España - Internet presenta notables características de una adicción pero el uso del móvil puede llegar a ser un abuso pero no una adicción según el artículo publicado en el último número de la revista Adicciones que publica SOCIDROGALCOHOL y que dirige Amador Calafat.
El artículo La adicción a internet y al móvil, ¿moda o trastorno? es obra de los psicólogos Xavier Sánchez-Carbonell; Marta Beranuy; Montserrat Castellana; Ander Chamarro y Ursula Oberst de la Universitat Ramón Llull, Facultat de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport Blanquerna (Barcelona). El texto pretende determinar, mediante una revisión de la literatura científica publicada entre 1991 y 2005 e indexada en las bases de datos PsycINFO, Medline, Psicodoc, IME e ISOC, si el uso maladaptativo de las Tecnologías de la información (TIC) se puede considerar un trastorno mental y en caso afirmativo, de qué tipo.
Según los autores “entre las aplicaciones específicas de Internet, la posibilidad de adicción se centra en el uso de aplicaciones comunicativas y sincrónicas como chats y juegos de rol en línea porque permiten la comunicación hiperpersonal, el juego de identidades, las proyecciones y la disociación sin consecuencias en la vida real. Además, Internet podría jugar un papel importante en el desarrollo y mantenimiento de otras adicciones como el juego patológico y la adicción al sexo. A diferencia de Internet, el uso desadaptativo del móvil puede llegar a ser un abuso, pero no una adicción, porque no se producen ni las alteraciones emocionales rápidas ni el juego de identidades que pueden producirse en chats y juegos de rol en línea.”
Los autores señalan que: “vale la pena recordar que Internet engloba el uso de aplicaciones muy diferentes que generan diferentes consecuencias. En base a la interacción se puede distinguir entre aplicaciones sociales (chats, por ejemplo) y no sociales (navegar) y en base a la coincidencia en el tiempo entre acción y respuesta, las aplicaciones se dividen en sincrónicas (chat y juegos en línea) y asincrónicas (por ejemplo, correo electrónico y descarga de películas). El uso de aplicaciones sincrónicas puede llegar a ser adictivo. De hecho debido al tiempo que transcurre entre la conducta y el refuerzo, la adicción a aplicaciones asincrónicas es poco probable.
En nuestra opinión, el uso desadaptativo de Internet y móvil son conductas adictivas de diferente intensidad. A pesar de provocar dependencia psicológica, pérdida de control y consecuencias negativas, debido a la duración e intensidad de los síntomas, en el caso del móvil se trataría siempre de abuso y en el de Internet podría darse abuso y dependencia. Otra diferencia esencial es que el móvil no permite el juego de identidades, la disociación, el anonimato, la ausencia de consecuencias en la vida real, las proyecciones y la comunicación hiperpersonal posibles en Internet y que son potencialmente adictivas debido a la rapidez con la que producen los cambios emocionales.”
Los autores concluyen que: “Vivimos en una sociedad en la que prevalece la emoción por encima de los sentimientos, donde la publicidad, el tipo de diversión, los valores sociales, el arte e incluso las relaciones personales, conducen a que el hombre moderno valore la emoción choque por encima de la emoción sentimiento. El chat, los correos electrónicos y los sms son canales adecuados para expresar las emociones rápida y fugazmente. Algunos canales comunicativos de Internet se desarrollan porque se adaptan perfectamente a las necesidades emocionales light de la sociedad actual. Estas emociones choque son más adictivas que las emociones sentimiento o emociones contemplación, por la misma razón que las propiedades adictivas de los juegos de azar son directamente proporcionales a la rapidez de la recompensa. Hasta finales de la década de los noventa, los ciudadanos se sentaban para ver programas de televisión mientras que en la actualidad los nuevos medios de comunicación, desde el móvil a Internet, son instrumentos interactivos que incitan no sólo a ver sino a promover. Mediante Internet y el móvil la persona es un elemento activo que ejercita una conducta gratificante y, como tal, susceptible de adicción.
En la mayoría de los casos, el uso excesivo de Internet no merece el rango de trastorno psicopatológico aunque ocasione consecuencias negativas en el ámbito académico o familiar. Sin embargo, la existencia de casos clínicos sugiere que el uso desadaptativo de Internet es un problema real que afecta gravemente a algunas personas. Esta adicción comparte los elementos clave de las adicciones como son la pérdida de control, el craving, la modificación del estado de ánimo, la polarización atencional, la pérdida de control y las consecuencias negativas. Y eso es así a pesar de que la sociedad se ha adelantado a construir el trastorno y a qué en muchas ocasiones se confunde el trastorno mental con la necesidad de una tecnología.
Hasta el momento, existen dos tendencias a la hora de clasificar este uso desadaptativo, considerarlo un trastorno del control de impulsos o una conducta adictiva. En nuestra opinión se trata de un trastorno de la familia de las adicciones (al igual que el juego patológico). Quedará por ver, y esto solo será posible con el estudio de la evolución de casos, si la duración de los síntomas, su intensidad y la afectación de la personalidad serán similares a los de las adicciones a sustancias.
En el caso de la adicción al móvil son válidas la mayoría de las consideraciones críticas que se han hecho sobre Internet pero, a diferencia de ésta, el móvil no provoca un estado de trance, no permite el juego de identidades, no es disociativo, difícilmente se utiliza para conocer personas nuevas y las redes sociales que se establecen necesitan del contacto cara a cara para pervivir. Es decir, la comunicación a través del móvil no tiene la capacidad reforzante de Internet. De hecho, hay mucha menos literatura científica sobre adicción al móvil que sobre adicción a Internet. Aunque en España la prensa ha difundido casos de adolescentes con un uso desadaptativo del móvil, éstos parecen circunscritos a una casuística con una patología de personalidad severa. Por tanto, nuestra opinión es que se puede abusar del móvil pero difícilmente ser un adicto al móvil. Si bien es cierto que existen una serie de conductas desadaptadas en torno a éste, no parecen organizarse de una forma tan estructurada como en el caso de Internet. Estas conductas pueden llegar a modificar la vida diaria de jóvenes y adolescentes pero, a pesar de la alarma social, en nuestra opinión, se trata de una conducta modificable mediante las pautas educativas adecuadas.
Es más probable que los problemas aparezcan en personas en situaciones estresantes de su vida o con necesidades especiales temporales, los que buscan estimulación sexual, en personas aquejadas de trastornos psiquiátricos y/o trastornos de personalidad, en adolescentes y estudiantes, o finalmente, en nuevos usuarios. En muchos casos el uso desaptativo o abuso a Internet se corregirá por si solo en un plazo limitado de tiempo. Este devenir, similar al de muchas conductas gratificantes, no evita que una minoría pueda desarrollar una adicción que ocasione dependencia psicológica y daños intra e interpersonales durante un periodo significativo.
Si nos centramos en las aplicaciones propias de Internet, la posibilidad de adicción se centra en sus aplicaciones comunicativas. Es decir, chatear con desconocidos y participar en juegos colectivos de rol, son las aplicaciones que generan más abuso. Esto puede explicarse porque la hipercomunicación permite crear una personalidad ficticia, reinventarse, sentirse seguro y no ser esclavo de la imagen corporal. Por tanto, en el caso de Internet, sería muy conveniente utilizar especificadores de la adicción (por ejemplo, tipo chat, juego de rol en línea). A su vez es necesario hacer un buen diagnóstico diferencial de aquellos casos en los que no se trata de una auténtica adicción tecnológica sino que, detrás de un uso excesivo de la Red, se esconden otros trastornos. Entonces es más adecuado el diagnóstico del problema primario con la especificación conveniente como, por ejemplo, adicción al sexo mediada por Internet (cibersexo), juego patológico mediado por Internet, etc.”
Fuente: portalesmedicos
martes, 24 de junio de 2008
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