lunes, 23 de junio de 2008

Hagan sus apuestas, pero no en Siam

Tailandia - El juego esta legalmente prohibido en Tailandia y, por eso, las clases adineradas construyen sus casinos en Camboya.
Dada la absoluta predilección por los juegos de azar de todos los segmentos de la población -especialmente de la de origen chino-, abundan las apuestas y las loterías ilegales. También existen buen numero de garitos y casinos al margen de la ley. El estado ha intentado luchar contra las populares loterías extralegales en las que diariamente millones de personas de clase social baja juegan pequeñas cantidades. También ha intentado cortar el cáncer de las apuestas o quinielas que con los partidos de la Liga Inglesa o la Champions Ligue hace especialmente buena parte de la juventud universitaria.
Cuando se habla de introducir legalmente los grandes casinos – como han intentado los dos últimos gobiernos democráticos – nacen agrias polémicas y un rechazo mayoritario. Aunque somos un país cuya religión budista prohíbe los juegos de azar: los pobres se harían más pobres, aumentarían el crimen y la prostitución, etc. El farisaísmo de las opiniones tiene un doble rasero: los pobres no podrían tener casinos pero los ricos han encontrado una salida muy thai: jugar en el extranjero.
Las clases adineradas vuelan a Macao - el nuevo Las Vegas de Asia –; y pronto irán al casino que está construyendo el gobierno de Singapur. Pero para quienes prefieren no volar tan alto ni ir tan lejos, el pragmatismo característico de la mentalidad tailandesa pronto halló la solución: crearon los casinos al otro lado de la frontera. Así, los Mercedes Benz, BMWs, Lexus, Volvos, Audis y más de un rojo Ferrari con matricula de Bangkok, se desplazan semanalmente a los grandes casinos de Camboya… cuyos oscuros propietarios son capitalistas tailandeses.
A lo largo de la frontera este que linda con Camboya y con el beneplácito de ambos gobiernos, se ha montado un rosario de grandes, lujosos casinos a los que tienen acceso los tailandeses con pasaporte. Los jugadores camboyanos tienen prohibida su entrada en el casino de no ser militares de alta graduación o influyentes personajes del gobierno de Phnom Penh.
Una visita al casino
Con estos antecedentes decidimos visitar el lujoso complejo turístico donde se halla el Casino de Koh Kong. El más meridional de los casinos tailandeses en Camboya queda a unas 3 horas de coche de Bangkok, donde Tailandia tiene menos de un kilómetro de ancho entre el mar y las montañas khmer. Hay que dejar el coche en la parte tailandesa de la frontera en un gran aparcamiento. Se cruza a pie la frontera y obtenemos por 25 Euros el visado que nos autoriza para entrar en tierra Camboyana. Un minibús del casino nos lleva a las puertas del majestuoso edificio central del Koh Kong Internacional Resort Club entre esplendidos jardines.
Aquí la gente viene a lo suyo: el juego. Hay gente a todas horas; está a tope de jugadores, la mayoría mujeres enjoyadas. Desde la apuesta mínima de 1 euro hasta la máxima de 1000, se pueden jugar en el salón grande. La sala anexa, con menos mesas, es para apuestas de entre 100 y 10.000 euros; está reservada a los jugadores VIP.
Ahora comprendemos que ni la soberbia piscina, ni la larguísima playa virgen, ni los grandes jardines perfectamente cuidados de Resort tienen el menor atractivo para quienes solo tienen una pasión: el juego. Los jugadores llenan las salas de juego las 24 horas mientras les sirven snacks y bebidas gratuitas que les permiten quedar anclados en sus sillas mientras se tiran las cartas o rueda la bola de la ruleta. Una discreta tiendecita permite empeñar joyas y conseguir efectivo al momento. Los restaurantes, tiendas libres de impuestos y boutiques parecen no despertar mucho interés entre los que solo vienen a ganar...o perder.
El complejo lúdico y turístico de este Resort contrasta con la pobreza que podemos ver a solo 5 km. hacia el sur, en las tres el polvorientas calles del pueblo camboyano de Koh Kong. No podemos olvidar que la mayoría del pueblo de Camboya vive con menos de 70 centimos de euro al día (por debajo del umbral mundial de la pobreza). Aquí ya no vienen los tailandeses pero si los mochileros Occidentales. Mochileros que pasan de largo ante los soberbios edificios donde la elite tailandesa pasa las horas jugándose parte de sus fortunas.
La costa de Camboya - sus bosques tropicales y sus kilómetros de arenales vírgenes que empiezan aquí y llegan a Vietnam – no dudamos que acabará siendo, en el futuro, para el turismo de sol.
Fuente: lavanguardia

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