miércoles, 20 de junio de 2007

Lo que pasó el 16 de octubre de 2006

Buenos Aires, Argentina - Verónica Luna Baena ganó 35 millones en un bingo de Lomas del Mirador. La empresa no quiere pagarlos: dice que fué un error. En que quedó la causa esta en manos de la justicia. La cuestión central a determinar es quién se hace cargo, y en que medida, del error de la maquina tragamonedas.
Tenía puestos los jeans, chatitas y la remera roja que le había regalado su hermana dos días antes y que ella misma había ido a comprar porque nunca le gusta cómo le queda lo que le regalan. Hace rato que no se preocupa demasiado por lo que se pone porque, a pesar de algunos kilitos de más, está muy bien para sus 36 años. Tanto, que todos los que la conocen le dicen que, de cara, ni ahí parece la edad que tiene. De cualquier manera no le daba para mirarse al espejo. Ese domingo había sido interminable: el primer Día de la Madre sin su madre. Y no era una ausencia por muerte sino por enfermedad, una catástrofe que les había ocurrido seis meses antes, el 3 de abril, en ese mismo lugar, junto a la mesa, donde ahora su marido y su papá la invitaban a ir a un bingo para olvidar las penas. Verónica agradeció la invitación por partida doble: era la primera vez que Angel, su marido, que detestaba las máquinas tragamonedas, la invitaba a ir y además le daba 20 pesos para jugar, como regalo por el Día de la Madre. Cuando subieron al Ford Fiesta modelo 95,bastante magullado por el choque contra un colectivo, sin levanta vidrios ni aire acondicionado, Verónica Luna Baena barrió de su mente la imagen del hospital, esa tarde, los tres hermanos rodeando la cama de una mamá que miraba al vacío. El accidente cerebro vascular la dejó, al menos por el momento, en un estado no muy diferente al de un Alzheimer. Mejor pensar en la carita de sus tres hijos: Lucía, de 17; Lucas, de 14; y Camila, de 8,cuando le regalaron el par de aros y el perfume ... Cal y arena, pensó, mientras sugería ir al bingo Lomas del Mirador, del que justo habló su hermano menor esa tarde ...
Dice que no le pareció tan grande como para ser el más grande de Sudamérica –como se lo promocionaba –,pero no bien entró, sintió el vértigo de siempre. Algo especial, un cosquilleo que no tenía que ver con ganar sino de jugar. De hecho la única vez que ganó fueron 100 pesos, el año pasado, jugando en tragamonedas de 5 centavos. Ah ... y la canasta de chocolates, con la rifa que hizo su hija para juntar plata para el viaje de egresados. Pobre Lucía: al final no pudieron viajar porque no les alcanzó el dinero. Pensando en todo eso, buscó las maquinitas de cinco centavos. Siempre jugaba en las de cinco porque en las de 10 centavos la plata no duraba nada. Se sentó frente a una que dejó libre una señora muy maquillada y puso su primera moneda.
UNICO EN TODA SUDAMERICA
El Bingo de Lomas del Mirador está ubicado en la avenida brigadier General Juan Manuel de Rosas 30, a pocos metros de la avenida General Paz y es promocionado como la sala de juego más importante de Sudamérica. Se inauguró el 20 de julio, con más de mil puestos de bingo, unos 400 puestos de máquinas tragamonedas y unos 450 empleados. Tiene –según dice en el portal del consorcio español que lo maneja – las más modernas ruletas electrónicas del mercado. Pertenece al grupo español Codere, que fue fundado en 1980 y es hoy uno de los mayores fabricantes de máquinas recreativas en España, en crecimiento vertiginoso. Tres años después de su fundación, la empresa extendió su actividad de Madrid a Cataluña, Valencia y progresivamente al resto de España, iniciando luego un proceso de expansión que culminó en Latinoamérica. En 2002 obtuvo la concesión del hipódromo de Maroñas, en Montevideo, e inició su expansión en la operación de bingos en Italia, mientras continuaba con su crecimiento en México. En 2005, Codere culminó la compra de mayoría del capital del argentino Grupo Royal, convirtiéndose en el primer operador del negocio de las salas de bingo y máquinas recreativas en la provincia de Buenos Aires.
Así, el bingo de Lomas del Mirador se inserta en la cadena que el grupo gerencia en la provincia de Buenos Aires: tiene sucursales en Lanús, Lomas de Zamora, La Plata, San Martín, San Miguel, Morón, Ramos Mejía ,San Justo, Temperley y Mar del Plata. Es, de eso no cabe duda alguna, un verdadero emporio en el mundo del juego.Pasaron las horas. Angel y su suegro ganaron, perdieron, recuperaron, volvieron a perder y ya se iban cuando Verónica recuperó los 20 pesos iniciales y decidió buscar otra tragamonedas. No se iba a ir como había llegado. Ya era la una y media de la mañana, su marido estaba en el baño, algo descompuesto, y su papá tocando el fondo del monedero, cuando ella se sentó en la tercera silla de la primera fila, de espaldas a la entrada, justo en la máquina que acababa de desocupar un señor que continuó de pie mirando los juegos de su mujer, en la máquina de al lado. Recuerda Verónica que probó y probó pero nada, hasta que de repente le salió el Bonus –que es un juego gratis que la máquina te da con la misma cantidad de fichas –.Lo completó y llegó al final (dice ella que llegar al final del Bonus es algo muy difícil): así, se topó con la última pantalla. Fue ahí donde apareció ese cartel lleno de cifras que los canales de televisión iban a mostrar sin descanso: 35.663.093,02 pesos.
En ningún momento, dice ella, la máquina marcó errores. En ningún momento se tildó ni hizo algún ruido. Nada. Terminó el Bonus y apareció el cartel y ella pensó Bueno, algo me van a pagar ,"porque cuando te sale un cartel es porque te pagan ".Miró, contó los puntos, vio muchos números pero podría ser que la coma estuviera en otro lado ... Miró con más atención aún, y empezó a llamar a los gritos a su papá. Lo demás salió en los diarios. Ella abrazada a la tragamonedas, la empresa diciendo a través de sus empleados que había sido un error, ofreciéndole primero 2.500 pesos, después 35.000 mientras alguien avisó a los medios y llegó Canal 9, y antes que las cámaras llegó un abogado que ni Verónica ni su marido conocían. Había sido convocado por alguno de los jugadores de la sala que se había identificado con la suerte de Verónica... Uno de los muchos, porque el señor que estaba al lado, mirando el juego de su esposa después de abandonar la silla que ocupó Verónica, fue quien tomó la foto con el celular y después le dejó su tarjeta por si necesitaba un testigo. La tarea de consignar el triunfo no fue fácil. El abogado fue tres veces a hacer la denuncia porque no se la aceptaban. Después llegó un escribano y precintaron la máquina y cuando Verónica, su marido y su padre salieron del bingo ya había pasado la noche y toda la mañana y sus vecinos del barrio de Villa Ortúzar la habían reconocido en el noticiero del mediodía. Verónica cree que, entre una cosa y otra, salieron del bingo cerca de las tres de la tarde. Y ahí empezó la película ...En ese momento no sabía, como supo después, que en el mismo momento en que aparecía en su pantalla la cifra millonaria, también quedaba registrada en las pantallas de Lotería de la Provincia. Ella sintió y todavía siente que nunca Lotería de la Provincia la respaldó."Para eso hubiera ido a un bingo trucho o a una lotería clandestina ", dice.
¿QUIEN SE HACE CARGO?
El Instituto de Lotería y Casinos de la Provincia de Buenos Aires tiene bajo su jurisdicción 11 casinos y 46 bingos, pero su modalidad es radicalmente distinta ya se trate de bingos o de loterías. Los casinos son estatales; es decir, que el estado provincial los explota y es responsale por todo lo que allí suceda, al punto que los más de 3.000 empleados que trabajan allí son empleados estatales. En el caso de los bingos, el gobierno provincial no es el que los explota, por tanto no tiene responsabilidad alguna en caso de falla de máquinas porque, a diferencia de lo que ocurre con los casinos, no es propietario de las tragamonedas, ni las explota ni las ha elegido. Lo que sí tiene a su cargo es el control on line de las máquinas y, en septiembre del año pasado inauguró el proceso integral de monitoreo y control de todas las salas de juego, a la que llamaron Hiperion en honor al dios griego de la vigilancia. El sistema garantizó por fin que el fisco cobre el 34% de lo que ingresa a los bingos, de forma tal que los tributos de la provincia, que eran de $2,5 millones en 2001 y en 2002, pasaron a unos 640 millones en 2006.El interventor del Instituto de Lotería y Casinos de la provincia de Buenos Aires, el ingeniero Franco La Porta, explica, a propósito de la historia de Verónica, que ellos se han mantenido imparciales y tratan de ser cautelosos en sus declaraciones porque se trata de la declaración del Estado."Igualmente el sistema de control que nosotros tenemos evidenció el evento. Es decir, nosotros sabemos a qué hora se sentó la persona, sabemos que estuvo veintipico minutos jugando, cuándo se levantó mostrando que había ganado un premio y cuándo acudieron otras personas a mirar. Y aportamos al juzgado esa evidencia como prueba fehaciente." Lo único que el interventor podría agregar a esto es que "si la máquina falla por algún motivo, esa falla no puede ser atribuida al apostador. Pero a la vez existe, y se presupone conocido, un contrato tácito entre el explotador y el que juega, por el cual el que juega conoce esa modalidad de juego y la tabla de premios ". Por eso La Porta cree "que la Justicia tiene que determinar a qué lugar o a qué situación le da la razón ". Algo así como quién se hace cargo del error de la máquina.
SILENCIO EN LA NOCHE
La empresa Codere mantiene estricto silencio y dejó todo en manos del Estudio Luis Moreno Ocampo. El abogado que lleva la causa, Hugo Wortman, nunca atendió los llamados de Viva . Hay noches, muchas noches, en que Verónica no puede dormir.
Todos la felicitan y le envidian los maravillosos viajes que realizará por todo el mundo."Puras frivolidades ", dice, cuando ella lo único que quiere es contar con el dinero suficiente para darle la mejor atención posible a su mamá. "Acá en el país, si es el FLENI, en el FLENI –dice –, y si es en algún lugar de Estados Unidos o de Europa, poder llevarla." Y como segunda cosa tener, por primera vez, su propia casa."No una mansión, sino mi casa, lo que tanta gente de mi generación añora y que por más que ahorre y ahorre jamás voy a llegar a comprarme, ni siquiera un departamentito de un ambiente, y menos si estás casado y tenés tres hijos." Es que Verónica siempre fue clase media, más bien clase media baja: nació en Caballito, Acoyte y Rivadavia, el 5 de febrero de 1970, y fue la mayor de los tres hijos de un matrimonio de empleados administrativos de la bodega Arizu. Después, la bodega quebró y los padres se quedaron sin trabajo y sin empresa a la que reclamarle la indemnización. Pusieron una verdulería en Barracas y les fue mal, entonces derribaron una pared de la casa familiar en Villa Ortúzar la misma donde viven ahora – y pusieron un negocio a la calle almacén y granja, con pollos. Así lograron sobrevivir unos años hasta que aparecieron los supermercados en el barrio –dos, bastante cerca – y se quedaron sin trabajo…Ahora el papá de Verónica, de 63 años, está peleando por su jubilación. Entregó los papeles y tiene que esperar que le salga, y no tiene obra social ni nada. Y la mamá está en el hospital Roca haciendo rehabilitación física con poco nivel de consciencia y mal pronóstico. Justamente porque su mamá fue internada Verónica y familia dejaron el departamento que alquilaban y se mudaron a la casa familiar para que su papá no estuviera solo. Verónica, que terminó el secundario con buen promedio y estudió Ciencias Económicas hasta que se casó, tuvo varios empleos como administrativa, y en este año había buscado trabajo por la zona. En la semana de la visita al bingo casi había conseguido un puesto en una fábrica de papeles de empapelar "El martes después del Día de la Madre iba a firmar el contrato pero no me llamaron más y me quedé sin el empleo...Y bueno, mal que me pese, es razonable porque los del empleo habrán dicho ¡Qué vamos a tomar a esta chica que en tres meses cobra y se va!" Verónica dice que ella no es de bajar los brazos y que no los va a bajar. Que va a pelear por lo que ganó. Pero tiene que reconocer que su vida cambió para mal, porque para todo el mundo ella es famosa, millonaria: la que cobró los 35 millones, la que no tiene ningún problema... Pero su realidad no es ésa. Todo está detenido y ella vive una contradicción que la marca, dice, porque su supuesta carroza no es más que la calabaza de siempre.
Nota de: Claudia Selser cselser@clarin.com

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