lunes, 23 de junio de 2008

El boom de casinos abre nuevos empleos

USA - La banquera miró la mesa de cierto soslayo, y sus ojos saltaban de uno a otro de los naipes que había ante cada jugador.
Entonces la pregunta: ¿Apuestas o te quedas? El primer jugador agitó otras cartas, y lo mismo hizo el segundo. El tercero señaló que apostaba, arañando rápidamente la felpa verde de la mesa.
La banquera Kathy Chan puso una carta en la mesa, cara arriba. ''Veinte y uno'', anunció con una sonrisa satisfecha. ``Felicidades, señor''.
En Casino Dealer's Academy, una pequeña operación en un centro comercial de Hollywood, la lección de hoy era blackjack. Mañana tal vez sea póker Texas Hold'Em, o bacarat o pai gow. Estudiantes como Chan pagan hasta $1,200 para asistir a clases que pueden durar seis semanas o más, según la aptitud, para dominar las complicaciones de ser banquero o croupier profesional.
Hay muchos estudiantes que esperan poder conseguir empleos en el creciente giro del juego en la Florida. Texas Hold'Em ha sido básico durante años, pero nuevos juegos incluyendo el blackjack están programados para debutar en el Seminole Hard Rock Casino cerca de Hollywood.
La tribu ha contratado 700 banqueros, en su mayoría foráneos, para la apertura de sus juegos de cartas, y va a contratar a cientos más según vaya añadiendo los juegos a su casino de Coconut Creek y otros.
''Mientras mayor sea el fondo de talento, mejor será para la tribu'', dijo el portavoz Gary Bitner. ``Tener banqueros entrenados aquí es importante''.
La mayoría de los que aspiran a los puestos de croupiers entran a la academia en busca de algo: Una segunda oportunidad, o una segunda carrera, o un poco de interés en algo nuevo. Entre ellos está un ex agente de comunicaciones de AT&T, que perdió su trabajo. Un ex ingeniero del centro del país. Una madre soltera en busca de horas flexibles y una paga decente.
''Es un trabajo duro, pero tiene su glamour'', dice la instructora Alina Barceló, de 38 años, que trabajaba en el casino París de Las Vegas. Ahora es banquera de póker en Gulfstream Park, Hallandale Beach, y también enseña blackjack, bacarat y pai gow en la escuela. ``Y se puede vivir decentemente con lo que se gana''.
Aunque la mayoría de los banqueros evaden cuando se les pregunta cuánto ganan, se calcula que entre $40 y $100,000 al año.
Hay escuelas de ese tipo en todo el sur de la Florida, incluyendo Casino Career School Inc. en Pompano Beach, la Ace of Spades en Hialeah y la Academia de Banqueros Profesionales de Póker en Lake Worth.
Chan, que es viceadministradora de un restaurante japonés de Weston, está en la parte trasera del salón practicando sus conocimientos de blackjack, entre ellos cómo cortar las fichas en pilas correctas al tacto, cómo contar las barajas y cómo mostrar sus manos, ampliamente abiertas, al derecho y al revés, después de cada pago. Eso es para que las cámaras que están arriba en los casinos vean que los banqueros no están haciendo trampa.
Quizá lo más importante de todo es que los banqueros tienen que aprender cómo manejar a los clientes, incluyendo los perdedores. Los instructores a veces les dicen a los alumnos que lo más importante es la sonrisa.
''Hay que controlar la mesa. Hay que controlar el juego. Pero hay que garantizar que los jugadores la pasen bien'', dice Chan.
La joven de 27 años intenta tan seriamente adquirir bien este nuevo conocimiento que ella y su esposo, que también está asistiendo a la escuela, instalaron una mesa de blackjack de felpa y madera en su casa de Lauderhill, que se puede usar perfectamente para practicar los juegos de naipes.
''Se requiere mucho trabajo, mucha práctica'', dice ella. ``Quiero estar preparada si tengo una prueba''.
Los casinos prueban a los banqueros mediante ''audiciones''. Un administrador de salón experto sabe en cuestión de minutos si un aspirante a banquero tiene la práctica necesaria.
Pero se advierte que las leyes estatales prohíben que los banqueros jueguen en los casinos donde trabajan.
Bobby Veillette, director de póker en el Mardi Gras Racetrack y Gaming Center de Hallandale Beach, dice que a veces él contrata banqueros salidos directamente de las escuelas, pero que también a veces ofrece entrenamiento para empleados con algunos estudios pero no suficiente experiencia.
''Tratamos de darle oportunidades a todo el mundo'', dice él. ``Si creemos que alguien promete, trabajamos con ellos''.
Según dice Joe Rodríguez, administrador del salón de póker del Miami Jai-Alai, para alcanzar éxito en el giro puede hacer falta tener una coraza dura.
Antes era croupier, y le gusta el trabajo, a pesar de que a veces hay clientes difíciles, como algunos que les llaman ''criminales'' a los banqueros.
''Insinúan que uno es criminal porque les arruina las manos'', dice él. ``Hay que sonreír de todas maneras, o hacerlos reír''.
En la escuela de Hollywood, hay clases de día y de noche, y los estudiantes tienen que pasar pruebas por escrito además de las ''audiciones'' en presencia de sus instructores. Los que no salen aprobados pueden seguir en la escuela para perfeccionarse. Los cursos cuestan $1,200 para el póker y $900 para otros tres juegos: blackjack, pai gow y bacarat.
En otras escuelas, los precios varían de $300 a $1,000 o más, según sean las clases que el cliente compre.
Chan, que tiene un empleo en el giro de restaurantes, va a la escuela de banqueros en busca de mejores horarios y mejor paga. Ahora, trabaja seis días a la semana. Pero los banqueros normalmente trabajan semanas de 40 horas, con 20 minutos libres después de cada hora, o 90 minutos seguidos de recesos de 30 minutos.
Chan piensa que los conocimientos de servicio al cliente de su empleo actual pueden venirle bien en los casinos. También pensó que saber jugar blackjack le ayudaría, pero resulta que los dos papeles, el de jugador y el de banquero, son muy distintos.
''Yo era jugadora, pero no conocía todas las reglas'', dijo. ``Como banquero, uno tiene que ejecutar toda la mecánica, las reglas de la casa, y el modo en que uno maneja el juego. Y cada movimiento que uno hace, hay que asegurarse que las cámaras que están arriba lo registran''.
Fuente: AMY DRISCOLL - The Miami Herald

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