lunes, 14 de enero de 2008

La gente joven prefiere las quinielas y la primitiva

España - Es la responsable desde 1996 del despacho de lotería del Muelle, fundado por su tatarabuelo Agustín Suárez. Nieta del médico José Cidón, esta joven «alegre y comunicativa», diplomada en Pintura en la Escuela de Artes y Oficios, atiende en la administración número 4 de Gijón, rodeada de los números de la suerte. MERCEDES CASTAÑÓN CIDÓN RESPONSABLE DE LA ADMINISTRACIÓN DE LOTERÍA N.º 4 DE GIJ.
En las fechas navideñas que acabamos de superar, si hay una cuestión que por encima de creencias, devociones o ideologías comparte la mayoría de los ciudadanos españoles es el sorteo de la lotería. Una gigantesca marea de ilusiones, repartida por los cuatro puntos cardinales del territorio patrio, se somete al azar que dictan las rotaciones del bombo. Dicen que son muy pocos los ciudadanos que no guardan en la cartera al menos una pequeña participación en la que han de incidir deseos, esperanzas, sueños... Y durante semanas, antes y después del histórico canto del día 22, se habla de la infinidad de factores que rodean a la suerte, con la facultad de que, superada esta fecha, los defraudados aún podrán recurrir a la posterior estrella de la lotería del Niño.
Cuando aún resuenan los ecos del golpe de fortuna caída sobre Asturias, sin duda es interesante conocer ciertas respuestas de orden menor, es decir, cuestiones de tipo humano que se escapan a las macrocifras que maneja el pingüe negocio del Estado. Por ejemplo, sabemos que en Gijón hay 66 administraciones de lotería. Y haciendo un repaso por las más antiguas fuimos a dar con el despacho número 4, en el Muelle, que, aunque regentado por Mercedes Cidón Rodríguez, en la actualidad lo dirige su hija Mercedes Castañón Cidón. Estupendo, pensé, al encontrarme frente a una chica alta, guapa y lista, en orden de percepción. La edad suele ser garantía de experiencia, aunque a veces la responsabilidad obliga a quemar etapas. Es el caso presente; Mercedes se había preparado, «tengo aquí una chuleta», dijo con toda naturalidad.
Nacida en Gijón, 1973, tras cursar estudios en el Instituto del Piles, se diplomó en Artes y Oficios, siguiendo la especialidad de Pintura, arte que nunca ha ejercido, «soy muy vaga para concentrarme en un trabajo así». Tampoco tuvo tiempo ya que ciertas indisposiciones de salud de su madre la llevaron a asumir, junto a su único hermano, Ignacio, la dirección del despacho de lotería. Alegre, comunicativa, espontánea... Una delicia de chica. Está casada, sin hijos.
-¿Desde cuándo ostentan la titularidad de la administración?
-De toda la vida. La fundó mi tatarabuelo Agustín Suárez en 1850 y, desde entonces, siempre se mantuvo en la familia. Él se la pasó a su yerno, Julio Rodríguez, y éste, que murió muy joven, a su esposa, Mercedes Suárez. Su hija María del Carmen Rodríguez, fue la nueva titular, dándose la circunstancia de que a su muerte, al haber permanecido soltera, la heredó su hermana y a la vez mi abuela, María Socorro Rodríguez, casada con el médico Julio Cidón. Al separarse mis padres, se la cedió a mi madre, Mercedes Cidón Rodríguez. En 1996 me incorporé yo al negocio.
-¿El número 4 obedece a un orden de instalación?
-Sí, significa que hay tres administraciones más antiguas que la nuestra. La primera es la de la calle Covadonga, bajo los arcos. La segunda ocupaba un pequeño local en la calle de los Moros, junto a la farmacia Arza, y desde hace unos años se cambió a Pedro Duro. La tercera está en Río de Oro, cerca de Los Fresnos. Nosotros, que habíamos permanecido más de un siglo, desde su fundación, en un portal de los Moros, al declararse la casa en ruinas, tuvimos que irnos. En mayo de 2000 nos trasladamos.
-¿Por qué el Muelle?
-Fue una coincidencia. Por lo visto alguien había pensado poner una administración de lotería en este local y acabó desistiendo; fue una suerte, ya que nos encontramos la instalación hecha. De otro modo cumplía los requisitos que impone la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (ONLAE), entre ellos mantener una distancia de 300 metros del despacho más próximo.
-¿Y dónde se vende más? El de Moros tenía cierta solera...
-Sí, pero era muy pequeño, apenas se veía desde la calle. Éste es un lugar precioso, de muchísimo paso, y no digamos en verano... Creo que dentro de mi ramo tengo la mejor panorámica de Gijón. A veces me dan ganas de sacar un banco a la calle para sentarme a ver la puesta de sol. Lo malo es que nos estropean la vista cuando nos colocan enfrente, en plenos Jardines de la Reina, una antiestética caseta de plástico. En cuanto al negocio, sin ninguna duda se vende mucho más aquí.
-¿Han conservado su clientela fija?
-En parte sí; otra la fuimos adquiriendo. Hay personas que vienen todas las semanas, el mismo día y a la misma hora, también a comprar lo mismo. Incluso detienen el coche frente a la puerta y no hace falta ni que se bajen. Eso, en Moros era imposible. Bueno, espero que a partir de ahora no acuda un guardia municipal a controlar el exceso. Entre los municipales también tenemos excelentes clientes.
-¿Hay un jugador tipo? Por edad, sexo, circunstancias...
-Sí, yo lo definiría como un varón de 50 años en adelante. Son los que más juegan, a la lotería, principalmente. La gente joven prefiere las quinielas y la primitiva; son más baratas y los premios muchos mayores, aunque también es mucho más difícil que toque.
-¿En su historia reciente cuál es el premio mayor que han dado?
-Aún estábamos en la calle los Moros, en la década de los noventa. Fue una primitiva de 100 millones de pesetas, y supimos quién era el afortunado; suponemos que le habrá mejorado la vida. También dimos un primer premio en una lotería de sábado que repartió 10 millones a cada décimo. Todos los agraciados lo celebraron con nosotros; unos nos invitaban a cenar, otros nos traían flores, bombones... Incluso, uno de ellos me dio un sobre con dinero. En 2004 vendimos una serie del cuarto premio de Navidad, curiosamente a personas de fuera de Gijón. Al año siguiente volvieron a comprar, y un señor que llevaba 15 décimos me dijo: «¿No me regalas nada?». Me quedé sorprendida, todo el mundo es tan espléndido y él al revés.
-Dicen que Asturias tiene fama de jugadora...
-No lo sé, pero nosotros vendemos muchísimo a forasteros. Hay personas que tienen por costumbre, cuando viajan, llevar de regalo a su gente un décimo de lotería; siempre existe una posibilidad y una ilusión.
-¿Cómo se ajusta el depósito con la venta?
-El control lo lleva la ONLAE; saben lo que vende cada administración y nos envían lo proporcional. En Navidad se puede repetir pedido si se necesita, y a la inversa, si se prevé el excedente avisamos y lo recogen. Este año nos habíamos quedado sin las terminaciones en 5, y nos remitieron sobrantes de Murcia, Tenerife y Badajoz.
-¿Qué hace más cifra, la primitiva o la lotería?
-Depende. En Navidad gana la lotería, pero el resto del año se sellan muchas primitivas.
-¿Qué porcentaje se lleva cada administración?
-Muy pequeño, el 3,7 por ciento, del que hay que descontar los gastos del local, los empleados, el IVA... Es cierto que no tenemos riesgo porque se devuelve lo que no se ha despachado. Pero éste es un negocio del que se obtiene un sueldo normal, que, claro, varía de acuerdo con las ventas. La famosa Bruja de Oro de Sort, en Lérida, vende miles de millones, así que sus ganancias también serán millonarias.
-¿Y la gente de los yates, qué? ¿Significa algo estar frente al puerto deportivo?
-Juegan más los pescadores; tenemos muchos clientes de Cimadevilla, personas entrañables. Sí, es cierto que nuestro público es distinto al de Moros, en conjunto es más familiar.
-Es curioso, he observado que los grandes premios ya no son noticia, pese a repetirse cada semana en cifras escandalosas, ¿qué pudo ocurrir?
-Creo que con el cambio al euro la gente no se da cuenta real de lo que significan las cantidades.
Este sábado hay un bote de 39 millones de euros, y quizá parezca poca cosa, pero son casi 6.500 millones de pesetas. Se dio un euromillón en que tocaron 45 millones de euros repartidos entre los trabajadores de una fábrica de jamones, y el 2 de noviembre de 2007, en Vall de Uxó, en Castellón, cayó otro premio de 41 millones de euros. Los premios mayores siempre son los del euromillón.
-¿Se observan casos de ludopatía desde su ventanilla?
-Se sospechan. Veo gente que por su aspecto me parece que se exceden, que gastan más de la cuenta.
-¿Cree que se juega más por necesidad o por afición?
-Hay de todo, pero cuando la gente está apurada es cuando más juega. Otros lo hacen por sistema. Recuerdo una vez que se detuvo un autobús del Imserso a la puerta de la administración y sus 50 ocupantes entraron a la vez. Creímos volvernos locos. Para colmo eran personas acostumbradas a jugar porque usaban términos no habituales. «Yo quiero un San Antonio», te decían (el número ha de acabar en 13). La terminación en 88 es «las mamellas»; en 62, «el piojo»; 77, «las banderas»; 99, «la agonía», el 00, «la muerte»...
-Usted, ¿tiene algún número favorito?
-No, pero juego primitiva y bonoloto siempre con números fijos; fechas de mi cumpleaños, cuando mi marido y yo nos hicimos novios... Me han tocado premios pequeños, pero no pierdo la esperanza.
Fuente: lne.es

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