México - Políticos azuzan clima de confusión en sector del juego mexicano.
En el juego de niños llamado 'El gran Bonetón', el estribillo para salir del embrollo dice: "No fui yo, fue el gran Bonetón". Nunca supe quien fue el personaje que siempre tuvo las de perder, y como al fin, siempre fue muy elusivo, hasta ahora sigo pensando que en juego de niños, todo es posible, según la fantasía de los juegos. En México, ya de grandes, nos encontramos ante una situación similar, donde los políticos acusan al PAN, por la proliferación de casinos en el país.
La diferencia, sin embargo, en este juego de grandes es que sí sabemos que existe un Gran Bonetón, pero como en el juego infantil, sigue tan elusivo como el legendario Pimpinela. Los políticos que acusan a la administración del ex presidente Vicente Fox y su fiel ex secretario Santiago Creel de crear la confusa situación del sector del juego en México, son tan culpables como el ahora senador de la República del PAN por no tener las agallas, de trabajar en el proyecto de ley de casinos que se encuentra apolillándose en el congreso Mexicano.
Con una Ley Federal de Juegos y Sorteos que data de 1947 para legislar sobre loterías, carreras de caballos, de galgos, pelea de gallos y bingos, es incomprensible que el Congreso mexicano siga jugando al Gran Bonetón durante décadas. Mientras tanto, los locales de juego de máquinas tragamonedas empezaron a hacer negocio en grandes urbes como Monterrey, donde mediante genialidades empresariales se aprovechaba de las limitaciones de la sexagenaria Ley para recurrir al fuero judicial y lograr resoluciones de amparo de eminentes magistrados.
En ese clima de informalidad, no faltó una eminencia gris que se propuso preparar un Reglamento a la Ley del 47 y mediante esta, emitir licencias de operación de salas de apuestas y sorteos a un exclusivo grupo de empresas, creando con esto un terreno totalmente desnivelado para el sector de juegos en México, donde ahora esos mismos negocios beneficiados por el Reglamento del 2005 operan salas de juego con máquinas de juego tipo Clase 2, mientras que otros negocios amparados por resoluciones judiciales operan casinos de juego con máquinas Clase 3.
La diferencia entre ambas modalidades operativas es que mientras los primeros son los engendros del gran Bonetón, los segundos responden a la necesidad empresarial de jugárselas contra el exclusivismo de las licencias emitidas por la Secretaría de Gobernación a unas cuantas empresas de juego, que por respetables que sean, ahora se encuentran en desventaja con su oferta de máquinas de juego Clase 2.
En una visita a siete locales de juego en Ciudad de México y Monterrey, pudimos apreciar la gran diferencia que existe en la capacidad operativa entre los negocios, donde uno sobresale por mercadearse como un casino moderno, mientras que la mayoría de los otros, por incapacidad operativa o limitaciones legislativas funcionan como locales de segundo nivel. Lo importante de estos locales, sin embargo fue el gran celo de sus agentes de seguridad, que demostraron buena capacitación. En fin, por algo se empieza.
El próximo paso de los legisladores mexicanos debe ser la modernización de la Ley del 47 para estructurar una ley de juegos que permita a los inversionistas y operadores trabajar con un reglamento equitativo y sin compromisos políticos. Los locales visitados fueron de PlayCity, Caliente, Yak, Ra, y tres otros establecimientos de juego. Felicitaciones a uno de ellos que en realidad lleva la delantera operativa entre las salas que visitamos.
Fuente: casinocompendium
martes, 20 de mayo de 2008
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