martes, 20 de mayo de 2008

Cómo gastar 120 millones en un día

España - En la última lista Forbes de los hombres más ricos del planeta aparece en el puesto número 15, con una fortuna de 23.000 millones de dólares, el magnate del petróleo y dueño del equipo de fútbol del Chelsea, el ruso Roman Abramovich.
Uno podría preguntarse qué haría con tan obscena cifra de dinero. Soñar es gratis. Claro que despertarse también. Hasta ahora sabíamos que Abramovich se lo gasta en divorcios (ya van dos y, en el último, la avispada Irina ganó 8.000 millones de euros; ya podía aprender Heather Mills, que «sólo» le sacó 31 millones de euros a Paul McCartney), en yates (le compró el Perolus al cofundador del imperio Microsoft, Paul Allen), en aviones (tiene un Boeing 767 con sistema antimisiles), en guardaespaldas (dicen que más de cuarenta personas velan por su seguridad), en hijos (tiene cinco)... Y ahora sabemos que a su lista de esnobismos de nuevo rico en el país donde más nuevos ricos hay por metro cuadrado, y a su fama de mujeriego (su novia es una modelo de 25 años, Daria Zhukova), hay que añadir otra pasión: el arte. Para ser exactos, la pasión por tener uno de los cuadros más caros de la Historia. Que no es lo mismo. Y, como todo se pega, su novia cambia las pasarelas por las galerías de arte y va a abrir una en Moscú en septiembre. Ya lo decía ayer Jonathan Brown en un entrevista con ABC: muchos utilizan las colecciones de arte para destacar socialmente.
Según anuncia «The Art Newspaper» en su edición digital, Roman Abramovich es el misterioso comprador de las dos obras que han batido todos los récords en las históricas subastas de arte contemporáneo de la semana pasada en Nueva York. El martes se subastó en Christie´s un cuadro de Lucian Freud, «Benefits Supervisor Sleeping» (1995), por 34 millones de dólares, el precio más alto hasta la fecha pagado por una obra de un artista vivo. Un día después, «Tríptico, 1976», de Francis Bacon, propiedad de se remataba en la sala Sotheby´s por 86,2 millones de dólares, récord del artista y la cotización más alta de una obra de arte contemporáneo en subasta. En apenas 24 horas, el magnate ruso se gastó 120 millones de dólares, dicen que para decorar su mansión de Londres.
Abramovich se suma a una larga lista de magnates que están rompiendo el mercado del arte: Ronald Lauder, dueño de un emporio cosmético, pagó 135 millones de dólares por un klimt; Steve Wynn, propietario de casinos y hoteles en Las Vegas, desbarató la venta de un picasso por 139 millones por propinarle un codazo al lienzo, y David Geffen, empresario del disco y el cine, vendió un pollock por 140 millones. Abramovich se ha encargado de que sea oro (negro) todo lo que reluce en las subastas. Sólo le falta ganar el miércoles la Champion.
Fuente: ABC

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