El Venetian Macao Resort, de 2, 4 mil millones de dólares, que abrió sus puertas el 4 de septiembre, plantea una auténtica competencia para la Ciudad del Pecado. Las máquinas tragamonedas, mesas de bacarat y otros juegos de azar del hotel se extienden por todo un casino tres veces más extenso que el casino más grande de Las Vegas.
La arena de deportes tiene 15 mil butacas, el centro de convenciones tiene un salón de banquetes con capacidad para 6 mil asistentes y el lujoso centro comercial tiene tres canales bajo techo con gondoleros cantantes; el Venetian en Las Vegas sólo tiene uno.
Lo más sorprendente del proyecto de 3. 000 suites es que es apenas el primero de 14 hoteles interconectados con sus propios casinos, bares y restaurantes que construye la compañía Las Vegas Sands Corporation. El proyecto, que costará entre 10 y 12 mil millones de dólares, a su vez es sólo el más grande de una serie de gigantescos complejos de apuestas que se construyen en Macao, en el extremo suroeste de la desembocadura del río Pearl.
China ya superó a EE. UU. en la manufactura de todo, desde acero y cemento hasta reproductores de DVD y hornos de microondas. Ahora China va camino a establecerse como el líder global en una industria deservicio: las apuestas.
¿Por qué? Por dinero, naturalmente. Cuando abrió sus puertas el Sands Macao, el primer casino en la ciudad operado por estadounidenses, hace tres años, las ganancias del primer año excedieron el costo total del proyecto, de acuerdo con la compañía y analistas de la industria.
Gracias a una pasión nacional por las apuestas en China continental, donde es ilegal, Macao superó el año pasado a Las Vegas en monto total apostado.
Sin embargo algunos expertos pronostican que aunque la industria de las apuestas continuará un dinámico crecimiento en Macao, podría no ver una expansión tan vertiginosa a medida que sean inaugurados casinos y hoteles nuevos, lo que resultará en márgenes de ganancias más estrechos para los grandes operadores estadounidenses instalados allí, así como para las compañías locales.
En la actualidad, la isla atrae principalmente a residentes de ciudades cercanas. El Venetian representa la mayor apuesta del territorio para atraer a clientes de todo Asia y de todas partes del mundo.
No obstante, ¿habrá suficientes visitantes adinerados para satisfacer a todos? Hoy, Macao tiene 4. 800 habitaciones en hoteles de cinco estrellas y otros 4. 000 en hoteles de cuatro estrellas, pero el proyecto Sands por sí solo sumará 2. 500 habitaciones de cinco estrellas y 17. 500 cuartos en hoteles de cuatro estrellas, entre ellos el Venetian de cuatro estrellas.
Hasta que Portugal le devolvió Macao al gobierno chino, en 1999, la isla tenía una reputación de violencia, pandillas, prostitución y casas de empeño. Resuelto a cambiar eso, Beijing rompió el monopolio de las apuestas de la Sociedad de Juegos de Macao, controlado por Stanley Ho, un multimillonario de Hong Kong y dueño de una cantidad considerable de bienes raíces y otras inversiones en la isla.
De todas maneras el apostador promedio del lugar sigue siendo un visitante de un solo día procedente de Hong Kong o de las cercanas ciudades chinas sobre el delta del río Pearl. Son tan ahorradores que frecuentemente cargan con su propia comida y no se hospedan en habitaciones de hotel. Pasan un promedio de sólo 1, 26 día en el territorio. En contraste, el visitante promedio de Las Vegas pasa 3, 4 días.
El éxito de la industria de las apuestas podría depender de si el gobierno de la ciudad de Macao puede mejorar el ocasionalmente desordenado ambiente.
La policía ha tenido éxito en reducir la que solía ser violencia crónica entre pandillas locales, conocidas como triadas. Los asesinatos eran tan comunes a fines de los 90, que un funcionario de alto nivel de la Policía trató de tranquilizar a los visitantes al anunciar que la ciudad tenía "asesinos profesionales que no fallan sus blancos".
Los problemas gubernamentales son más difíciles. El gobierno se ha visto lento en ampliar las instalaciones aduaneras para mantenerse a la par del torrente de visitantes. En la principal terminal para barcos procedentes de Hong Kong y el continente, incluso a la hora de la comida de un miércoles cualquiera, hay una fila de personas que zigzaguean por un puñado de mostradores de inmigración para que les sellen sus pasaportes para ingresar.
Por KEITH BRADSHER
Fuente: Clarín
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