miércoles, 14 de noviembre de 2007

Industria del juego "Una apuesta a la exportación"

Si bien lo comercializado no llega a los US$ 10 millones, el dinamismo del sector es fuerte: en cinco años las ventas subieron un 235%, impulsadas en su gran mayoría por pymes.
La Argentina está en condiciones de exportar casinos llave en mano. Existen estudios de arquitectura que los diseñan; constructores especializados en cartelería y marquesinas; fabricantes de los paños verdes de las mesas de juego y de las coloridas alfombras, y empresas dedicadas a las máquinas tragamonedas, a las ruletas, a las fichas y los naipes, a los uniformes de mozos y croupiers, al mobiliario, al software para el monitoreo y control, a los monitores de LCD sensibles al tacto... Y prácticamente todas las empresas -pymes en su mayoría- exportan parte de su producción. Como Artemio Gusella, que hace cinco años vende ruletas a Uruguay, Colombia, Panamá, Venezuela, Italia y España. "La Argentina es líder en el rubro en América latina. No sólo somos competitivos en precios sino que vendemos muy buena calidad", señaló.
Gusella exporta el 25% de lo que fabrica, como los cilindros y las mesas de ruletas, mesas de Punto y Banca y Black Jack, la Rueda de la Fortuna, rastrillos para mesas de dados y hasta las bolillas de las ruletas.
Richard Saavedra, por su parte, encontró un segmento en la industria textil. Su empresa, Goody Group, confecciona uniformes y mantelería para los casinos. Desde Las Vegas, donde participó de la exposición más importante del mundo de la industria de los juegos de azar (G2E, Global Gaming Expo), contó a LA NACION que exporta sus diseños a 15 mercados. "Tenemos sucursales en nueve países y 49 bocas de venta de la marca Goody. En Las Vegas estamos apoyando a nuestra sucursal de Miami para penetrar mejor en Estados Unidos", indicó.
Los juegos electrónicos también pisan fuerte. La firma Electrochance exporta ruletas, tragamonedas y bingos electrónicos, y desarrolló para el mercado mexicano el Rolling dados , una máquina especial que en lugar del tradicional cilindro de ruleta tiene dados. Ofrecen, además, sistemas on line para contar la recaudación y controlar desperfectos, y cuentan con una mesa de ayuda las 24 horas -de hecho, detrás de estas exportaciones están los ingenieros en sistemas que "escriben" el software de cada producto-. Entre las innovaciones de la firma, dos llaman la atención: las máquinas tragamonedas de Diego Maradona y Jorge "Locomotora" Castro. A partir de un convenio con el futbolista y el boxeador, sus caras y firmas son parte del juego.
Según datos del plan de promoción sectorial (PPS) elaborado por la Fundación ExportAr junto con la Cámara Argentina de la Industria del Juego de Azar (Caija), las ventas externas del sector sumaron US$ 9,4 millones en 2005, cifra que incluye las partidas 8472.90.30 (máquinas de clasificar y contar monedas o billetes), 8543.89.99 (las demás máquinas y aparatos), 9401.71.00 (asientos con armazón y con relleno), 9504.30.00 (juegos activados con monedas, billetes y fichas) y 9504.90 (juegos activados por tarjetas).
Respecto de lo comercializado en 2000, el incremento en las exportaciones fue de un 235%.
Chile es el primer cliente, con compras por US$ 2,3 millones (un cuarto del total), seguido por México, con US$ 824.000; Perú, con US$ 674.000; Colombia, con US$ 666.000, y Estados Unidos, con US$ 619.000, entre otros.
No hace falta más que ver algunas películas para confirmar que Estados Unidos es "el imperio del juego" y el mercado por antonomasia de esta industria. Pero, por las dudas, aquí algunos datos: las ganancias anuales de los casinos se elevan a US$ 30.000 millones; un cuarto de la población norteamericana (53 millones de personas) visitó al menos una vez un casino en 2005, y el 4% apostó por Internet (aunque el 80% de ellos desconoce que todavía es ilegal hacerlo). Estas cifras, publicadas en el último balance de la Asociación Americana del Juego (AGA, en inglés), alegran también al fisco de Estados Unidos, que agradece la "sana" afición al juego del norteamericano promedio: los 455 casinos desperdigados en ese país pagan impuestos por más de US$ 4900 millones. Si le sumamos los 29 salones de apuestas a las carreras de caballos, las arcas se llenan con US$ 1280 millones adicionales.
Protección
El juego es una industria seria para Estados Unidos (los casinos emplean 354.000 personas y pagan salarios anuales por US$ 12.000 millones). Y por eso, la protegen. Ingresar en el lujurioso mercado norteamericano es una apuesta todavía alta para el empresario argentino: "Existen ciertas homologaciones y requisitos técnicos que todavía no se pudieron cumplir", explicó a LA NACION Andrés Superbi, técnico de la Fundación ExportAr que trabajó en el PPS de la industria del juego de azar, del que se desprende, además, que los mercados naturales para la oferta argentina son los latinoamericanos. "Es una industria joven con la que trabajamos hace dos años, participando con un pabellón en la feria Sagse de Panamá. Pero a partir de 2007 vamos a cambiar por la Feria Andina de Juegos de Azar (Fadja), que se realiza en Colombia", sostuvo Superbi.
Fadja reúne a 80 expositores de 22 países y, según datos de los organizadores, sólo durante las ruedas de negocios se hacen negocios por US$ 1,5 millón. Mercados regionales Según el perfil de mercado de Colombia elaborado por el PPS, allí se juegan anualmente US$ 637 millones.
Un informe del portal económico Portafolio.com.co indica que un colombiano deja hasta el 35% del salario en apuestas que, entre 1994 y 2003, crecieron un 31%. En Colombia, la salud se financia en un 90% con recursos del juego.
Otro cliente sumamente interesante está cruzando la Cordillera: Chile está licitando la construcción y concesión de 17 casinos en todo el país (con una inversión total de US$ 1200 millones). "Hay varias empresas argentinas que se presentaron y competirán con multinacionales de Estados Unidos y Europa", indicó Derek Horton, director ejecutivo de Caija, luego de comentar que la industria del juego está muy vinculada al turismo. "Ya no hay paraísos exclusivos del juego como Macao o Montecarlo. En las grandes ciudades, los hoteles cinco estrellas ya tienen casino u otras salas de juego", añadió. "La Argentina en sí es un gran mercado, y seguirá creciendo. Hay unas 30.000 máquinas tragamonedas, alrededor de 100 casinos y, en la provincia de Buenos Aires, 46 bingos", destacó.
-¿Cómo maneja el sector la adicción al juego? -
La ludopatía nos juega en contra. Es una adicción que pone en peligro a la industria porque el jugador arriesga su salud y su patrimonio. Lo que nosotros hacemos, con otras cámaras, como la de los bingos, es llevar adelante campañas de concientización. Algunos casinos y salas de juego están identificando a los jugadores compulsivos y, eventualmente, los derivan a profesionales o, incluso, les prohiben la entrada. El casino no está para sacarle el dinero a la gente, sino para que la gente se divierta. Es ocio puro. En Francia, donde hay muchísimos casinos, no permiten las máquinas que aceptan billetes, están las más modernas que funcionan con tickets, como forma de limitar, según ellos, la cantidad de dinero que la gente lleva al casino. Los valores de exportación son difíciles de obtener, no obstante, se sabe que, en promedio, una ruleta electrónica puede costar US$ 120.000 y una máquina tragamonedas, alrededor de US$ 9500; una inversión irrisoria y rápidamente recuperable, habida cuenta de los ingresos que genera un casino o una sala de bingo. Y, considerando que entre 2000 y 2005 las importaciones mundiales de juegos de azar aumentaron un 124% (totalizando US$ 15.000 millones), todo indica que cada vez son más los que doblan las apuestas.
Japón y la pasión por el Pachinko
Un estudio publicado en agosto último por la consultora australiana TNS, a pedido de la Asociación de Fabricantes de Máquinas de Juego de Australasia (Agmma), señala que existen en el mundo 7.981.099 máquinas de juego (electrónicas o mecánicas) oficialmente fiscalizadas. Con 4,9 millones de unidades (algo así como una máquina cada 26 habitantes) Japón ocupa el primer lugar, muy lejos del segundo –Estados Unidos, con 740.475–. La explicación de esta afectación nipona a las máquinas residiría en un juego autóctono, el Pachinko, una mezcla de flipper vertical y la máquina tragamonedas.
Las Vegas se mudó a China
Con 453.000 habitantes, Macao –ex colonia portuguesa y actual Región Especial Administrativa de China– es “Las Vegas” china: turismo y juego forman un matrimonio perfecto. Según el portal Asiared.com, el 56% de los 18,7 millones de turistas que visitaron la isla en 2005 provino de China continental (donde el juego está prohibido). La mitad del PBI de Macao se origina en los casinos y el 70% de los recursos fiscales proviene de la industria del juego (aproximadamente US$ 2170 millones). Con ganancias que superan los 4800 millones de dólares, los casinos de Macao son el principal motor económico de la isla.
Estados Unidos ama el póquer
En 2005, uno de cada cinco adultos norteamericanos relojeó naipes en busca de, al menos, una pierna ganadora, no sin antes haber apostado algunos dólares. El póquer no deja de ganar adeptos en Estados Unidos: sólo por las mesas de los casinos de Nevada y Nueva Jersey –los únicos dos Estados que llevan registros de lo que se apuesta en el póquer– desfilaron 207 millones de dólares; en 2002, las apuestas habían sumado apenas 90 millones de dólares. El 68% de to-dos los jugadores cree que la popularidad del póquer llegó para quedarse, y que seguirá creciendo.
Ludopatía virtual, otra cara del juego
Un tercio de los jugadores europeos que realiza apuestas en sitios de Internet (estimados en 3,2 millones) es de origen británico. Según un artículo publicado por el The Times inglés, las apuestas virtuales ascienden anualmente a US$ 9440 millones y, aunque se estima que será el doble en 2008, hoy ya preocupa la adicción que genera: entre 2004 y 2005 se incrementó un 41% la cantidad de jugadores que solicitaron ayuda para enfrentar su ludopatía. La industria del juego online británica debe destinar US$ 19 a programas de ayuda por cada adicto, lejos de los US$ 83 que se aportan en Nueva Zelanda.
Por Emiliano Galli de la Redacción de LA NACION Diario - La Nación - Argentina

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