Sus amigos dicen, en chiste, que de mañana salva gente y al anochecer la hunde.
Es uno de los personajes más pintorescos de la costa marplatense.
Es uno de los personajes más pintorescos de la costa marplatense.
Hay un chiste que define buena parte de su vida. Mis amigos dicen que de día salvo a la gente y de noche la hundo. Guardavidas y jefe de mesa de blackjack, Jorge Alvarez tiene un sobrenombre inversamente proporcional a su tamaño: aquí lo llaman Pupi.
Pupi es grandote y con el físico algo cansado: a los 52 años corre de la playa al esmoquin. Corre hundiendo sus pies como meteoritos en la arena porque son las 2 de la tarde y en una hora debe abrir las mesas de cartas del casino.
Se asume como bañero vocacional (Me muero por la playa) y empleado del casino por necesidad. Su historia la cuenta con un álbum de fotos tipo guía telefónica. Con polaroids de los 70, cuando le andaba cerca al Tarzán de Johnny Weissmuller.
Y ahí está en un salvataje masivo (una vez rescaté a 20 personas); anónimo entre sus compañeros de ruleta; Superpupi posando entre mujeres psicodélicas; puesto en croupier o con slip y bigote a lo Mike Torello.
Pupi es uno de los guardavidas más experimentados de Mar del Plata, una cosa seria en estas costas. Para muchos se trata del personaje más pintoresco de la playa. Y lo miman. Pupi de aquí, Pupi de allá, y él sistematiza un gesto mínimo tirando el mentón hacia adelante como en un saludo fiaca.
Bajo una sombrilla recordó nostálgico los años menos profesionales y más altruistas del guardavidas, cuando recibía propina por cada salvataje. Hoy los chicos se entrenan onda Baywatch, dice.
Aunque no existe régimen de jubilación para los de su especie, el hombre de los pies desnudos y tallados por la naturaleza tiene la corazonada de que éste será su último verano. Creo que a fin de temporada cuelgo el silbato, duda en la jerga de los bañeros. De ahí en más seguirá sólo con el casino y regenteará un balneario que le pertenece, Perla Norte.
Anécdota 1: Una vez en Playa Grande, una pareja pasó delante mío. Discutían. Yo estaba en la orilla, como siempre; el tipo de golpe se paró y me miró como si fuera una modelito... Yo no entendía nada, le pregunté si nos conocíamos y me dijo que sí. Loco, anoche vos me quitaste toda la plata en el casino, ¿te acordás?, me señalaba con el índice. Perdí hasta el último centavo. Ahí supe el porqué de la pelea con su mujer: la aventura en el Casino hizo que tuvieran que suspender sus vacaciones ese mismo día. Si ella no lo sujetaba, se me venía al humo....
Anécdota 2: Estaba hablando con una chica; en una época los guardavidas siempre hablábamos con chicas... Y al toque, todavía soltero, la invité a salir. Ella dijo que pensaba ir al casino porque no lo conocía. Bueno, seguro que nos vemos. Yo voy todos los días y tengo una táctica para ganar. No es mucho, pero.... Así que arreglamos un horario. La piba estaba recontenta, creía que yo tenía la bola mágica y que esa noche iba a romper la banca.
A las 22 en la mesa 1 de ruleta, quedamos. Llegó. Era un bomboncito y yo estaba vestido como un pingüino, de frac. Al principio, pobre, no entendía nada. Le expliqué cómo venía la mano y no le importó. Ella quería saber cuál era mi estrategia ganadora. Le revelé el secreto: Trabajando ocho horas como cualquiera. Nunca más la vi.
Anécdota 3: El mar estaba terrible y alguien nos avisó que un matrimonio estaba mar adentro. Otro guardavidas y yo salimos disparados. El señor estaba en medio de una rompiente; la mujer gritaba: Mi marido, ayuden a mi marido. El hombre repetía: Sálvenme, socorro, sálvenme. Yo fui a buscar al tipo. En la orilla, mientras escupían litros de agua, ella le recriminó a su esposo. Sos un egoísta. Te escuché, Tito. Siempre igual: lo único que hiciste fue pensar en vos.
Pupi es grandote y con el físico algo cansado: a los 52 años corre de la playa al esmoquin. Corre hundiendo sus pies como meteoritos en la arena porque son las 2 de la tarde y en una hora debe abrir las mesas de cartas del casino.
Se asume como bañero vocacional (Me muero por la playa) y empleado del casino por necesidad. Su historia la cuenta con un álbum de fotos tipo guía telefónica. Con polaroids de los 70, cuando le andaba cerca al Tarzán de Johnny Weissmuller.
Y ahí está en un salvataje masivo (una vez rescaté a 20 personas); anónimo entre sus compañeros de ruleta; Superpupi posando entre mujeres psicodélicas; puesto en croupier o con slip y bigote a lo Mike Torello.
Pupi es uno de los guardavidas más experimentados de Mar del Plata, una cosa seria en estas costas. Para muchos se trata del personaje más pintoresco de la playa. Y lo miman. Pupi de aquí, Pupi de allá, y él sistematiza un gesto mínimo tirando el mentón hacia adelante como en un saludo fiaca.
Bajo una sombrilla recordó nostálgico los años menos profesionales y más altruistas del guardavidas, cuando recibía propina por cada salvataje. Hoy los chicos se entrenan onda Baywatch, dice.
Aunque no existe régimen de jubilación para los de su especie, el hombre de los pies desnudos y tallados por la naturaleza tiene la corazonada de que éste será su último verano. Creo que a fin de temporada cuelgo el silbato, duda en la jerga de los bañeros. De ahí en más seguirá sólo con el casino y regenteará un balneario que le pertenece, Perla Norte.
Anécdota 1: Una vez en Playa Grande, una pareja pasó delante mío. Discutían. Yo estaba en la orilla, como siempre; el tipo de golpe se paró y me miró como si fuera una modelito... Yo no entendía nada, le pregunté si nos conocíamos y me dijo que sí. Loco, anoche vos me quitaste toda la plata en el casino, ¿te acordás?, me señalaba con el índice. Perdí hasta el último centavo. Ahí supe el porqué de la pelea con su mujer: la aventura en el Casino hizo que tuvieran que suspender sus vacaciones ese mismo día. Si ella no lo sujetaba, se me venía al humo....
Anécdota 2: Estaba hablando con una chica; en una época los guardavidas siempre hablábamos con chicas... Y al toque, todavía soltero, la invité a salir. Ella dijo que pensaba ir al casino porque no lo conocía. Bueno, seguro que nos vemos. Yo voy todos los días y tengo una táctica para ganar. No es mucho, pero.... Así que arreglamos un horario. La piba estaba recontenta, creía que yo tenía la bola mágica y que esa noche iba a romper la banca.
A las 22 en la mesa 1 de ruleta, quedamos. Llegó. Era un bomboncito y yo estaba vestido como un pingüino, de frac. Al principio, pobre, no entendía nada. Le expliqué cómo venía la mano y no le importó. Ella quería saber cuál era mi estrategia ganadora. Le revelé el secreto: Trabajando ocho horas como cualquiera. Nunca más la vi.
Anécdota 3: El mar estaba terrible y alguien nos avisó que un matrimonio estaba mar adentro. Otro guardavidas y yo salimos disparados. El señor estaba en medio de una rompiente; la mujer gritaba: Mi marido, ayuden a mi marido. El hombre repetía: Sálvenme, socorro, sálvenme. Yo fui a buscar al tipo. En la orilla, mientras escupían litros de agua, ella le recriminó a su esposo. Sos un egoísta. Te escuché, Tito. Siempre igual: lo único que hiciste fue pensar en vos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario