jueves, 21 de mayo de 2009

El otro Leopoldo Abadía instruye a los herederos.

España - Seis hijos de grandes fortunas se benefician cada año de un máster hecho a medida con más de cincuenta profesores y un sólo alumno.
Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1961) cuenta las veces que en los últimos meses ha contestado: “Sí, es mi padre”. Abadía (hijo) trabajó con el autor de La Crisis Ninja durante más de veinte años. Padre e hijo ejercían de consultores de dirección estratégica de pequeñas y medianas empresas hasta que se independizó en 2002. Paralelamente, Abadía lleva desde 1987 formando a los herederos de las grandes fortunas a través de su máster personalizado. Su programa cuenta con cincuenta profesores que imparten clases para un solo alumno.
“Los herederos de las grandes fortunas muchas veces responden al tópico de niño de papá –cuenta Abadía–, a veces llegan a los treinta años sin haber estudiado ni trabajado en nada, algunos son unos vagos que sólo piensan en diversión”. Por otro lado, explica, pueden ser a la vez diamantes en bruto, sólo necesitan que alguien les dé las herramientas para destacar. Muchos de los alumnos de Abadía, explica, “han resultado ser igual de brillantes que sus padres, pero sus padres brillan tanto que estaban eclipsados”.
Abadía cuenta que la gran mayoría de los alumnos que han realizado su máster se han convertido en directivos de éxito. “Este programa personalizado, que yo siempre he considerado básico, resulta que es único en todo el mundo”.
En los últimos 22 años han acudido a Abadía padres de jóvenes de todo el planeta en busca de su programa de formación. Cada año diseña un master personalizado para seis herederos de grandes compañías, deportistas de élite, toreros e hijos de la farándula.
Después de varias entrevistas con el futuro alumno, Abadía diseña un programa a medida de sus necesidades. Habitualmente se acuerda un día de clase a la semana y los profesores se trasladan a donde esté el alumno. La duración del curso es de entre un año y un año y medio. Y el precio se establece en función de cada programa.
La mayoría de alumnos de Abadía no quieren revelar su nombre. Muchos, incluso, no quieren que los trabajadores de la compañía de su padre sepan que está recibiendo clases particulares, por lo que las lecciones se imparten lejos de la empresa familiar. Otros no esconden su formación, como es el caso de Manuel Lao Gorina, hijo del presidente de Cirsa, de quien Abadía asegura que a pesar de no tener carrera universitaria, “se ha convertido en un gran directivo: un auténtico crack”, dice.
“Los millonarios tienen ritmos de vida diferentes –explica–, sólo tienen que cambiar el chip”. Y asegura que "detrás de cada persona siempre hay un diamante, sólo hay que investigar cuál es la especialidad de cada uno y dirigirlo hacia aquello que se le dé mejor”. En sus 22 años formando a estos millonarios, sólo ha rechazado un caso, que dio por imposible.
Consultoría
Abadía trabaja bajo el paraguas de la consultora Lara’s Song desde 2006. Mantiene su cuenta de resultados separada de la consultora pero trabaja para ellos como freelance y se beneficia de algunos de sus servicios, como el despacho de La Pedrera, en Barcelona. En 2009 prevé alcanzar una facturación de 600.000 euros.
Además de la formación de herederos, Abadía mantiene su consultora para pymes. Diferencia el método anglosajón del suyo, que denomina “mediterráneo”. Aquí, las empresas son más pequeñas, “te permite ir a comer con el propietario”.
También realiza másters para grupos de alumnos, aunque siempre personalizados. Por un lado, ofrece programas de formación in company, adaptados a cada empresa.
La peculiaridad de estos másters es que el que la persona que imparte las clases es el propietario de la empresa, con la ayuda previa de los profesores de Abadía. Por otro, lleva cursos de dirección de empresas a ciudades donde no hay posibilidad de cursar otros másters, como el que imparte desde hace dos años en Mahón (Menorca).
Cuenta que apenas nota la crisis. Los programas in company se han reducido, dice, “pero siempre seguirá habiendo herederos que necesitan que les encaminen”.
Fuente: Expansión

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