarias, era extraño que alguien acertase un pleno con un premio tan suculento en su primera apuesta.
Una vez comprobada su documentación, descubrieron que MacNeal era miembro de la Comisión de Control de Juego de Nevada, una entidad encargada de la regulación y control del juego en aquel estado. Aquello empezaba a oler muy mal. Decidieron subir de nuevo a la habitación, a ver qué tenía que contarles su amigo y qué relación tenía con la Comisión de Control de Juego, pero Harris se había esfumado. Registraron la habitación, y encontraron equipación informática, chips, libros acerca de cómo funcionaba el ordenador que generaba los números aleatorios de Keno en el Bally's y notas acerca de cómo sacar partido de ello. Aquello era una estafa en toda regla.
Estirando del hilo
Afortunadamente los agentes habían tomado nota de la identidad de la identidad de Harris cuando lo encontraron en la habitación, y así supieron que se trataba de un técnico informático de la Comisión del Control de Juego de Nevada. Tenía acceso a información confidencial, así que se había apropiado del código fuente del generador de números aleatorios que usaba el ordenador del Bally's para el Keno. Harris usaba su ordenador para ponerlo "en paralelo" con el del Bally's, con lo cual podía predecir cuáles eran los números que iban a salir. Un rato antes de que McNeal comprase los tickets, había estado en comunicación con Harris con unos transmisores caseros, dándole cuenta de los números que iban saliendo en el Keno. Harris había usado estos números para emparejar su ordenador con el del casino, y una vez tenía unas predicciones fiables, le dio a McNeal unas series probables de números a los que apostar. Acertaron de lleno.
Fin de la aventura. McNeal fue detenido en Atlantic City y Harris nada más aterrizar en el aeropuerto de Las Vegas. Pero fue tan sólo Harris quien pagó el pato, ya que McNeal aceptó testificar contra él a cambio de que se le retirasen los cargos. Pero los oficiales encargados del caso estiraron del hilo, un tipo con tan poca integridad, con acceso a información confidencial, podría liarla parda, como dirían algunos. Y así fue.
Como parte de su trabajo rutinario, Harris estaba encargado de hacer pruebas al azar en las máquinas tragaperras por todo el estado de Nevada, para verificar su integridad y correcto funcionamiento y, sobre todo, verificar que los chips que poseían estaban aprobados por la Comisión de Control de Juego, lo cual se suponía que era una garantía. Esos chips en los que ponían más énfasis eran específicamente los dedicados a garantizar un % de pago en las máquinas. Los propietarios de los locales donde estaban las tragaperras podían alterar el contenido de los mismos, y así hacer que pagasen un % más bajo que el estipulado, aumentando así sus ganancias. El trabajo de Harris consistía en detectar esto, pero en lugar de eso, los alteró en beneficio propio. En lugar de analizar el software que contenía los chips, lo borraba y grababa uno de su cosecha. Ese software que grababa obligaba a la máquina a dar el premio gordo cuando se introducían las monedas en una secuencia determinada. Si por ejemplo, en aquella máquina modificada, metía primero 2 monedas, luego 3, luego 1 y luego 5, la siguiente jugada le daría el premio máximo.
Y funcionaba, ya lo creo que funcionaba. Harris, en colaboración con su ex-mujer y un par de amigos, había conseguido jackpots por todo el estado, tan altos como 9.000 dólares en Reno y $5.000 en North Lake Tahoe, y así hasta un total de 24. Así que en 1997 estos cargos se añadieron a su desliz con el Keno, y Harris aceptó declararse culpable a cambio de una condena de 7 años de cárcel. En la actualidad está en libertad y trabaja para una editorial. Pero imaginado lo rico que sería ahora si su amigo hubiera llevado una identificación encima cuando reclamó el premio. No le hubieran encontrado en la habitación del hotel, y nada de aquello se hubiera desencadenado.
Viendo caras y jugando
Aunque seguramente lo hayáis visto en las películas, y de una manera muy espectacular, con software de reconocimiento facial, como en la película "21", las fotos a la vieja usanza se siguen usando en muchos sitios, así que la "lista negra", o "black book", como lo llaman en Estados Unidos, existe restringiendo la entrada en los casinos de Las Vegas y es pública. En el siguiente link podéis ver las caras de los protagonistas de las últimas columnas: el clan de Carmichael, Pereira y Balsamo, o al propio Ron Harris:
http://gaming.nv.gov/loep_main.htm
Clicando sobre su foto podréis ver los cargos que se les imputan para no poder entrar a los casinos. Pero mirando la lista, he encontrado un fallo, así que os propongo un pequeño juego, si es que no lo han corregido ya. Entre las fotos de personas a las que se les ha prohibido la entrada a los casinos, está la de una, cuya vida se ha llevado al cine y ha sido interpretada por Robert de Niro, y que ya no debería estar en ella, puesto que falleció el pasado 13 de Octubre. ¿Quién es, y cuál es la película?
Fuente: Trallero Reiser - pokernews
martes, 4 de noviembre de 2008
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