El ingenio no siempre va de la mano con la astucia.
A finales de 1981, un británico, un italiano y un español que jugaban en un casino instalado en el municipio madrileño de Torrelodones ganaron de manera fraudulenta unos 3.000 €. El truco consistía en una bola provista de un alma imantada, idéntica a la que lanzaba el crupier sobre la ruleta.
El trío, con la complicidad de dos empleados del casino, colocaron un electroimán bajo la mesa, de suerte que la atracción permitió que cuatro veces consecutivas cayera en el número 28. El servicio de seguridad del casino no se convenció de la transparencia de aquella maniobra que en siete minutos ya había dado 3.000 € a uno de los jugadores. La Brigada Especial de Juego acudió al lugar de los hechos y desmontó el fraude. Al concluir el incidente, los servicios de seguridad calificaron la bola falsa como perfecta, pero no el mismo calificativo mereció la inversión de los tramposos: el artilugio les había costado, al menos 12.000 €.
Nota por: Christopher Pawlicki
miércoles, 12 de septiembre de 2007
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