lunes, 21 de julio de 2008

Esperanzas quedaron en la gatera

Uruguay - Maroñas. Hipódromo cumplió 5 años en junio; los vecinos no ven beneficios en apertura. Vecinos reclaman la apertura de la avenida, dijo cura.
A 5 años de la reapertura del hipódromo de Maroñas, la mayoría de los vecinos del lugar dejaron en la cancha las expectativas de recuperar con él la seguridad, iluminación y limpieza perdidos en 1997 al cerrar el antiguo circo hípico.
La conclusión de que el hipódromo de Maroñas no produjo en el barrio la influencia esperada por los vecinos, surgió de cuatro trabajos realizados por estudiantes de la Licenciatura en Antropología en 2007.
En el curso de Antropología Social los alumnos debieron trabajar con lugares donde hay recualificación urbana, es decir, un emprendimiento que se instala en una zona y la valoriza en términos económicos, explicó a El País la profesora y antropóloga Sonnia Romero Gorski.
A través de los trabajos prácticos hechos con el hipódromo de Maroñas, Zona Franca y Funsa los estudiantes querían ver si esas iniciativas también habían producido una influencia social en el entorno.
En cuanto al hipódromo la respuesta fue negativa. "Podía estar el hipódromo a nuevo o derruido que mucho no le cambiaba a los vecinos", contó Romero, teniendo en cuenta los trabajos de sus alumnos.
El informe realizado en el barrio Maroñas (zona 9) por las estudiantes Lourdes Bouza, Victoria Méndez, Claudia Olmos y Meri Terra indica que "la reapertura no generó grandes cambios, no generó puestos de trabajo en el barrio o estos son informales, como cuidacoches o vendedores ambulantes".
Este estudio también muestra una influencia positiva del hipódromo: "El único vínculo que se generó (entre el hipódromo y el barrio) fue la policlínica que los vecinos utilizan".
La licitación realizada para reabrir el hipódromo (29 de junio de 2003) establecía que el interesado debía hacer una policlínica. Finalmente se hizo un centro de salud mucho más grande de lo requerido, informó una fuente de Hípica Rioplatense, empresa concesionaria.
En la calle Guerra frente al hipódromo hay dos bares con las puertas cerradas. Dejaron de funcionar en 1997 con el fin de las carreras en el viejo local y ahora siguen con las persianas bajas. Daniel, el dueño del almacén que está en esta misma calle, dijo que tenía la esperanza de que la reapertura del nuevo hipódromo llevara a que esos boliches volvieran a servir copas.
El vecino también habló de las casas que siguen tapiadas. Sin embargo, él vende muy bien los fines de semana con el movimiento que genera el hipódromo en la zona. A Mario le pasa lo mismo. Es el dueño del salón Nico, un kiosco que está frente al hipódromo. "Me revuelvo los fines de semana. Entre semana la venta es menor", contó.
La apertura de Maroñas hizo que los studs de caballos de la zona volvieran a trabajar. Del turf dependen unas 70.000 personas, ya que se calcula que por cada caballo hay al menos siete personas para atenderlo.
El hipódromo tiene 737 funcionarios, aunque muchos vecinos no ven que esas fuentes de empleo sean para gente del barrio. "Surgió la esperanza, la posibilidad de un trabajo. Al pasar el tiempo vimos las pocas posibilidades que se le habían brindado a la zona", opinó Adriana Peluso, directora de la escuela, consultada por los estudiantes que trabajaron en la zona 9.
El negocio "Herraduras Anderson Levanti" está en la calle Guerra frente al hipódromo desde hace 5 años, con la apertura de Maroñas. "Se vende mucho. Si no estuviera el hipódromo no sé si valdría la pena vender sólo herraduras", explicó Federico Camaño, de dicha empresa.
EN EL CAMINO. Meses antes del día de la reapertura -junio de 2003 - la Intendencia de Montevideo y el Ministerio de Vivienda anunciaron que con Maroñas llegaría el ensanche de la avenida Larrañaga (ex Centenario). Con las obras en la vía acceso al hipódromo, vendría también la erradicación de asentamientos donde viven muchos de los delincuentes y vendedores de pasta base que generan inseguridad. Ya pasaron 5 años y la obra aún está en los papeles.
El intendente, Ricardo Ehrlich, dijo que "la avenida Larrañaga se ha recuperado y queda la apertura para llegar al hipódromo. Eso está arriba de la mesa", pero prefiere esperar para anunciar una fecha de comienzo de obras.
Lo que retrasa la realización del trabajo "es la expropiación por el número de personas a desplazar. Estamos cifrando y estudiando el tema", agregó. Son siete manzanas habitadas que hay que modificar.
La inseguridad en el barrio se instaló con fuerza en 1997 con el anterior cierre. Y desde entonces habita el barrio. En ese año se creó una Comisión de Seguridad integrada por los vecinos.
Washington Gómez, que vive en Maroñas desde hace más de 56 años, es el presidente del grupo. Cree que la reapertura del hipódromo "es buena para el trabajo, pero el tema de la inseguridad sigue igual".
El circo hípico generó franjas de seguridad en el barrio. "En la calle Guerra frente al hipódromo no hay robos. Pero en otras zonas, como en el parque Guaraní, las rapiñas son comunes", explicó Gómez.
Esta percepción coincide con lo manifestado por los dueños de los negocios frente al hipódromo. El comercio de herraduras de calle Guerra no ha tenido problemas con los ladrones. Sin embargo, en una iglesia a unas cinco cuadras de ese negocio, los robos sufridos este año obligaron al párroco a contratar a un guardia de seguridad.
Más allá de que el hipódromo no generó todo lo esperado, los vecinos siguen aguardando las obras prometidas por la intendencia y solicitan una reunión con la ministra del Interior, Daisy Tourné, apostando a una mayor seguridad.
Las cifras
70.000 Es la cantidad de personas que dependen del turf, ya que se calcula que por cada caballo hay siete personas para cuidarlo.
737 Es la cantidad de funcionarios que trabajan de forma directa en el hipódromo de Maroñas, según una fuente de Hípica Rioplatense.
Apuestas subirán más del doble
En 2008 las apuestas serán de $ 491.000.000 en el hipódromo de Maroñas, según las proyecciones aportadas a El País por una fuente de Hípica Rioplatense.
Hace cuatro años las apuestas en el hipódromo de Maroñas fueron de $ 234.000.000. Comparando la previsión de apuestas de 2008 con la de 2004, hay un aumento del 109%.
Este año se prevé una facturación de US$ 38.000.000. Entonces se reparten en premios hípicos alrededor de US$ 6.000.000.
En 2004 asistieron 364.000 personas y para este año se prevé que reciba a 400.000 visitantes. "Acá el crecimiento puede ser que no sea tan importante. Pero hay que tener en cuenta que las carreras se pueden ver en directo en los cables de todo el país. Más las 45 agencias hípicas en Uruguay, donde se ven las carreras y se puede apostar. Además, se puede apostar por teléfono. En 2004 era todo dentro de Maroñas", explicó la fuente del concesionario del hipódromo.
"Piden a gritos las obras de Larrañaga"
"Había una expectativa que no se logró colmar, aunque los studs tienen más movimiento", dijo a El País el cura párroco Raúl Díaz, en relación al hipódromo de Maroñas. El encargado de la parroquia "Nuestra señora del Sagrado Corazón y Santa Rita", ubicada en la calle Besares de Maroñas, nació en el barrio. Su padre trabajó en el hipódromo anterior.
La apertura del circo hípico sirvió para recuperar el edificio, que es patrimonio nacional, afirmó. El hipódromo también colabora con ropa y otros objetos para los feligreses, contó.
Además, ha hecho arreglos edilicios en escuelas de la zona y ha donado equipos a centros educativos, dijo una fuente de la concesionaria Hípica Rioplatense.
Díaz aseguró que el hipódromo generó trabajo pero no para los vecinos, sino para quienes tienen studs.
"A gritos". "Lo que la gente pide a gritos es la apertura de la avenida ex Centenario", dijo Díaz. En 1974 "el libro que se sacó por los 100 años del barrio hablaba que hacía tiempo que se pedía la apertura de esa calle", agregó.
Como no se hizo en esa fecha "estaba la expectativa de que ocurriera con la apertura del hipódromo", indicó.
Esa esperanza surgió en 2002. Una nota de El País de diciembre de ese año informaba: "La Intendencia realizará la extensión de la avenida Larrañaga hasta el Hipódromo de Maroñas en seis meses. `Podrían ser cuatro o cinco si logramos mejorar la coordinación con otros servicios públicos`, afirma la ingeniera Susana Galli, directora de Vialidad". Pero no sucedió. La seguridad es otro punto que no mejoró, según el párroco. Por lo menos eso se notó en la iglesia que fue robada varias veces este año y obligó a contratar un guardia de seguridad.
"La limpieza mejoró en las cercanías del hipódromo"
En los alrededores del hipódromo mejoró la limpieza pero en esta zona no", contó Héctor, que vive en la calle Juan Carrara y avenida Larrañaga (ex Centenario). El vecino de Maroñas hizo referencia a la limpieza sin dejar de mirar las bolsas de nylon que estaban el jueves pasado en la vereda de Larrañaga, junto a una volqueta. Este carpintero del barrio -que hace juguetes de madera, como camiones a escala- cree que el hipódromo no ha influido en la zona.
"No sé si voy a vivir para ver el ensanche de Centenario"
La situación no ha cambiado en nada por el hipódromo", opinó Juan, un vecino que vive en la calle Gerónimo Piccioli, del barrio Maroñas. Dijo que en los asentamientos ubicados sobre la avenida Larrañaga "ahora son todos malandros". También habló de las anunciadas obras de ensanche de esa avenida y opinó: "No sé si voy a vivir para ver el ensanche de Centenario (nombre anterior de Larrañaga que muchos montevideanos continúan usando)".
"El movimiento hoy es superior al de 6 años atrás"
No salió lo de la avenida Centenario, ni la `limpieza` del barrio acá atrás", dijo Daniel, de un comercio de la calle Guerra. "Trabajamos para la gente que entra y sale del hipódromo de Maroñas los sábados y domingos, pero entre semana nada", indicó. Si bien reconoció que el movimiento es "superior a 6 años atrás", dijo que "no es lo que se pensaba". Al menos él esperaba que reabrieran varios bares de la zona que cerraron en 1997, con el otro hipódromo.
Fuente: MARÍA EUGENIA LIMA - elpais

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