miércoles, 1 de julio de 2009

El absurdo plan ruso

Rusia - Cuatro zonas especiales esperan a los casinos como lo hacen Vladimir y Estragon.
Como si la gente estuviese desesperada por visitar casinos en alguna remota parte del mundo, o como si la atracción de los casinos es algo novedoso y exótico, el gobierno ruso decidió, en 2006, localizar los nuevos casinos del país en zonas como Kaliningrado en el Mar Báltico, la región Primorsky en la costa del Océano Pacífico, la región Altai de Siberia y cerca de las ciudades Krasnodar y Rostov.
A la fecha, una u otra empresa ha mostrado interés en construir un casinos en uno de estos futuros destinos del juego, pero con la desidia económica que los tiempos actuales han sumido a las autoridades locales, la inversión para la infraestructura de las zonas aun espera como lo siguen haciendo Vladimir y Estragon en la atemporal obra de Samuel Beckett “Esperando a Godot”.
Estrenada en Paris en 1953 y representada innumerables veces en innumerables países, el clásico del teatro absurdo sigue siendo objeto de conmoción y de revelación incesante. Entre el sutil y exquisito equilibrio del humor y desesperación, los personajes principales, Vladimir y Estragon continúan en el perpetuo limbo de la espera, como ahora parece lo harán los propuestos centros del juego y la diversión rusa.
¿Cual es la diferencia entre la absurda obra y el absurdo plan de Vladimir Putin? Si bien Vladimir se entrega a una aventura pasiva en un mundo que, después de la insensata Guerra Mundial, no prometía nada, el mandatario ruso, actuando dentro de un desprestigiado totalitarismo, prometió al sector del juego los paraísos de Primosrky y Siberia.
Si no fuera por lo gracioso de la promesa de Putin, uno se pondría a llorar, como lo están haciendo miles de empleados rusos, hoy sin posibilidades de un trabajo o futuro. Cierto que algunos usarán sus recursos humanos y económicos para labrarse nuevas ocupaciones, pero de ahí a que logren volver a tener los empleos de los que han sido despojados, pues pasará mucho tiempo como en la obra de Becket.
La paradoja de esta aventura rusa es que los casinos han cerrado por la falta de legislación y reglamentos claros, y tomando la salida más fácil para combatir la ludopatía. Según los políticos rusos, cerrando los casinos se terminará el problema del juego. Parece increíble que en el siglo 21 aun se usen medidas paternalistas para tratar un problema.
Los médicos advierten de que los ludópatas buscarán formas alternativas para satisfacer su adicción al juego, y según la directora del Instituto de Psiquiatría Serbski, Tatiana Dmítrieva:
"Habrá, sin duda, un período de búsqueda activa de sustitutos para la adicción y también se incrementarán las consultas a los psiquiatras. Hay que estar preparados para ello".
Las autoridades moscovitas aseguran que el cierre de los casinos supondrá la pérdida de solamente 10.000 puestos de trabajo, y el Teniente de Alcalde de Moscú, Serguéi Baidakov, ha declarado que el gobierno de la ciudad está adoptando medidas para dar “capacitación a los empleados de los casinos para que puedan optar a otros trabajos”.
Sin embargo, en un reporte en el medio "The Moscow News", un empleado de casino dice: “Hay muchas mentiras en lo que se dice. Donde yo trabajo somos 200 moscovitas y a ninguno de nosotros se nos ha ofrecido ningún tipo de capacitación". Lo absurdo de la declaración de Baidakov es que 500 centros de juego con casi 30 casinos no pueden contar con un promedio de 20 empleados cada uno (Un casino como el Metalitza tenia mas de 1000 empleados).
Mientras tanto, la gran mayoría de los empresarios de la industria del juego han declarado que las zonas de juego, que las autoridades quieren convertir en cuatro destinos como “Las Vegas”, no están preparados ni cuentan con la infraestructura necesaria a la fecha.
Y no es cuestión de la crisis económica global tampoco lo que va a aplazar, en varios años, la puesta en funcionamiento de las zonas de juego prevista por la ley federal, sino la nueva oferta de destinos más atractivos en ciudades destinos como Macau, Singapur, Hungria y España. Aparte de Londres, Paris, y otros nuevos centros de juego de gran reputación.
La Ley de Putin ha terminado con una industria de más de US $ 6.000 millones anuales, que en 2008 pagó impuestos por cerca de US $1.000 millón, y que tiene repercusiones económicas en casi medio millón de personas.
Para la mayoría de los jugadores rusos, el cierre de los casinos los va a llevar al juego en garitos ilegales con toda la problemática social y económica que esto implica, mientras las zonas especiales en localidades como Kaliningrado o Vladivostok siguen esperando como los tragicómicos personajes becketteanos.
Fuente: casinocompendium

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