España - La tradición por las carreras de caballos en la ciudad data de mediados del siglo XIX. Como referente más próximo, la ubicación en el coto de Valdelagrana de un hipódromo entre pinos y arena fina.
Las primeras referencias contrastadas de carreras en España datan de 1835 y las sitúan en la Alameda de Osuna en Madrid.
Esta iniciativa se concretará con las incipientes carreras disputadas en la Casa de Campo en 1843, y ya bajo reglamentación. Parece que con anterioridad a lo reseñado pudieron darse algunas galopadas en una finca del Duque del Infantado en la misma ciudad, pero se trata una referencia no confirmada.
Justo en ese mismo año 1843, concretamente el día 3 de diciembre, una segunda iniciativa tiene como escenario la vecina ciudad de Jerez y si juzgamos por la descripción de su hipódromo de las Caulinas, construido en 1868, a él debería corresponderle el título de primer hipódromo español; los que se van instalando en la Casa de Campo madrileña parecen dejar mucho que desear en cuanto a lo que al capítulo de instalaciones se refiere.
En 1845 y 1846 dos nuevos escenarios, en este caso naturales, vendrán a sumarse a la iniciativa que con tanta fuerza prende en nuestra provincia de Cádiz, siempre de tan enorme arraigo en todo lo relacionado con los caballos. Y será primero en el marco de las playas de Sanlúcar de Barrameda, el más antiguo de cuantos actualmente vienen celebrando carreras en España, al que se sumará un año después El Puerto de Santa María. Hasta cuatro pistas funcionando simultáneamente tenía la provincia de Cádiz, cuando en 1878 se inauguró en la propia capital el de Puntales, que junto con el de Sanlúcar y el de El Puerto aprovechaban las acusadas bajamares de los meses del estío para organizar estos encuentros equinos.
Bajo el auspicio de los principales bodegueros portuenses, muy receptivos a las costumbres inglesas, por otra parte lógicas debido a las estrechas relaciones comerciales que mantenían con el mundo anglosajón, las carreras en El Puerto arrancan en el año 1846. El propio Ayuntamiento publica ese mismo año un Programa de Festejos para la estación veraniega en el que se publicitan las "corridas de caballos portuenses", y se hace un hermoso panegírico ligando las carreras con el sabor tradicional que el caballo tiene en esta parte del territorio andaluz. En dicho Programa se aprovecha la ocasión para hacer una interpretación de lo beneficioso que esta actividad puede resultar para los criadores, si se sigue el ejemplo de las naciones cultas de la vieja Europa y que se viene imitando en la Corte de Madrid.
No obstante lo dicho, existe un documento que se conserva en el Archivo Histórico Municipal portuense que hace referencia directa a estos eventos. Data de la mañana del día de Santa Catalina del año 1848, en el que el alcalde de la ciudad solicita al comandante de la Guardia Civil envíe un destacamento de su Arma de Caballería a la Playa de Santa Catalina, por razón de que en la tarde de ese mismo día, como es costumbre dice, habrá una nutrida concurrencia de gente para presenciar las carreras de caballos, siendo preciso prevenir cualquier tipo de desgracia.
Los caballos competidores en los primeros tiempos fueron de raza andaluza. Las carreras se dirimían por eliminatorias entre dos, y según un reglamento de la época fechado en 1851 "el caballo que de cada pareja obtenga ventaja en las carreras parciales, será adornado con una hermosa moña y éstos, por final del espectáculo, se disputarán entre sí el premio destinado al que sobresalga". Un bando de la autoridad competente, en evitación de posibles percances, prohibía "que los que asistan a las carreras lleven perros, origen en estas fiestas de algunas desgracias" y "que los concurrentes se apoyen en las cuerdas que marcan el sitio de las carreras para evitar que pueda espantarse algún caballo".
Estas carreras van progresivamente cogiendo gran solera y rigiéndose por reglamentos cada vez más elaborados. La implicación de la alta sociedad sevillana y gaditana, que adopta a Sanlúcar y El Puerto como destino vacacional, reforzará su popularidad. A principios del siglo pasado las firmas bodegueras intervendrán en el patrocinio de las pruebas, lo que bien pudo representar la primera iniciativa de lo que hoy conocemos como esponsorización.
Después de muchos años en que la temporada veraniega de carreras en El Puerto forma parte del tradicional calendario festivo de la ciudad, la afición por este deporte empieza a decaer a pesar del esfuerzo de un buen número de aficionados que abogan por su mantenimiento.
Valdelagrana es el marco en que tienen lugar las competiciones, ya muy mermadas en su antiguo calor popular, durante los años 1954 a 1959, de 1966 a 1969 y algunas otras temporadas en que se celebran reuniones esporádicas. Más tarde se trasladan a la playa de Las Redes donde pierden irreversiblemente el interés del público y quedan definitivamente suspendidas, incorporándose el programa de las carreras portuenses en 1980 a la temporada de la vecina ciudad de Sanlúcar.
En palabras del escritor sanluqueño entendido en la materia José Carlos García Rodríguez, "tan sólo nos queda la memoria de lo que fue un brillante capítulo ecuestre en esta ciudad en la que el caballo sigue siendo protagonista esencial de sus manifestaciones más auténticas".
Fuente: diariodecadiz
lunes, 2 de junio de 2008
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