miércoles, 11 de junio de 2008

Una pequeña ciudad sobre el mar

España - Un monumento sobre el mar, una obra gigantesca cuyas verdaderas dimensiones van más allá de las cifras que la rodean. 160.000 toneladas de peso, 339 metros de largo, más de 72 metros de altura.
Estas son algunas de las señas que identifican al Independence of the Seas, el buque de pasajeros más grande del mundo que ayer atracó por primera vez en su corta historia en Málaga, pero cuyo verdadero rostro se observa en el interior. Más allá de sus paredes, este navío, perteneciente a la cadena Royal Caribbean, es en esencia un gran centro comercial flotante, una pequeña ciudad dotada de los más ociosos y lujosos ingredientes para el entretenimiento de los miles de pasajeros que durante semanas hacen de este espacio su hogar.
La primera toma de contacto del espectador acaba con un impacto inmediato. Los ojos se topan de lleno con una embarcación cuya altura supera la Torre Oxo de Londres y cuya longitud en horizontal alcanza casi los 340 metros, parámetro por encima de los 318,8 metros del edificio Chrysler de Nueva York o de los 300,5 metros de la Torre Eiffel de París. Elementos que dibujan la impresionante línea del cielo de un coloso del mar.
El Independence of the Seas, con registro en Bahamas y construido en los Astilleros Kvaerner Masa, en Finlandia, acoge en su seno un inmenso laberinto de pasillos, escaleras, ascensores, habitaciones y, especialmente, espacios de ocio. Y todo ello en quince plantas de altura.
Momentos antes de la visita organizada por la propietaria del buque a sus entrañas, uno de los participantes en la misma ironizaba sobre el periplo a iniciar: "Vamos a ver la patera".
Una afirmación lejos de cualquier realidad. El listado de espacios a los que se da forma en esta ciudad flotante es vertiginoso: pista de hielo, rocódromo, canchas de baloncesto, piscinas deportivas, instalación especial para la práctica de surf, un ring de boxeo, un casino con 308 máquinas tragaperras y 10 mesas de juego, e incluso un canal de televisión propio en el que se retransmiten los espectáculos que se organizan en el buque. El contraste al juego y al ocio lo pone una pequeña capilla, donde se realizan oficios de diversas religiones. Aunque estos son sólo algunos contenidos.
Uno de sus grandes atractivos, que se suman a las quince cubiertas o a las dos piscinas de hidromasaje colgantes, situadas a 35 metros sobre el mar, es la Royal Promenade, una inmensa galería de 140 metros de largo, a cuyos lados abren sus puertas varias tiendas de ropa y joyerías, locales y bares. Nico Frzop, guía en el periplo por el navío, subraya que la decoración de este espacio, semejante a cualquier calle de una gran ciudad, varía en función de los espectáculos.
Y justo en este punto ocurre una de las anécdotas que ofrece la vida diaria en este enclave náutico. Según Nico, se da la circunstancia de que algunos de los 172 camarotes del barco cuyas ventanas dan a la Promenade se topan de lleno con la publicidad de un local de helados. "Por ese motivo, los clientes a los que les corresponde esa habitación tienen todo el helado gratis que quieran en ese establecimiento y todos los días", apunta.
Los lugares destinados a la comida acaparan también buena parte de la atención de sus miles de pasajeros, a los que se suma una tripulación de otras 1.360 personas. El comedor principal, que dispone de tres plantas, puede acoger a 2.101 comensales, mientras el establecimiento destinado a bufé, el Windjammer Café, tiene capacidad para otros 774. Pero la oferta gastronómica no se limita a estos espacios, puesto que a bordo hay hamburgueserías en las que los visitantes pueden consumir todos los productos que quieran tras abonar 3,5 dólares por la reserva de plaza, o una sección dedicada a comida japonesa. La oferta de ocio se completa con el Teatro Alhambra, donde 1.320 espectadores tienen pueden disfrutar de los espectáculos musicales y de magia que se representan cada noche.
Málaga fue testigo ayer de uno de los más importantes hitos que se pueden vivir en la navegación actual. Desde las 7:00 y hasta 16:00 de ayer, el horizonte del puerto tuvo como gran protagonista al Independence of the Seas y los alrededor de 3.600 viajeros que, tras desembarcar en tierras, acudieron en masa a la ciudad para visitar sus calles. Tras esta escala, la experiencia se repetirá en Lisboa, siguiente escala del crucero.
Fuente: malagohoy

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