miércoles, 9 de julio de 2008

Hoteles con velo y sin alcohol

El Cairo - Un jeque saudí, dueño del Grand Hyatt Hotel de El Cairo decidió mantener una política abstemia en su establecimiento que ya no venderá bebidas alcohólicas.
El jeque saudí no duda. Abdulaziz al Brahim ordena de modo imperioso al personal del Grand Hyatt Hotel de El Cairo que destruya 2.500 botellas de bebidas alcohólicas. Vinos y champagne franceses, whisky escocés, grappa italiana... Todo se vierte en el lapso de pocas horas en las tuberías de desagüe de la capital egipcia.
Desde que el propietario del hotel, un pariente del rey saudí Abdullah, alivió su conciencia de musulmán devoto limpiando la bodega del establecimiento junto al Nilo, hay una respuesta monótona a los requerimientos de los pasajeros: "Lo lamentamos, pero por el momento no servimos alcohol."
La empresa gerenciadora de hoteles Hyatt International, con sede en Chicago, no se mostró muy entusiasmada con el gesto puritano. El gobierno egipcio no decidió aún si la política abstemia implicará la degradación del hotel de cinco estrellas a sólo cuatro o incluso a tres estrellas.
A pesar de las repercusiones inmediatas, hay una tendencia creciente a establecer las reglas de la ley islámica, la sharia, en hoteles del mundo árabe. Algunas cadenas hoteleras pretenden incluso hacer pie con este concepto en Europa, donde se trata sin embargo de vender esta estrategia antialcohólica como "sana y familiar", antes que como señal de religiosidad en el sentido proclamado por el profeta Mahoma.
Kempinski, una de las cadenas hoteleras de lujo más tradicionales de Europa, planea inaugurar en los próximos ocho años en Cercano Oriente, el norte de África y Europa 30 hoteles adaptados a la sharia, que llevarán el nombre "Shaza", en un emprendimiento conjunto con la empresa islámica Guidance Financial Group.
El resurgimiento de la religiosidad estricta en el mundo islámico lleva a un incremento de la demanda de hoteles sin casinos, clubes nocturnos y bares. Pero a la vez crece también la cantidad de inversores musulmanes que sólo están dispuestos a colocar su dinero de modo "virtuoso".
Hani Lashin, gerente del Hotel Jawhara de Dubai, está convencido de que los hoteles conformes a la sharia constituyen un nicho de mercado promisorio. "Menos del cinco por ciento de los hoteles en Dubai pertenecen actualmente a este segmento", explica el egipcio, "pero estoy seguro de que en 2015 representaremos al menos un cuarto del mercado."
Aunque no todos los hoteleros quieren decir la misma cosa cuando afirman que su establecimiento cumple con los requerimientos de la sharia o es de ambiente islámico. En el Jawhara Gardens, ubicado en Deira, uno de los centros comerciales más importantes de Dubai, no sólo se ha eliminado el bar. Tampoco se puede llevar alcohol a las habitaciones.
"Una vez teníamos una pasajera iraní que canceló su reserva cuando le dijimos que debíamos guardar bajo llave hasta su salida sus botellas de alcohol compradas en el 'duty-free-shop'", narra Lashin. "Me dijo que en Irán tenía todo prohibido, que había salido para respirar un poco de libertad."
En el Jawhara sólo trabajan mujeres con la cabeza cubierta, aun cuando algunas de ellas no son musulmanas. Los huéspedes musulmanes sólo pueden pernoctar juntos si son casados. El portamaletas no sólo saluda dando los buenos días, sino que agrega la fórmula religiosa "Al-Salamu Aleikum" ("la paz sea contigo"). En el restaurante sólo se sirve carne de animales sacrificados según el ritual islámico. Y junto a la piscina común existe otra exclusiva para mujeres.
Cada año, al cerrarse el balance, la empresa hotelera cede, según la costumbre islámica, el 2,5 por ciento de las ganancias netas a organizaciones de beneficencia.
No existen sin embargo normas de vestimenta obligatorias para los pasajeros del Jawhara Gardens. Los pilotos y azafatas chinos que regularmente descansan en este hotel de cuatro estrellas, ubicado cerca del aeropuerto, atraviesan indemnes el lobby en bermudas, junto a mujeres árabes ocultas tras sus velos. Y en estos cálidos días de verano se escucha los alegres gritos de un hombre que juega en la piscina de la terraza con una mujer en bikini.
Fuente: quilmespresente

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