Dean Martin, conocido como el inolvidable Dino, y durante una época colega inseparable de La Voz se merece un homenaje con las anécdotas más interesantes de su frenética trayectoria. Para muchos Dino es una de las figuras clave del "entertainment" americano de este siglo, un verdadero coloso que influenció a otras leyendas, como Elvis o el propio Sinatra, y su desaparición, precedida por una horrible etapa de declive físico y moral, no va a cambiar esa realidad. Dean Martin fue un individuo único en su especie, alguien que además de poseer talento y un carisma desbordante, supo extraerle a la vida todo su jugo. De modo que, cuando finalmente "ha comprado el Gran Casino" (así se referían él y Sinatra a la muerte), es momento de recordar los días en que Dino era uno de los reyes de Las Vegas, días de grandes bacanales sexuales y alcoholicas, y de peligrosas conexiones con los capos mafiosos que controlaban el crímen organizado en América. Quien piense que Dean era sólo un esbirro más de La Voz, se equivoca por completo. A diferencia de tipos como Sammy Davis Jr. o Tony Bennett, Dean no le debía nada a Sinatra. Eran amigos, se entendían bien, se respetaban mutuamente, pero no se puede decir que Dean Martin creciese como estrella a la sombra de Sinatra. El gran Dino lo tuvo todo muy claro en esta vida desde su niñez, y nunca se dejó impresionar por la actitud de Sinatra. De hecho, cuando se conocieron, Dean ya era íntimo amigo de multitud de mafiosos y había corrido mucho mundo. En Sinatra encontró a un tipo parecido a él, pero nunca a un mentor. Dean dejaba que Sinatra ejerciese el papel de líder, pero él llevaba sus asuntos a su manera, no era el perro faldero de nadie. No en vano, el propio Sinatra veía a Dean como un individuo increíblemente independiente y solitario, y le admiraba por ello. Sinatra se rebajaba y perdía la cabeza por Ava Gardner, no disponía de la entereza suficiente como para mandar al diablo a la divina Ava y comportarse como un hombre. Dean por el contrario jamas se puso en ridículo delante de una mujer; para él, las féminas sólo ejercían dos papeles: madres para sus hijos, o distracciones temporales para una noche o un par de días, pero nunca las veía como objetos de fascinación, no le impresionaban a ese nivel.
Sinatra se desvivía por hacer el papel de tío duro y ganarse el respeto de la Mafia. Dean en cambio era considerado por los gangsters como "uno de los suyos", y no tenía que hacer ningún esfuerzo para convencer a los capos de su valor y su lealtad. Sinatra perdía el trasero por Kennedy, deseaba llegar a ser su mano derecha, su hombre de confianza. A Dean le importaba un huevo Kennedy, le importaba un huevo la política y el poder, su mundo era otro. Esas son algunas de las diferencias que existían entre ambos. En cierto modo, Sinatra siempre fue más débil que Dean; sus vicios y sus flaquezas le dominaban. Lo que sí tenían en común los dos era su extraña forma de enfrentarse a la vida. Tanto Sinatra como Dean Martin han sido dos enigmas dignos de ser estudiados por algún especialista del comportamiento humano. Nadie entendió nunca las reacciones tremendamente violentas con ramalazos incluso psicópatas de Sinatra, cuando lanzaba a una chica contra una cristalera en una fiesta u ordenaba a sus matones que le rompiesen todos los huesos a alguien sin motivo alguno. Del mismo modo que nadie entendió nunca tampoco la tendencia de Dean Martin a encerrarse en sí mismo y a no comunicarse con nadie. Una de sus propias esposas, Jeannie, solía decir que Dino parecía provenir de otro planeta, y no tenía claro si realmente era un hombre absolutamente vacío que no guardaba nada en su interior, o si por el contrario se guardaba demasiado para él y prefería no compartir sus cosas con nadie. Quienes conocieron a Dino suelen comentar siempre lo mismo: que era una persona muy agradable y cálida, pero a la vez distante. Le gustaba ser simpático con la gente, siempre y cuando no se mezclasen más de la cuenta en su vida. Las esposas que tuvo, ejercieron tan solo el papel de conejas fabrica-niños; sus amantes no lograron profundizar en su persona más allá de su pene; y sus amigos lo fueron mientras mantuvieron una cierta distancia. De Dean Martin se ha dicho que fue uno de los hombres que menos dinero le dio a ganar a telefónica: jamás llamaba a nadie ¿para qué iba a hacerlo?, ninguno de sus conocidos podía aportarle nada de interés. También se ha dicho de él que era un fanático del golf porque es uno de los deportes que exigen una mayor incomunicación. Dean quedaba con amigos para jugar al golf, y se tiraba partidas enteras sin abrir la boca, concentrado en la pelota. Y era famosa su costumbre de organizar fiestas en su casa, y aislarse en un cuarto al poco rato, para ver una peli del oeste (los westerns le enloquecían). O sacar de alguno de los bolsillos de su traje un pequeño cómic en medio de una reunión social, y empezar a leerlo como si tal cosa, ignorando lo que ocurría a su alrededor (los cómics eran otra de sus pasiones: él jamás iba a comprarlos en persona, pero sus esbirros le mantenían siempre bien provisto de material). Ni Jerry Lewis ni Frank Sinatra, dos de las personas que le conocieron más de cerca, pudieron llegar a comprenderle realmente.
Lewis, con quien formó pareja artística durante diez años, creyó ver en Dino a una especie de hermano de sangre, pese a las malas relaciones que mantuvo siempre con él, y aún fue más lejos y se atrevió incluso a comentárselo una vez en persona, pero como ya imaginaréis no podía estar más equivocado, y la respuesta de Dino fue de las que nunca se olvidan: "Puedes hablar de amor todo lo que quieras, pero tú para mí sólo eres un signo de dólar", contundente ¿no?, y sin embargo Lewis no se dio por aludido. Años después, cuando Frank Sinatra sorprendió a Lewis en un acto benéfico, invitando de forma inesperada a Dean, tras una larga etapa de incomunicación entre ambos, el cómico judío volvió a hacerse ilusiones, y al cabo de unos días le envió un par de cartas a Dean ofreciéndole de nuevo su amistad, cartas que obviamente jamás serían contestadas. Un rechazo similar obtuvo el propio Sinatra por parte de Dean en varias ocasiones. El primer gran chasco lo sufrió cuando cortó su relación con el casino Sands de Las Vegas. Frank era socio honorario del Sands, propiedad de la Mafia, y Dean poseía también un pequeño porcentaje del local. Pues bien, cuando Frank se apartó del casino, por problemas de comunicación con los restantes socios, dio por hecho que Dean valoraría más la amistad con él que su porcentaje del Sands, y se equivocó: Dean mantuvo sus tratos con el local e ignoró el berrinche de Sinatra. Ese detalle daría lugar a una pequeña guerra fría entre ambos, promovida por Sinatra, que llegó a su fin cuando La Voz empezó a echar de menos a su colega e hizo las paces con él, más grave fue su siguiente encontronazo, ya en la recta final de la carrera de Dean. El incidente tuvo lugar en la gira americana que hicieron Frank, Sammy Davis Jr. y Dino a finales de los 80. La idea de revivir las viejas glorias del Rat Pack fue, naturalmente, de Frank; ese tipo de iniciativas nunca salían de la mente de Dino, ¡imaginad el trastorno que supondría para él organizar algo!, ¡tendría que hacer llamadas telefónicas!, ¡reunirse con gente!. Frank queria sacar de su burbuja a Dino, que se hallaba totalmente hundido a causa de la muerte de uno de sus hijos, y montó ese tour nostálgico con mucha ilusión, confiando en que todo fuese igual que antes. Era una idea muy romántica: girarían por toda la nación en tren, acompañados por su ejército de sirvientes, músicos, managers y demás. Sin embargo, Dino no estaba para tours. En las primeras fechas cantó mal, se comportó groseramente con el público, lanzándoles colillas desde el escenario con muy mala hostia, y cuando Sinatra le llamó la atención, simplemente abandonó la gira. Al final, Frank y Sammy reclutarían a Liza Minelli para finalizar el tour, y posteriormente lanzarían un video con las mejores filmaciones de los shows que hicieron junto a Liza (en España se tituló "El Gran Show"). El carácter afable de Dean confundió una y otra vez a tipos como Sinatra y Lewis, que le tomaron por un individuo manejable y fácil de tratar, un error de apreciación lógico, ya que ése era el efecto que provocaba en todo el mundo. A Dean le gustaba dejarse llevar hasta cierto punto: le seguía el juego a Sinatra siempre y cuando no se pusiese excesivamente pesado; trabajó con Lewis, aceptando ser la figura gris del dúo (todos los críticos ponían por las nubes a Lewis y menospreciaban la labor de Dean) hasta que el pequeno Jerry perdió el control de su ego...
Y también contentó a sus mecenas mafiosos, acudiendo como invitado a las bodas de sus hijas o actuando gratis cuando se lo pidieron, pero siempre manteniendo intacta su libertad y su integridad personal.
Entre sus amistades más polémicas hay que contar a famosos gangsters como Skinny D'Amato, Mickey Cohen o Johnny Rosselli, tíos acostumbrados a matar gente con sus propias manos. Rosselli, especialmente, mantenía una relación muy estrecha con Dean. Era una relación curiosa: salían a tomar copas, y se pasaban noches enteras sentados en clubs o casinos sin dirigirse la palabra, pero compartiendo el alcohol. Eso era algo que le agradaba mucho a Dean: poder estar acompañado por alguien y al mismo tiempo perderse en sus propios pensamientos. Rosselli había iniciado su carrera criminal en los años 20, y cuando entró en contacto con Dean era ya un veterano de los bajos fondos. Quien no conectaba tanto con Dean era el capo de Chicago, Sam Giancana, íntimo amigo de Sinatra. Para Dean era obligatorio mantener una relación cordial con Giancana, debido al inmenso poder que ostentaba este hombre, pero le resultaba molesto tener un contacto tan directo con él a causa de la amistad que mantenía con Sinatra. El gran problema, dentro de este esperpético "menage a trois" de poder y ambición, radicaba en que Sinatra hacía el papel de fiel sirviente de Giancana, y el gangster daba por hecho que dentro del paquete también iba incluido Dean Martin. En otras palabras: cuando Giancana le hacía un favor a Sinatra, esperaba también ser compensado por Dean, quien debía actuar gratis para él o acudir a sus fiestas como invitado, y eso provocaba situaciones difíciles. Por otra parte, alguien que estaba muy por encima de Giancana dentro de la escala de poder mafiosa de la época, el intocable Lucky Luciano, máximo esponente de la Mafia italoamencana en aquellos años, tenía un gran respeto por Dean, e incluso pensó en él para que encarnase su papel en un film biográfico sobre su vida, pero desgraciadamente antes de que el proyecto pudiese llegar a oídos de Dean, Luciano falleció en Sicilia de un ataque al corazón. Entre sus conexiones criminales, no hay que olvidar tampoco a una figura clave del Hollywood de los años 30, el carismático George Raft, protagonista del mítico film "Scarface", y colaborador directo del supergangster Bugsy Siegel, "inventor' de Las Vegas. Raft, que se había criado en los peores barrios neoyorquinos, estaba metido hasta el cuello en la Mafia, y combinaba su trabajo de actor con favores muy especiales para sus amigos gangsters. Dean y él se entendieron de maravilla desde el primer instante. El estilo de vida de Raft era el de un vividor en toda regla. Cuando no tenía que trabajar en ninguna película, se pasaba el día en bata junto a la piscina de su mansión contemplando cómo se bañaban desnudas sus docenas de "invitadas" (putas, go-go's, actrices con ansias de triunfar rápido, etc.). Según cuentan, Raft jamás se metía dentro del agua, para él resultaba más entretenido contemplar el espectáculo de las chicas correteando y nadando desnudas, mientras él bebía bourbon con calma junto a colegas como Dean, que solía visitarle a menudo. Conociendo sus amistades y su estilo de vida, es comprensible que Dean, al igual que Sinatra, no aceptase el Rock'n'RolI. Pertenecía a un mundo de casinos, trajes hechos a medida, putas de lujo, limousines, fiestas de gangsters y estrellas del show-business, extravagantes desayunos a base de martinis y huevos fritos en grandes suites de Las Vegas, porcentajes de salas de juego y circuitos de carreras, shows televisivos masivos creados alrededor de su persona, films junto a monstruos de la talla de John Wayne, canciones aptas para todos los públicos que generaban unas ganancias monumentales... ¿Qué le iban a contar los rebeldes rockeros a alguien como él?, ¡se meaba en todos ellos!, no significaban nada en su agenda diaria. Curiosamente, el gran líder de la revolución rockera, Elvis, era un fanático de Dean Martin, lo cual a Dino le importaba bien poco. Ambos cantantes coincidieron varias veces a lo largo de los años, Dean por ejemplo visitó al productor Ha Wallis (el artífice de las pelis que rodó Dino con Jerry Lewis) durante el rodaje del film de Elvis "G.I. Blues", y todos ellos se fotografiaron juntos; y años después, Dean fue a ver uno de los conciertos de Elvis en Las Vegas, y el Rey homenajeó a su antiguo ídolo cantando su famoso hit "Everybody Loves Somebody". Pero, pese a estos encuentros puntuales, Dean no se sentía demasiado impresionado por el éxito de Elvis. Aunque encontró más molesta la llegada de los Beatles y los Stones en los años 60, eso sí que se le atragantó. Los Beatles le parecían unos mocosos ridículos, no entendía qué podía ver la gente en ellos, y más de una vez se sintió feliz al poder derrotar al grupo en las listas americanas con alguno de sus singles. Los Stones tampoco le atraían en absoluto, y llegó a reirse de ellos al presentarlos en un programa televisivo (las imágenes de Dean burlándose de las melenas de los Stones en sus frases de presentación, pueden verse en el documental de éstos, "25x5"). En el fondo, alguien como Dino tenía muchas cosas en común con tíos como Elvis o Jerry Lee, desde luego estaba más cerca de ellos que de "crooners" babosos como Perry Como, pero ya se sabe, en este mundo todo está muy sectarizado, y Dean prefirió mantenerse al margen de la locura rockera.. Aunque poco importa eso, comparad la actitud de unos y otros, y veréis que conectaban en bastantes cosas: la obsesión de Dean por vivir en una fiesta contínua, su pasión por los excesos (mujeres, alcohol), su nulo respeto hacia el arte y la cultura en general (presumía de no haber abierto en su puta vida un libro, se cachondeaba de los pintores clásicos ... ),sus escandalosos desplantes a naciones enteras (puso a parir a Gran Bretaña primero y a Francia después) o sus divertidos incidentes en público, como cuando en su propio programa mandó a tomar por culo en italiano a uno de sus invitados (Billy Dana) provocando una avalancha de llamadas de televidentes indignados. Por no hablar de aspectos más delicados que no le emaban al Rock'n'RolI en general, pero sí a algunos de nuestros héroes rockeros más cazurros y primitivos, me refiero a sus salidas de tono sexistas y homofóbicas en conciertos y programas de tele; bromas de mal gusto sobre los gays, o sobre las mujeres, a quienes por cierto calificó en uno de sus shows como buenos "animales de compañia", que es necesario domesticar pero cumplen bien su función en la sociedad.
Dino, Dino menudo tipo. Toda esta deliciosa chabacanería, es la herencia de los años pasados en Steubenville, el agujero que fue testigo de las primeras hazañas de Dino Crocetti, que en el futuro sería conocido por el mundo como Dean Martin. Nuestro hombre, que hasta cumplir los cinco años sólo se expresó en italiano (su familia provenía de la localidad italiana de Montesilvano), supo espabilarse muy rápido. Con 12 añitos ya se aficionó al juego, y poco después conoció al primer gangster de su vida, un capo local llamado James Vincent Tripodi, que sembraba el pánico a su alrededor y a quien Dean idolatraba (algo muy similar a la historia inicial de la peli "GoodFellas", cuando el crío protagonista es empleado por la Mafia para hacer pequeños recados). A los 16 dejó la escuela y empezó a ganarse la vida como boxeador en el barrio; su nombre de guerra: Kid Crochet. El asunto pugilístico duró poco para él, le preocupaba que le desgraciasen el rostro, sus ambiciones iban más allá del cuadrilátero y los gimnasios. De ahí pasó al mundo de las carreras de caballos, Dino era corredor de apuestas, y ya causaba estragos entre las mujeres: siempre que podía, se follaba a las esposas de sus compañeros de trabajo. Nuevamente cambió de ocupación, y se largó a Miami Beach, en donde consiguió un empleo de croupier en un casino. Dino se pasaba todo el día detrás de una mesa de blackjack, aguantando turistas, jugadores maníacos, borrachos, etc. Eso tampoco era para él. La música no tardó en entrar en su vida. Desde siempre le había gustado cantar, de modo que se lo tomó en serio y estudió canto una temporada. Su ídolo era Bing Crosby, escuchaba sus discos a todas horas y trataba de imitarle en la medida de lo posible. Su nuevo nombre artístico: Dino Martin. Por pura casualidad, el mítico Glenn Miller le escuchó cantando en un local, y dijo que ese chaval no llegaría a ninguna parte. Se equivocó. Dino siguió adelante con su carrera y actuó en un club de Cleveland, y más tarde en un restaurante, hasta que un tipo llamado Sammy Watkins lo contrató para su orquesta. A partir de ahí, lo único que tuvo que hacer fue ir escalando poco a poco los peldaños hacia el estrellato. El carisma natural de Dino atraía por igual a hombres y a mujeres. Su táctica era concentrarse en los hombres, dirigirse a ellos como un colega, y captar a las mujeres por el camino. No era partidario de proyectarse a sí mismo como un sex-symbol, ya que sabía que de esa forma no interesaría al público masculino, y su intención era atrapar a toda la audiencia en pleno. Lo más importante que hizo en esa primera etapa de su trayectoria, fue debutar en disco con la orquesta de Watkins, y casarse con una chica llamada Betty McDonald, que le daría su primer hijo. Tras estos escarceos iniciales como cantante profesional, Dino cortó con la orquesta, y se lanzó en solitario. Dicha ruptura le ocasionaría algunos problemas legales, ya que había firmado un contrato con Watkins que estaba obligado a cumplir, pero su habilidad de negociante le permitió convencer al tipo para seguir por su cuenta con la condición de cederle un 10% de sus ingresos (mucho mejor eso que ser un cantante de alquiler en una orquesta de otro). Era 1943, Dino tenía 26 años y unas ganas tremendas de convertirse en el nuevo Bing Crosby. Por aquella época, Sinatra ya era un punto de referencia en la escena musical, gracias a un buen puñado de singles que había grabado junto a Tommy Dorsey, y los críticos compararon a Dino con Frank, aunque en el futuro ambos cantantes se influenciarían mutuamente. Dean fue contratado por uno de los clubs neoyorquinos de moda, el Riobamba, para sustituir a Sinatra, y de ahí pasó a otro local llamado Harlequin, cobrando 200 dólares por semana. Para entonces, él y Betty ya se odiaban, a causa del estilo de vida de Dean, que se pasaba todo el tiempo revolcándose con coristas y jugando en casinos, y poco después del nacimiento de una hija, Betty le dejó, para volver más tarde a sus brazos. Este contratiempo no le provocó demasiados dolores de cabeza a Dean. Su carrera era lo primero, y se fue a vivir a la casa del manager Lou Perry, que se ocupaba también de la carrera de un ex-boxeador llamado Sonny King, que pretendía triunfar como cantante. Perry aceptó ocuparse de Dean a cambio de quedarse con el 35% de sus ingresos, y lo acogió en su pequeño apartamento, en el que también se alojaba King. Los tres tipos pasaron juntos un año y medio en unas circunstancias bastante precarias: sólo había una cama de matrimonio en el piso, y por lo tanto una serie de noches a la semana Perry compartía el camastro con Dean, mientras Sonny King se conformaba con unos almohadones en el suelo, y otras noches era Dean quien probaba los cojines y las baldosas, mientras King dormía en la cama junto a Perry. Aparte de ese 35% que se llevaba Perry, y del 10% que le había cedido a Watkins, el chapucero de Dean se había comprometido a darle el 20% de su persona a otro manager llamado Dick Richards, el 25% al actor Lou Costello (el de la pareja cómica Abbott & Costello) que también se encargaba de buscarle actuaciones, y el 10% a la-compañia MCA; era su manera de ir progresando en el negocio, aunque todos esos contratos le dejaban a él en un mal lugar, ganancias = 0, pero no le importaba no ganar nada mientras le comprasen trajes caros y le pagasen las copas, lo bueno ya llegaría más adelante. Las cosas se complicaron cuando Dino le cedió un 10% más de sus ingresos a Jerry Sears, director musical de un programa dé radio en el que fue contratado. Se acababa de convertir en el primer cantante de la historia capaz de vender el 110% de su persona. Naturalmente, tan pronto como los interesados descubrieron la estafa, le demandaron, y al final Lou Perry se quedó como su único manager. La broma le condujo a los tribunales, en donde Dino demostró que estaba en la absoluta ruina; el juez pudo constatar que el acusado sólo disponía de 115 dólares, 100 de los cuales los había invertido en trajes, y los 15 restantes era lo que llevaba en sus bolsillos cuando atravesó la puerta del juzgado. Como consecuencia de ello, le liberaron de todas sus deudas. Dean seguía manteniendo relaciones con Betty, a pesar de las continuas peleas en las que se enfrascaban, y tuvieron otra hija. Con Perry como único manager, su carrera empezaba a ser rentable y podía permitirse mantener más niños. Su trayectoria discográfica en solitario se inició entonces, en 1946, al poco de conocer al individuo que le ayudaría a triunfar por todo lo alto, un judío feo y raquítico llamado Jerry Lewis. A partir de ese momento, Dean se convertiría en la pareja artística de Lewis, pero a su vez seguiría grabando por su cuenta, para no descuidar su carrera como cantante. Este extraño dúo debutó en el 500 Club de NYC, propiedad del gangster Skinny D'Arnato, y desde el principio captó la atención de la gente. Su humor era un tipo de comedia que podía gustar o no (a mí por ejemplo jamás me interesó, y no respeté realmente a Jerry Lewis hasta que le ví interpretando aquel duro papel de cómico amargado en el film de Scorsese "El Rey de la Comedia"), pero tenía gancho para el público. Dean era el playboy atractivo y vividor, y Jerry encamaba al deforme que se comportaba de una forma extraña. Sólo necesitaban un equipo de marketing detrás que les ayudase a alcanzar una popularidad masiva, y lo encontraron enseguida. El pobre Lou Perry perdió su trabajo, y se pusieron en manos del manager Abby Greshler, un perro viejo del negocio, y del publicista George B. Evans, que había convertido en una estrella a Sinatra pagando a chicas para que simulasen ser fans enloquecidas de La Voz (un apodo, por cierto, inventado por él). Jerry y Dean no tardaron en empezar a odiarse, a causa del ego de cada uno, pero sabían que juntos podían llegar muy alto, y optaron por soportarse. Viajaban sin dirigirse la palabra, se puteaban el uno al otro sobre los escenarios y jamás salían juntos a ninguna parte, a no ser que se tratase de un compromiso laboral. Dean no necesitaba la amistad de Jerry, ya tenía a sus colegas gangsters para divertirse, y Jerry no necesitaba la amistad de Dean, le bastaba con los elogios de los críticos y los aplausos del público. La gente del negocio, quienes contrataban al dúo para actuar en sus clubs, veían a Jerry como un pequeño hijoputa ambicioso, y solían referirse a él utilizando sobrenombres despectivos como "el mono" (a causa de sus muecas y su horrible corte de pelo) o "el pequeño judío". A todos les caía mucho mejor Dean, pero sabían que para los asuntos de negocios debían tratar con Lewis. Los gangsters tampoco tragaban demasiado al "mono", y en sus primeros años como cómico Lewis se jugó el físico en más de una ocasión a causa de su actitud. Concretamente tuvo un par de graves tropiezos con dos estrellones del crímen, Charles Fischetti y Albert Anastasia. El primero era nada menos que primo de Al Capone, y una figura muy importante dentro de la Cosa Nostra, pero, tal como ocurría con muchos gangsters, su rostro no era conocido por la gente de la calle. Jerry, que en aquella época era un inocente novato, se burló de Fischetti en el club Chez Paree de Chicago. No tenía ni idea de quién era el tal Charles Fischetti y le ridiculizó, hasta que el gangster le amenazó con arrancarle la cabeza de cuajo si no le dejaba en paz. Al finalizar la actuación, alguien advirtió a Jerry de su error, y el cómico acudió inmediatamente a la mesa de Fischetti para disculparse por su atrevimiento. Pero parece que el pobre "mono" no atravesaba una buena racha, y meses después, volvió a meter la pata con Albert Anastasia, calificado por la prensa como Lord High Executioner of Murder, Inc. (precioso apodo, algo así como Su Ilustre Señor Ejecutor del Asesinato, Incorporado). De nuevo, al acabar su actuación, Lewis corrió a pedir perdón y fue disculpado. Dean, ni que decir tiene, se partía de risa cada vez que veía la vida de su odiado Jerry Lewis pendiendo de un hilo por culpa de su estupidez. La pareja consiguió en poco tiempo una pequeña fortuna, y eso le permitió a Dean comprarse una mansión de 10 habitaciones. Había desarrollado una tremenda fobia contra los ascensores desde que le tocó pasar una angustiosa hora encerrado en uno, y estaba harto de subir escaleras para llegar a los pisos en los que había vivido hasta ese momento. Ahora, en su nueva mansión, ya no tendría que esquivar la amenaza de los ascensores, y con tanto espacio podría dedicar una habitación entera a albergar su colección de trajes hechos a medida y de zapatos. Instaló a Betty y a los niños en la nueva casa, y siguió amasando dinero junto a Jerry. Hacían shows de 45 minutos tres veces cada noche, y acababan de firmar un contrato de cinco años con el productor cinematográfico Ha Wallis. Además, estaban a disposición de los capos mafiosos para contentarles cada vez que se lo pidiesen. Los favores más habituales consistían en actuar gratis en fiestas, acudir a bodas y bautizos, etc. Precisamente uno de esos señores del crímen, el célebre Mickey Cohen, les facilitó la licencia de actores, usando la clase de métodos que utilizan los gangsters para conseguir sus objetivos. El éxito no le hizo ningún bien al matrimonio Martin; Dean se separó definitivamente de Betty, y conoció a la que sería su siguiente esposa, Jeannie. Y con nueva mujer, pero el mismo odioso compañero de trabajo a su lado, Dean pasó los siguientes años cosechando éxitos en cine y TV. El dúo rodó una larga lista de films que arrasaron en taquilla y les convirtieron en la pareja artística más famosa de America: "My Friend Irma", "My Friend Irma Goes West"', "The Stooge", "At War With Army", "Sailor Beware", "Scared Stiff", "The Caddy", etc En esos años, Dean tuvo un hijo con Jeannie, y alcanzó una gran popularidad como cantante, grabando para Capitol temas ahora clásicos, como "I'll Always Love You", "You Belong To Me", "Vieni Su (Say You Love Me Too)", primera canción en la que combinó textos en inglés e italiano, o "Just For Fun", que sería el tema con el que Elvis descubriría la música de Dino. Por otra parte, Jerry y Dean serían las estrellas en varias ocasiones del inimitable ¡Colgate Show!, un horterísima programa esponsorizado por la pasta de dientes más glamurosa de la historia (no olvidéis que era el dentífrico favorito de Elvis). Y las drogas y el juego empezaron a causarles problemas tanto a Jerry como a Dean. Para situar su status personal a la altura de su popularidad, Dean contrató a dos esbirros. Uno era el ex-manager de boxeo Mack ''Killer" Gray, que había trabajado anteriormente como asistente personal de George Raft, y el otro era un extra cinematográfico, Jay Gerard. Influenciado por Gray, que padecía fuertes dolores de cabeza y tomaba constantemente unas pastillas denominadas Percodan, Dean contrajo también una adicción a esa droga, y tiempo después Jerry seguiría los pasos de ambos, y se transformaría en un super "junkie" de Percodan. Como tantos otros calmantes, el Percodan ingerido en pequeñas dosis no es demasiado peligroso, pero cuando se toma a todas horas resulta muy problemático.
Algo similar a lo que ocurre con el juego; el peligro es excederse y perder los papeles. Jerry había visto a Dean tirando su dinero en los casinos cientos de veces, y terminó imitándole, hasta que contrajo una deuda de 137.000 dólares en el Flamingo de Las Vegas, un casino propiedad de la Mafia que inauguró Bugsy Siegel antes de ser asesinado. Los mafiosos respetaban a Jerry, pero cuando éste se vio envuelto en esa enorme deuda, le obligaron a pagar hasta el último centavo. El cómico tardó un año y medio en limpiar su reputación. La última etapa de la trayectoria conjunta de Lewis y Martin estuvo plagada de problemas. El odio que siempre sintieron el uno por el otro había alcanzado límites patológicos, y para colmo sufrieron el rechazo de una nación entera cuando giraron por primera y última vez por Inglaterra. Su tour coincidió con una repentina fiebre anti-americana en U.K. que les estalló en la cara, y las dos estrellas abandonaron el país en pleno ataque de cólera. A partir de entonces, Dean se tiraría vados años insultando a los ingleses cada vez que surgía la oportunidad. La ruptura entre ambos se produjo a causa de la egomanía imparable de Lewis. El cómico consideraba a Dean poco menos que como un androide que le daba la réplica a sus chistes, y antes de que tuviese tiempo de darse cuenta, lo había perdido. Dean tenía confianza en sí mismo, sus discos se vendían bien y consideraba que estaba capacitado para rodar películas de verdad, ¿qué sentido tenía seguir aguantando la tiranía de Lewis?. Probó suerte con un film modesto, "Ten Thousand Bedrooms", y se lanzó de cabeza a afrontar el reto que había esperado durante años: un verdadero duelo de titanes en forma de película; su título: "El baile de los malditos" ("The Young Lions"), sus compañeros de reparto: Marlon Brando y Montgomery Clift. La paga por rodar ese film que recibió Dean fue de 20.000 dólares, muy poco para alguien como él, que ganaba más simplemente ofreciendo conciertos, pero necesitaba probarse a sí mismo que podía estar a la altura de un Brando y un Monty Clift. Y desde luego lo logró. El film llegaría a ser considerado un verdadero clásico, y el trabajo de Dean no desmerecería en absoluto frente al de sus prestigiosos compañeros. Además, las relaciones personales entre los tres fueron de maravilla. Tanto Brando como Monty tenían problemas de adicción a las pastillas en esa época. Brando se atiborraba de comprimidos de todos los colorines imaginables para evitar beber alcohol, y Monty directamente los combinaba con el whisky. Pero eso a alguien como Dean, adicto también a las pastillas, no le resultaba extraño. Muchas noches incluso se ocupó de acostar a Monty en la cama, cuando el actor había perdido el conocimiento por culpa de las drogas y el alcohol. La anécdota del rodaje fue que una actriz le abrasó los testículos a Brando. Mientras éste preparaba un té con agua ardiendo, una actriz le derramó el agua en la entrepierna sin querer, y Brando tuvo que ser hospitalizado de urgencia, pero al final el accidente no tuvo secuelas graves. El cine obviamente no eclipsó las restantes actividades de Dean, que empezó a actuar en solitario con mucho éxito y a presentar especiales televisivos que eran seguidos atentamente por millones de espectadores. Su siguiente gran reto cinematográfico no tardaría llegar. Tras rodar una peli correcta con Sinatra y Shirley MacLaine ("Some Came Running"), aceptó un papel en "Rio Bravo", el nuevo westem de Howard Hawks, en el que compartiría la pantalla con un jovencísimo Ricky Nelson y con otro de los pesos pesados del celuloide, John Wayne. Para esta ocasión, Dean se trabajó más su personaje e hizo una excelente interpretación de un borracho que debe olvidar su debilidad y ayudar a su jefe (Wayne). Era la prueba definitiva que necesitaba para autoconvencerse de que era un actor real. Si podía estar a la altura de las circunstancias y ganarse el respeto de Wayne y Hawks, ya no necesitaría rodar jamás otra película de prestigio. Sólo buscaba eso: descubrir si era capaz de mantener un duelo interpretativo con Wayne, y a partir de ahí, al diablo con todo. Y las cosas no pudieron funcionar mejor. Wayne y él congeniaron desde el principio, se pasaron todo el rodaje burlándose de Ricky Nelson (en una ocasión, llegaron a meter al pobre Ricky dentro de un saco de estiércol), y nos regalaron una preciosa película. Posteriormente los fans de Dean se darían cuenta de que, en efecto, su ídolo quedó colmado de satisfacción con aquel film, y ya no se molestó nunca más en buscar otro gran papel. A diferencia de Sinatra, Dean no aspiraba a demostrar continuamente su valía en la gran pantalla, y tan pronto como confirmó que era capaz de hacer grandes films, bajó el listón y se tiró el resto de sus días ganando dinero y divirtiéndose, sin preocuparse mucho de la calidad de las pelis en donde intervenía. Por supuesto, rodó otros films de interés, como "Ocean's Eleven" (con el Rat Pack de Sinatra al completo), "Toys in the Attic" (un buen drama psicológico sureño) o "Kiss Me, Stupid" (dirigida por el genial Billy Wilder), pero ya nunca se preocupó de ir detrás de ese "gran papel" que busca todo actor ambicioso. Le gustaba rodar films, pero en su vida habían otros muchos alicientes: las mujeres, el alcohol, la música, el dinero y, por encima de todo, el golf. Abrió un bar en Sunset Strip que bautizó con el nombre de Dino's Lounge, actuó a menudo en directo con los miembros del Rat Pack (Sinatra, Davis, Bishop, Lawford) y observó con impotencia cómo se hundía poco a poco una mujer por la que sentía un afecto especial: Marilyn. Mientras Sinatra arrastraba el honor de la actriz por el fango, pasándosela de mano en mano a sus amigos como si fuese una vulgar furcia, Dean trataba de ayudada en la medida de lo posible. Fue la propia Marilyn quien pidió a 20th Century Fox que contratasen a Dean para co-protagonizar junto a ella el film que al final dejaría inacabado, "Something's Got To Give". Los estudios estaban teniendo graves problemas con el rodaje de la megalómana superproducción "Cleopatra", que contaba con la caprichosa de Elizabeth Taylor al frente, y el pequeño film de Marilyn les importaba bien poco, de modo que cuando la actriz empezó a saltarse jornadas de trabajo a causa de sus problemas personales, la Fox la expulsó del film sin pensárselo dos veces y anunció que Los Remick sería su sustituta. Otro actor tal vez habría aceptado esa medida y habría rodado la peli con Remick, pero Dean se negó rotundamente a trabajar con nadie que no fuera Marilyn. Ese film le traía sin cuidado, había aceptado el papel porque Marilyn lo había pedido, y cuando la Fox se deshizo de ella, Dean también abandonó el barco, y la película jamás fue terminada. Los sucesos que tendrían lugar después de la expulsión de Marilyn, ya los conocéis: la estrella fue asesinada en su casa. Es muy probable que quien ordenase la ejecución de la actriz fuese Sam Giancana para incriminar en el asesinato al amante de Marilyn en esa época, Bobby Kennedy. Por lo menos eso afirman ahora colaboradores directos del legendario mafioso. Lo que ignoramos, sin embargo, es si Dean conocía ya en aquella época esa versión de la historia. Probablemente no, porque siguió sirviendo fielmente a Giancana cuando el gangster lo exigió. En aquellos días, Dean, Sinatra y Sammy Davis actuaron gratis en un local de lllinois llamado Villa Venice, propiedad de Giancana, y Sammy y Dean grabaron incluso un tema-tributo dedicado a él, que titularon "Sam's Song". En 1964, con Kennedy ya en la tumba, Sinatra se dio cuenta de que sus ambiciones políticas acababan de hundirse y se juntó con su colega Dino para hacer un tour americano, bajo el nombre de Dean Martin & Friend. Los dos hombres, más alcoholizados que nunca (en especial Dean, que se pasaba el día pegado a la botella), exhibían su vicio en público, con un número que llegaría a ser muy célebre: los dos dejaban de cantar a mitad del concierto, se llenaban un par de vasos de bourbon, y se los metían en el cuerpo a la salud de la audiencia. En este punto de su carrera, Dean empezó a ser atacado por la crítica. Era evidente que al bueno de Dino ya no le importaba ni su carrera como actor ni su trayectoria musical. Aceptaba cualquier papel, por nefasto que fuese (la desastrosa "Marriage on the Rocks", junto a Sinatra, es una clara prueba de su pasotismo a la hora de seleccionar films), se limitaba a añadir su voz a los temas que seleccionaba su productor de confianza, Jimmy Owen (por lo general Dean iba al estudio de noche, cuando ya no quedaba ningún músico, y hacía su trabajo) y aparecía en televisión sin ensayar, comportándose como si se moviese por el salón de su casa. Pero, pese a todo, el público seguía adorándole, y sus singles arrasaban ("Everybody Loves Somebody" superó a los Beatles en los charts). A partir de finales de los 60, Dean inició su largo y lento declive personal. Se mantenía en activo, pero había perdido la ilusión. ¿Qué le podía ofrecer la vida a un hombre que lo había tenido todo?. Dejó a su esposa Jeannie, y comenzó a liarse con niñatas de 22 añitos; los abusos alcoholicos le costaron varias úlceras; firmó un contrato con el casino Riviera de Las Vegas, que trató de romper en varias ocasiones, cuando exigió que le permitiesen actuar una sola vez por noche, en lugar de tres, como estaba estipulado; rodó westems y films policíacos desastrosos; vio morir a muchos de sus amigos, como Johnny Rosselli, que fue asesinado por sus colegas mafiosos cuando testificó contra ellos en un juicio celebrado en el 76 (el cadáver de Roselli fue descubierto en el fondo de una bahía, despedazado dentro de un bidón de aceite); dejó plantado a todo un Madison Square Garden, cuando abandonó el escenario tras 30 minutos de actuación, decepcionado por la respuesta del público; se puso en evidencia frente a sus colegas de profesión, al llegar tambaleándose a un acto de homenaje a Reagan y en lugar de cantar no tuvo más remedio que permanecer sentado durante todo el evento; y para colmo de las desgracias, su hijo Dino Jr. falleció en un accidente aéreo a finales de los 80, y Dean ya se hundió del todo. No le fue mucho mejor a su ex-companero Jerry Lewis, que durante los 70 se dedicó a meterse 30 pastillas de Percodan diariamente, e incluso trató de suicidarse en una ocasión con una pistola, pero por lo menos éste tuvo la suerte de intervenir en una excelente película como "El Rey de la Comedia", que le ayudaría a levantar cabeza en el cine y a rodar algún otro film interesante, como "El sueño de Arizona" junto a Johnny Depp. En fin, está claro que los últimos años de la vida de Dino fueron difíciles, pero yo por lo menos cuando pienso en él no recuerdo tragedias y fracasos, sino una trayectoria inigualable y una vida consumida al límite. Poca gente puede presumir de haberse divertido tanto como este entrañable vividor. Si llegó a un punto en que perdió la ilusión, fue porque había quedado totalmente saciado de placeres. Dino es el antídoto contra las depresiones y el aburrimiento. Cuando os sintáis decaídos, probad a pinchar uno de sus discos o a ver cualquiera de sus films (incluso los peores, no importa), seguro que vuestra moral se elevará al instante.
DINO SENTENCIA
- "Sí quieres hablar, ves a ver a un cura" . (La frase habitual que pronunciaba Dino cada vez que una de sus amantes intentaba profundizar en su relación y sacar de él algo mas que un polvo pasajero).
- "El cuento de la motivación que necesita el actor es un montón de basura". (Dino burlándose del famoso método Stanislavski que siguieron tipos como Brando o James Dean).
-"Sí las miradas chupasen pollas, ya estaríamos destrozados". (Con ese comentario, describía Dino la situación cada vez que él y Sinatra entraban en un local, y eran diseccionados por las miradas de todos los asistentes).
-"¿Por qué no subes al escenario y matas a alguien?". (Una peligrosa bromita del amigo Dean dedicada a uno de los capos mafiosos que presenciaban uno de sus shows en un casino).
- "Actuar no es nada, quien diga que el trabajo de actor es duro, es que no se ha pasado un día entero de pie tras una mesa de blackjack". (Esa era la filosofía de vida de Dean. Nunca olvidó sus humildes orígenes, y evidentemente cobrar 20.000 dólares por una película no le parecía ningún sacrificio personal).
-"Nena, puedes ensayar con el director, o puedes estudiar en tu casita por las noches todo lo que quieras, pero un ensayo es todo lo que vas a sacar del viejo Dino". (Esa era su respuesta cada vez que una actriz intentaba preparar a fondo una escena con Dino. Para él, los ensayos eran un aburrimiento, y sólo accedía a hacer uno antes de rodar cada toma).
-"No me gusta el film 'El Padrino. No me gusta cómo muestran a los italianos. Conozco a muchos gangsters, y no son italianos. Son gente con maletas: un irlandés, un judío, y tipos absolutamente americanos". (Al igual que Sinatra, Dino se sintió ofendido al contemplar el film de Coppola).
- "Jerry (Lewis) está tratando de ser director de cine, pero no podría dirigir ni el tráfico". (Uno de los muchos comentarios despectivos que lanzó Dean contra su ex-compañero).
-"Estos grupos de hoy en día da la impresión de que tengan el pelo muy largo, nooo... eso no es cierto en absoluto, es una ilusión óptica, lo que pasa es que tienen la frente muy corta y las cejas muy altas". (Esa fue la frase que les dedicó Dean Martin a los Stones cuando éstos finalizaron una breve intervención en su programa).
- "Hay un tipo que pintó mi casa en dos días, y es mejor pintor que esos tíos". (Dino burlándose nada menos que de los autores de las obras que están expuestas en el Louvre de París).
Fuente: Revista Popular Nº 276 sección “No me Judas Satanás”
Autor: César Martín
jueves, 7 de junio de 2007
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