Ecuador - Desde la mañana hasta la madrugada, los casinos son como miniciudades con horario y reglas propias: las del juego. Ahí no hay día ni noche, solo espacios alegóricos iluminados por millares de foquitos y luces de neón.
Pero además de los juegos de mesa, máquinas tragamonedas y bingos, los casinos guayaquileños diversifican sus opciones y oferta de entretenimiento.
Deben hacerlo porque la competencia es grande. En la página web del Municipio de Guayaquil se publican nueve lugares, en el norte y centro de la ciudad: Bingo & Derby, Binsala, Faraón, Casino del Sol, Casino Hilton, Casino Oro Verde, Casino Ramada y Unicasino. Los últimos seis están afiliados también a la Cámara de Turismo del Guayas.
En la dura batalla de captar clientes, cada uno de estos lugares ha explotado su factor diferenciador, ese enganche que los distingue de los demás.
Los enormes neones verdes del Casino Ramada hacen que no pase desapercibido a lo largo de la tradicional y cacaotera calle Panamá. En plena Zona Rosa, este lugar es otra opción para las personas que recorren el sector.
Adentro, el ambiente es un mundo aparte. La iluminación tenue y el aroma a perfume de mujer y cigarrillo son permanentes. Desde las 18:00, el lugar comienza a llenarse, en su mayoría por señoras mayores y extranjeros. En una sola planta se reparten las máquinas tragamonedas y los juegos de mesa.
El póquer es el más célebre del casino. Hay cuatro mesas destinadas para la variante Hold’em Texas (la versión más común del póquer y la que se juega en la Serie Mundial). Para entrar a la ronda de apuestas, el participante debe cancelar USD 50.
Los visitantes de los casinos no solo deben estar acompañados del azar, sino también de buena música. Las presentaciones de grupos en vivo se han convertido en un atractivo más del Casino del Sol, anexo al Hotel Sheraton, en el norte de la ciudad.
Las noches de los jueves son de boleros, mientras que las de los viernes son de música tropical. Para quienes prefieran disfrutar de las bandas sin jugar, el bar tiene un espacio especial, con un amplio menú de piqueos y tragos hechos en la cocina del hotel.
En la misma línea de entretenimiento, el casino del hotel Hilton Colón tiene su as bajo la manga: los tributos a bandas legendarias como U2 o los Beatles, y desfiles de modas y karaokes. Además, un coctel de diversión, que se complementa con una decoración llamativa.
Las luces, las paredes con pinturas de personajes bohemios y la iluminación rojiza evocan las escenografías del musical Moulin Rouge.
Los motivos de las máquinas son como historias de fantasía: hay de piratas, de princesas, niños durmientes... las temáticas no tienen límites. Cada juego es un universo de colores, que en conjunto forman un arco iris.
La parte visual es importante también. En el centro de la ciudad está el casino Faraón, del hotel Hampton Inn. En las paredes hay reproducciones de los repujados de la cultura egipcia en tonos marrones y dorados, que combinan con la alfombra verde que recubre el piso.
La elegancia es constante en el casino más joven de la ciudad, que tiene algo más de un año desde su creación en el 2007.
En el Unicasino, del Unipark Hotel (centro de Guayaquil), la estrategia es hacer que los clientes participen activamente de la diversión.
De esta forma, han organizado concursos de canto como el As del bolero o de música ranchera. El más reciente fue un concurso de baile denominado Buscando al rey de la salsa.
La diversión sin excesos
El tiempo dentro de los casinos debe ser de ocio y entretenimiento. Cualquier exceso puede violar ese tiempo y convertirlo en un momento incómodo para cualquier visitante.
Algunos especialistas recomiendan ciertas autorregulaciones para los asistentes frecuentes de los casinos.
Luz del Alba Ramírez, psiquiatra clínica, sugiere que la persona que asista a jugar planee su jornada. Esto quiere decir que tenga claro el tiempo que permanecerá en el casino y el dinero que gastará. “Lo más recomendable es salir con el monto justo que destinará al juego”. La diversión en compañía siempre es mejor. Ramírez cree que es preferible ir en grupos, para que exista un control en comunidad entre todos. “Es importante no llevar tarjetas de débito ni de crédito, porque son una fuente de dinero incontrolable”, añade.
Cuando la causa de ir al casino deja de ser el entretenimiento y se convierte en una necesidad, se trata de ludopatía. Esto es un trastorno que altera las prioridades de una persona, dejando al juego como el centro de su atención. Si no se controla a tiempo puede causar problemas económicos y familiares.
Fuente: elcomercio
viernes, 23 de mayo de 2008
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