
He empezado a sonreír cada vez que veo una nota que reporta sobre la legislación de juegos en México. No es que me haga gracia las gestiones de los legisladores del Palacio de San Lázaro, pero es que con más de diez años en proceso de renovar, cambiar, alterar, o inclusive de resucitar la Ley Federal de Juegos y Sorteos de 1947, la sonrisa que me llega a los labios es la de la ‘bueno, veremos si esta vez sale’.
Sin embargo, la ultimita noticia es que la Cámara de Diputados “contempla aprobar una nueva Ley Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos que permitiría la instalación de centros de apuestas similares a los casinos, en los que se ofrecerán servicios de restaurante, bar, espectáculos, convenciones, tiendas comerciales y centros deportivos”, igualitos a los de Las Vegas, pero sin el nombre de ‘casinos’, si que me recordó otra vez al bienamado Cantinflas.
“Pero, óigale, que como que es un casino, no es, pero que se puede jugar a la ruleta, a los dados, que al norte del Río Grande les llaman como craps, pero que en la Lima de la Flor de la Canela le llaman crack, ora que nos es lo que ahora se fuma y deja como turumbos a los mensos que se vician, pero que se lanzan para ganar con un 7 o un 11 y se pierde con las pelonas, y también se puede jugar al 21, que dice que se llama blackjack o algo así; y con grandes bares y cantinas de lujo como en Las Vegas, y mariachis y viejas en pelotas por todas partes, pero que casino ni de vainas, porque casinos son los que hay en Montecarlo, pero en Mexico son casinos pero no son y les llamaremos casi si, pero casino no…”
De todas formas, al sector del juego les importa un rábano que se llamen salas, salones, con números y apuestas o bingos electrónicos, o se utilicen “artefactos mecánicos, electrónicos o electromecánicos, o de cualquier tecnología, que mediante la inserción de un billete, moneda, tarjeta, recibo, clave, ficha, banda magnética o dispositivo electrónico de pago quede disponible para operarse y que como resultado de dicha acción permita al usuario obtener, mediante el azar o la destreza, la entrega inmediata o posterior de premios en efectivo o en especie”.
Es decir, así se apueste en cuál de las dos moscas dejan de frotarse las patitas primero, porque esto si que es azar, a no ser que uno sea “mosca” como en Perú, y sepa el resultado de antemano, por la destreza de leer lo que las moscas tienen en el ínfimo cerebro que solamente les da para frotarse las manitas y comer lo que no se debe.
Según el reporte, las comisiones de Gobernación, Turismo y Hacienda, abrirían “la puerta de manera definitiva a la instalación de esos centros de apuestas, con las siguientes características: ruleta; juego de números, símbolos, colores o imágenes; actividades deportivas y competencias transmitidas en tiempo real, dados y naipes. La instancia que avalaría la apertura de dichos centros sería la Comisión Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos, a la que se definiría como órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Gobernación”.
En efecto, las comisiones mencionadas dicen de todo, pero nada sobre las operaciones actuales con máquinas de Clase II o III, que funcionan legalmente, y nada tampoco sobre la función de las autoridades locales, que ya están oficiando de reguladores, autorizando permisos de funcionamiento a las empresas que cumplen con ellos, traigan autorización de Gobernación con el permiso diseñado por el ex Secre Santiago Creel Miranda, que como Chapulín Colorado dijo “No contaban con mi astucia”, y le sacó semejante Reglamento en el 2004 a la Ley de 1947; o con su recurso de amparo oleado y sacramentado por bien oxigenados jueces.
Lo que no me trae una sonrisa, así sea de perplejidad, es la falta de fecha para el debate de la nueva Ley, que debe ser para que funcionen naipes, ruleta o dados, porque hasta ahora, todos los proyectos futuros para el sector del juego en México se han entrampado en los calendarios de la sesiones parlamentarias o refundido en magnos estudios sobre los efectos nocivos del juego en la sociedad. Pero cuando se debata la nueva Ley, dejémonos de juegos y eufemismos, y llamemos al pan, pan; y al casino, bueno, Casino pues.
Fuente: casinocompendium
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