USA - En tiempos difíciles muchas personas ven en los juegos de azar una opción para salir de todos los problemas económicos, pero el juego los puede llevar a perder todo lo que tienen incluso la dignidad.
Marcos García* era un ejecutivo de una reconocida compañía de la ciudad. Su cargo le permitía vivir cómodamente y gozar de una buena posición social, pero Marcos sentía un vacío, así que para llenarlo empezó a frecuentar el casino. Eso fue en 1996 y en ese entonces su trabajo le permitía recorrer varias ciudades en la Florida y en cada una de ellas buscaba la oportunidad de jugar y ocupar su tiempo libre. “El juego es una enfermedad silenciosa, nadie se da cuenta que uno es jugador, no hay evidencia física como con las drogas o el alcohol”.
Marcos comenzó a jugar Black Jack ó 21 como se le conoce en algunos países. Empezó a ganar y a perder, pero cada vez que perdía $1000 ó $2000 el reto era seguir jugando para recuperarlos. “El sistema es así, por cada ganador hay 10 perdedores y entre más tiempo se juega, más se pierde”, recuerda Marcos. “La gente no se da cuenta que uno tiene un problema, empieza jugando lotería, $30 cada semana, luego gasta lo que no tiene, el dinero de la comida, la renta o el del Social Security, uno siempre se cree más listo, así sea en las carreras de perros, de caballos, los tragamonedas o la 21, uno piensa que es el mejor, yo incluso estuve considerando convertirme en jugador profesional”.
Marcos se había gastado el dinero que tenía en el banco, los ahorros suyos, los de su prometida y los del padre de ella, pero nadie se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo, él sabía que había un problema pero cada día que perdía dinero trataba de jugar más para recuperarlo, nunca pensaba que era un jugador compulsivo.
“La compulsión no es cosa de juego, se debilita tu carácter y todo se desbarata hasta que pierdes tu dignidad”, anotó García.
Marcos perdió su trabajo, perdió todo su dinero, tuvo que ir a bancarrota y caer lo más bajo para poder despertar de esa pesadilla. “Mi prometida se enteró cuando explotó todo, ella nunca supo nada antes, había perdido mi dinero, su dinero y el de su padre, pero tuve su apoyo y con él el de su familia”. Tuve que ir a buscar ayuda profesional a Jugadores Anónimos, al Consejo de Jugadores Compulsivos de la Florida y aquí estoy, gracias al apoyo de mi novia, que hoy es mi esposa, mi familia y la comunidad.
A las personas que sufren por el “juego patológico” se les llama ludópatas y una de sus características principales es no poder controlar sus impulsos por jugar.
Para los ludópatas como lo fue Marcos, el juego es una obsesión imposible de resistir; igual que robar o incendiar objetos, es una tentación increíble para los cleptómanos o piromaniacos.
Como los ludópatas hallan un inmenso placer en el juego, se excusan diciendo que lo practican para ganar dinero, divertirse, distraerse u olvidarse un poco de los problemas cotidianos, pero en épocas como las actuales el juego constituye una “solución” a los problemas económicos, “debo pagar la hipoteca de la casa, si gano pago dos cuotas o más”, “la única forma de ser millonario es comprando la lotto o jugando en el casino”. Estas son frases comunes en especial en personas desesperadas que creen que la única manera de pagar sus deudas es ganando en los juegos de azar.
Pero el riesgo de convertirse en un jugador compulsivo es muy grande en especial si usted tiene esa tendencia.
“Caer como caí fue lo mejor que me pudo pasar, ese día me di cuenta de lo que había pasado. Yo era una persona inteligente, preparada, pero esta enfermedad no hace distinción económica o social, yo he visto todo tipo de personas consumidas por el vicio del juego”.
Marcos se recuperó de su adicción y dedica su tiempo libre a contar su historia para que sirva de ejemplo a otros en las mismas circunstancias, el año pasado participó con el Consejo de Jugadores Compulsivos de la Florida para lograr ante el Congreso que un jugador patológico pueda recibir ayuda del seguro médico como ocurre con los alcohólicos o los adictos a las drogas.
Los ludópatas minimizan su problema y afirman, como todos los adictos, que “el juego lo dejo cuando yo quiera”...pero esas son las reglas del juego, que usted nunca salga de él.
* Hemos cambiado el nombre por solicitud de nuestro entrevistado.
Fuente: LUIS EDUARDO BARÓN - 7dias
lunes, 29 de junio de 2009
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