España - Las apuestas deportivas se han convertido en los últimos años en una actividad habitual en todo el planeta.
La expansión de internet ha favorecido el auge de un negocio que cuenta cada vez con más empresas y consumidores. Pero detrás de ese entretenimiento se esconde un peligro que amenaza con poner en jaque el mundo del deporte, empezando por el fútbol. Así lo reconoce la FIFA, que ha activado la alerta roja por la irrupción de las mafias y las organizaciones criminales, la mayoría asiáticas, en el sector de las apuestas.
La conclusión del máximo organismo del fútbol en el congreso celebrado la pasada semana en Zúrich fue clara: las apuestas ilegales y el amaño de partidos representan un peligro mayor que el dopaje o cualquier otra circunstancia. "Son una amenaza muy importante, sobre todo en el fútbol. Los rumores desestabilizan y dejan una percepción muy negativa entre el público. El entusiasmo se pierde porque la gente se siente engañada", dice Detlev Zenglein, analista del SAT, el Sistema de Alerta Temprana impulsado por la FIFA para detectar irregularidades gracias a la cooperación con corredores internacionales de apuestas.
REDADAS DE LA INTERPOL
Las cifras son contundentes. De los 277.000 millones de euros que se invierten cada año en apuestas deportivas en todo el mundo, el 30% se realiza de forma ilegal. Y la cantidad sigue en aumento, una realidad que preocupa a Joseph Blatter. "Las apuestas son muy peligrosas. Ya no hay límites. Algún día se apostará incluso a que en la segunda parte de un partido se siente otro técnico en el banquillo", dice el presidente de la FIFA.
Las manipulaciones se producen en todos los países, pero el mayor peligro proviene de Asia, donde se concentran el 85% de las apuestas ilegales. En Europa, esta industria está más regulada y la FIFA cuenta con una amplia red de controladores. "Nuestra principal lucha se da en los mercados asiáticos. Allí se ataca de forma continuada contra la integridad del deporte", declara Wolfang Feldner, estratega-jefe del SAT.
Las continuas sospechas han llevado a actuar a la Interpol, que el pasado verano desarticuló una gran red de apuestas clandestinas en Asia. Se detuvieron a 1.300 personas y se incautaron 16 millones de dólares (12,7 millones de euros) en 1.088 oficinas ilegales, muchas controladas por criminales que manejaron operaciones por valor de 1.500 millones de euros. La redada, denominada Soga II, se centró en China, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Meses antes, se llevó a cabo la primera parte de esta operación, en la que se detuvieron más de 400 personas en 272 centros clandestinos, donde se incautaron ordenadores, tarjetas de créditos, coches...
Según la Interpol, estas actividades guardan una estrecha relación con otros delitos, como la corrupción, el blanqueo de dinero y la prostitución. "Es un problema grave para el deporte y un peligro para el fútbol. Por eso tenemos un sistema para protegernos de las transacciones que vienen de Asia. Es necesario encontrar una solución junto a los políticos y la policía. No es fácil investigar estos casos", remarca Michel Platini, presidente de la UEFA.
El organismo europeo ha confirmado que está siguiendo a algunos clubs y competiciones. Según el comité de expertos, no hay pruebas de irregularidades en el Mundial del 2006 ni en los JJOO de Pekín, aunque el Brasil-Ghana del último Mundial sigue bajo sospecha, así como el 8-0 del Liverpool al Besiktas de la pasada Champions. "Tenemos más de 25 partidos europeos organizados por la UEFA con muchas probabilidades de haber sido amañados", afirma Carsten Koerl, investigador alemán que colabora con la FIFA.
LIGAS DE SEGUNDA FILA
Las apuestas también han salpicado al tenis, un deporte individual mucho más fácil de manipular.
Davydenko, por ejemplo, fue investigado por perder de forma sospechosa ante el desconocido Vasallo Argüello, aunque la ATP le exculpó de cualquier infracción. Lo mismo ocurre en Ligas de segunda fila o de categorías inferiores, más fáciles de amañar. El caso más llamativo fue el del árbitro alemán Robert Hoyzer, que estuvo un año y dos meses en la cárcel tras reconocer que se vendió por 70.000 euros a una red croata para manipular 23 partidos. Ahora la amenaza persiste, pero el peligro se centra en Asia, el mercado más difícil de controlar.
Fuente: elperiódico
domingo, 23 de noviembre de 2008
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