MONACO - Se cumplieron 25 años de la trágica muerte de una de las mujeres que marcaron una época en el cine de Hollywood y que después cumplió el sueño de coronarse como una de las princesas más bellas de Francia; pese al tiempo la imagen de Grace Kelly sigue tan vigente como nunca.
Un cuarto de siglo después de aquel trágico suceso, la esposa de Rainiero de Mónaco vuelve a inspirar exposiciones, a acaparar portadas y su figura continúa envuelta en un aura de misterio.
Pocos pueden presumir de que su belleza y popularidad hayan levantado un país entero, pero ése fue el caso de Gracia Patricia Kelly que, aunque fascinó al público en los años cincuenta como Grace Kelly, se convirtió en mito como princesa Gracia de Mónaco.
En el pequeño Principado de Mónaco ya ha comenzado su ronda de homenajes a la añorada princesa que puso en el centro de la mira mundial un escaso territorio -apenas 200 hectáreas- con aspiraciones turísticas convencionales, para encumbrarlo como punto de encuentro de la alta sociedad y del lujo; pero también como centro de juego, gracias a sus afamados casinos, del derroche y de la especulación inmobiliaria.
La curva fatal
En el Grimaldi Fórum de Montecarlo -donde la actriz y princesa ha dado nombre a una avenida, un teatro y dos zonas ajardinadas- desde el 12 de julio se expone Los Años de Grace Kelly, muestra en la que se sigue su trayectoria desde que la princesa fuera una niña de una familia rica de Filadelfia -donde nació en 1928- hasta su papel de madre de los hermanos más codiciados por el "papel couché": Carolina, Alberto y Estefanía Grimaldi.
Esta última viajaba con ella la noche en la que Grace redondeó para siempre su condición de leyenda, cuando un ambiguo accidente truncó su vida, a los 54 años, y pese a los esfuerzos de los médicos del hospital al que fue trasladada y que, irónicamente, llevaba su nombre.
La carretera fue el escenario de su triste final y era, además, la misma que había ayudado a levantar su mito, en una de sus secuencias más icónicas, al lado de Cary Grant, en la película To Catch a Thief (1955).
En aquel film Kelly había explotado una imagen que se adhirió a ella para siempre: la de la quintaesencia de la sofisticación, forjada en una belleza espectacular, en una gracilidad heredada de los cuerpos atléticos de sus padres -remero olímpico él, gimnasta ella- y en una actitud situada en la intersección de lo gélido con lo volcánico.
El polémico Oscar
Ese es el espíritu que, 25 años después de su muerte, permanece casi intacto, inmune a biografías no oficiales que afirman que, en la intimidad, Grace Kelly fue despiadada, calculadora y con tendencia al alcoholismo.
Así, la revista Life le dedica la portada del número que sale a la venta en estas fechas y en el que muestra fotos inéditas que le fueron tomadas, en plena apoteosis de su belleza, por su fotógrafo oficial, Howell Conant.
Además, la propia familia Grimaldi ha preparado, en colaboración con la casa de subastas Sotheby’s, una exposición con joyas, vestidos y fotografías de Grace que permanecerá abierta del 15 al 26 de octubre en Nueva York.
Entre las piezas más codiciadas estará el Oscar que la actriz ganó en 1954 por The Country Girl, un premio que la historia negra de Hollywood reza que fue otorgado como despedida y que, según la legendaria y visperina columnista cinematográfica Hedda Hopper, hundió para siempre los ánimos de Judy Garland, favorita ese año por A Star is Born.
La película -durante cuyo rodaje Kelly vivió un apasionado romance con William Holden- no figura entre las cintas más recordadas de su filmografía y, en realidad, Grace nunca consiguió que sus trabajos interpretativos recibieran los mismos elogios que su belleza física.
Mimada por Hitchcock
Grace Kelly había empezado como actriz secundaria en importantes producciones de los años cincuenta, como High Noon, de Fred Zinnemann y Mogambo, de John Ford -por la que fue candidata al Oscar como mejor actriz de reparto-, pero no fue hasta que Hitchcock se cruzó en su camino cuando se aseguró el paso a la inmortalidad en términos estrictamente cinematográficos.
Tras cerrar su etapa con Ingrid Bergman y probar suerte con Marlene Dietrich y Anne Baxter, el mago del suspenso encontró en la soterrada y lánguida sensualidad de Grace Kelly la máxima expresión de sus obsesiones y, tras la experiencia de Dial M for Murder, el director británico la enroló en sus siguientes proyectos.
El tándem dio como resultado la obra maestra Rear Window, en 1954, y la citada comedia de intriga To catch a thief, en 1955, ambientada en la Costa Azul y cuyo rodaje solidificó su relación con el príncipe Rainiero, al que conoció en el Festival de Cannes de 1954.
La retirada
Tras intervenir en títulos menores como The Swan o High Society, se aleja del cine para casarse con el príncipe Rainiero. A partir de allí su vida estaría signada por la férrea conducta de la nobleza.
Grace, entonces, canceló su participación en Designing Woman, de Vincente Minnelli, y desoyó las llamadas de su amigo Hitchcock, que quiso que protagonizara Marnie, pero se encontró con la oposición del pueblo de Mónaco, reticente a permitir que su princesa interpretara en la pantalla a una cleptómana.
Así, su principado sólo se extendería a las revistas de estilo y moda, como musa de firmas como Givenchy -que diseñó su vestuario para su encuentro con la familia Kennedy en 1961- o como portadora del Kelly, bolso de Hermés que tomó su nombre.
Y es que la suya fue, desde entonces, la tarea de gran anfitriona y perfecta consorte, de madre elegante e impecable bañista de la costa monegasca. Un papel no siempre fácil con el que Grace tuvo que asumir que había caído "en Gracia".
Fuente: Diario Popular
(Foto de Grace Kelly tomada 40 días antes de su muerte)
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