lunes, 21 de enero de 2008

Miami apuesta al azar con el juego

USA - El tintineo de las tragamonedas una vez más intenta hechizar a los miamenses con la ilusión de ganar y poder comprar una mansión en Coral Gables, un yate para navegar por la Bahía de Biscayne; o decir adiós al martirio de no tener cómo afrontar los impuestos, los seguros y el alto costo de la vida en el sur de la Florida...
Son fuertes acicates, sin duda.
No obstante, la otra cara de la moneda puede ser desgarradora: deudas, cheques rebotados, bancarrotas, embargos inmobiliarios, pérdida de la familia...
Los miamenses no necesitamos que los llamados ''racinos'' --pistas de carreras o frontones con casinos-- nos despojen del poco dinero, de nuestro bosillo o prestado, que tenemos, pero si los votantes apuestan al juego en el referendo del 29 de enero, morderán el anzuelo de una maniobra política para inflar las arcas estatales y las de un puñado de empresarios y funcionarios públicos especialmente.
Para nadie es un secreto que la casa siempre gana.
Si cree que la enmienda se propuso en beneficio de la educación pública en Miami-Dade, no sea tan ingenuo. En Broward, donde los votantes dijeron ''sí'' a las parimutuales con tragamonedas en el 2005, sólo una ínfima porción de los $150 millones que se estima generarán para el estado este año los tres establecimientos, favorecerá a las escuelas de ese condado, y más de la mitad se usará para cubrir baches en el afligido presupuesto estatal.
Detrás del referendo indisputablemente se esconden intereses de grupos de poder. Hasta finales del año pasado, los adalides de las tragamonedas habían recaudado $5.23 millones y derrochado $3.38 millones en campañas para persuadir al electorado, que en años recientes ha repudiado el juego más de una vez en las urnas.
El libreto perfecto: un estudio financiado por ellos mismos que vislumbra un panorama de ''beatífica'' prosperidad económica, a pesar de que el dinero engullido por las máquinas vendría mayormente de los propios miamenses, que desviarían sus ingresos para esparcimiento de otros negocios locales.
A mí, personalmente, nunca me divirtieron los casinos, pero les he tomado respeto porque he conocido a personas que han perdido las ganas de vivir al verse completamente derrotadas por el juego.
Las estadísticas del Consejo de la Florida sobre el Juego Compulsivo, una organización educativa y de prevención en Orlando que no se opone ni favorece la legislación de los juegos de azar, concluyen que más de un millón de floridanos han sufrido consecuencias sociales a raíz del juego, que puede convertirse en una adicción. El principal problema de quienes piden ayuda a la agencia sin fines de lucro: las máquinas tragamonedas.
''La adicción al juego es la peor de todas porque la persona no está bajo el efecto de ninguna sustancia; sin embargo, está dispuesta a darlo todo, inclusive el bienestar de su familia, con tal de seguir jugando'', me explicó Omar Mejía, el director del Programa Hispano para el Tratamiento de Adicciones del Hospital South Miami.
El año pasado, las parimutuales de Broward no obtuvieron los rendimientos financieros ni la asistencia de jugadores que esperaban. Los expertos aseveran que la industria de centros de juego en el sur de la Florida está saturada. Para sobreponerse, los establecimientos seducen a las personas mayores con transporte gratuito y se aprovechan de su vulnerabilidad.
Los ''racinos'' simplemente no pueden competir con el imperio de los seminoles, que están exentos de impuestos, en particular ahora que el gobernador Charlie Crist firmó, sin consentimiento de los floridanos, un acuerdo histórico con la tribu que le da carta blanca para ofrecer juegos al estilo Las Vegas como blackjack y baccarat.
Los dueños de las 26 parimutuales en el estado sienten ira, pues la concesión frenará su potencial crecimiento.
¿Por qué complicarnos más de lo que estamos en Miami? ¿Por qué caer presa fácil de inescrupulosos comerciantes?
''Hasta que no llegas a la bancarrota total'', me advirtió un adicto al juego en recuperación, ``no te das cuenta de que tienes un problema''.
¿Por qué apostar a perder?
Fuente: elnuevoherald

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