domingo, 6 de enero de 2008

Las Vegas en versión china

China - La ex colonia lusa de Macao, única ciudad de Asia en la que el juego es legal, crece a un ritmo vertiginoso gracias a la nueva clase media del país.
«¿Hagan juego, señoras y señores! ¿Están ustedes en Macao!». Las palabras resuenan en todos los rincones del Casino Lisboa, sin duda el símbolo de la ex colonia portuguesa en China. Ni siquiera las ruinas de la catedral de San Pablo son capaces de hacerles sombra a los neones del palacio del juego por excelencia. El local, de hecho, se ha quedado tan pequeño que ha necesitado la ayuda de un hermano mayor para dar abasto con la clientela, compuesta básicamente por chinos procedentes de Hong Kong y de la parte continental de la República Popular, lugares en los que el juego está prohibido.
El nuevo Grand Lisboa, un edificio futurista de 480 millones de euros y 52 pisos, que deja en ridículo a su predecesor, ha sido inaugurado recientemente, un hecho recibido con regocijo por las casas de empeños, prostitutas y chulos, corruptos oficiales del gobierno, y mafiosos de toda índole. Sin duda, tras los destellos de colores de los 27 casinos de la ciudad se esconde una realidad mucho más oscura.
No puede ser de otra forma teniendo en cuenta que la industria del juego genera entre el 40% y el 50% del PIB de la ciudad, y entre el 60% y el 65% de los ingresos de Hacienda. El año pasado 6.000 millones de euros. La versión china de Las Vegas ya produce más ingresos por apuestas que la original, y se ha convertido en un imán para los elementos del mal vivir del continente. Y de fuera. En el Pink Lady, por ejemplo, los ojos rasgados se desvanecen para dejar al descubierto atentas miradas azules, y las melenas negras típicas de las mujeres chinas se convierten aquí en rubios platino. Los clientes, eso sí, son asiáticos. El negocio de la prostitución no conoce fronteras, y las siluetas de mujeres de Europa del Este y de Rusia son en Macao la tónica a partir de la caída del sol.
El negocio no sólo se circunscribe a las tragaperras, el blackjack, las apuestas, o los burdeles. Estos son sólo el primer escalón del submundo que ha surgido en Macao. Proliferan las casas de empeños, que suelen llenarse a altas horas de la noche, cuando los clientes de los casinos que rozan la bancarrota buscan la prórroga en sus pertenencias. Pero el impacto de estos negocios es mínimo comparado con el de la especulación urbanística. La obtención de licencias para construir gigantescas moles dedicadas al juego se ha convertido en una lucrativa transacción para constructores y políticos. Entre ellos el antiguo responsable de Obras Públicas, Ao Man Long, que se enfrenta a 76 cargos por corrupción, entre los que se encuentran el lavado de dinero negro, y el cobro de comisiones ilegales.
Represión de ludópatas
Mientras tanto, las autoridades lidian con un problema de muy diferente índole: la ludopatía. Según Xu Anqi, sociólogo de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, el problema es inherente al carácter chino. «En general, los asiáticos son propensos a este desequilibrio, quizá por la creciente importancia que tiene el dinero en sus vidas. En muchos países, conscientes de los problemas que podría acarrear permitirlo, el juego está prohibido y, con ello, se reprime en cierta manera esta enfermedad».
Las palabras de Anqi cobran sentido en las timbas ilegales, que muchas veces se montan en los callejones de pueblos y ciudades, y en la Bolsa. «El mercado de valores se ha convertido en el casino de quienes no pueden ir a Macao. Tal y como se comporta, invertir puede ser incluso más peligroso que jugar a los dados». Sin embargo, la creciente clase media de China ha convertido Macao en uno de sus destinos predilectos. En los últimos años, los visitantes han aumentado entre un 15% y 25% hasta los doce millones de 2006. Quince veces la población de la ex colonia.
Por: ZIGOR ALDAMA - lavozdigital

No hay comentarios.: